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El listón amarillo

La música era pegajosa, así que, aunque en sexto año de primaria no entendía bien la letra (en inglés), la canción me gustaba. Tiempo después entendí lo que decía y me gustó más.

Narra la historia de un hombre que acaba de salir de prisión por algún delito que no especifica. Este hombre tenía un amor con el que vivía y del que se vio alejado durante tres años, tiempo que estuvo encerrado. Ahora él está libre, mas no sabe si ese amor sigue siendo suyo, no sabe si ella lo ha perdonado y lo espera para continuar su historia o si tal vez ya lo ha olvidado. Y se muere por saberlo, al grado de decir: “ahora soy libre, pero mi corazón sigue preso y sólo ella tiene la llave”.

El listón amarillo

Poco antes de salir de la cárcel, le había escrito una carta informándole de su próxima libertad y que estaba pensando en volver a casa. La carta, imagino, debe haber dicho algo como lo siguiente (obviamente no aparece así en la canción):

“Hola amor (¿puedo llamarte así?). ¿Sabes? Está próxima la fecha para cumplir mi condena. Pronto seré un hombre libre. Mi vida podrá continuar, mas ahora con la experiencia de saber que los errores se pagan caro y tienen consecuencias.

Y se que una de esas consecuencias tiene que ver contigo. En todo este tiempo, yo no he dejado de amarte, pero entendería si tú lo has hecho. Es sólo que me dolería tanto escuchar eso de tus labios. Por eso esta carta.

Quisiera proponerte algo. La próxima semana, tan pronto salga de aquí, tomaré un autobús a esa ciudad en donde estás, en donde está la que es (o fue) nuestra casa.

Te pido que, si acaso tu corazón está dispuesto a perdonarme, amarres un listón amarillo alrededor del viejo roble, ese que está al salir de la última curva. Ese en donde en alguna ocasión grabamos nuestras iniciales.

Si al pasar por ahí en el autobús no veo el listón amarillo, entenderé que todo ha terminado. Me quedaré en el autobús para seguir de largo y me olvidaré de lo nuestro. Y quiero que sepas que, como ya te lo dije, yo lo entenderé y siempre sabré que nadie más tuvo la culpa de tu decisión, sino yo mismo.

Te amo y siempre te recordaré, porque fuiste lo mejor que me ha pasado en la vida”.

Llega el día esperado y este hombre emprende el camino a su ciudad. En el trayecto, le platica al chofer su historia, incluyendo la cuestión del listón y su significado, relato que es escuchado por los demás pasajeros y ahora todos están expectantes, esperando ver si aparecerá o no el listón amarillo.

Ya para salir de la última curva, los nervios lo doblegan y cierra sus ojos, temiendo ver el roble vacío y le dice al chofer: “por favor, vea usted por mi y dígame si está o no el listón, yo no me atrevo a mirar por mi mismo”.

Salen por fin de la curva y el hombre va con la cabeza agachada y los ojos cerrados. De pronto, todos los pasajeros lanzan una ovación y empiezan a aplaudir. El hombre abre lentamente sus ojos y describe en la canción: “ahora estoy aquí y no puedo creer lo que veo: ¡cientos de listones amarillos alrededor del viejo roble! Ahora vuelvo a casa (I’m coming home)”.

Una bella historia de amor y de perdón. De ese perdón que tantas veces hace falta en las historias de amor, porque los seres humanos solemos cometer errores y a veces lastimamos lo que más amamos.

Pero siempre habrá la posibilidad de amarrar listones amarillos alrededor de los viejos robles del mundo. Siempre habrá la posibilidad de escribir nuevos capítulos, dejando el pasado atrás. Después de todo, pienso y no creo exagerar, que esas dos cosas, amor y perdón, son las que mantienen girando este mundo y el mundo de cada persona.