Columnas > EL MENSAJE EN LA BOTELLA

La noble sal

En días pasados mi esposa estuvo fuera de la ciudad. Así que una de esas mañanas me levanté y empecé a prepararme un suculento sándwich de jamón para desayunar (no es por nada, pero es de los “guisos” que mejor me quedan y de las pocas cosas que hago en la cocina. Mi paso por los scouts no me sirvió de mucho en esa difícil área).

Cuando le iba a poner la sal, vi que el bote estaba abierto y pensé: “menos mal que no fue el azúcar, si no, no hubieran faltado hormigas u otro tipo de insectos que se subieran a devorársela”. Aunque muy parecidas en su aspecto, es notoria la cantidad de “seguidores” que una tiene y lo desapercibida que la otra pasa. Y me pregunté: “¿por qué habrá invitado Jesucristo a ser ‘la sal de la tierra’? ¿Por qué no habrá dicho mejor que fueran ‘el azúcar de la tierra’? Tal vez así, los discípulos a quienes se dirigió cuando les dijo esto podrían tener más seguidores y ganar más adeptos para su causa”.

La noble sal

Ahora, antes de continuar la lectura, piense en su comida favorita. ¿Cuál es? ¿Tamales, enchiladas, carne asada, pozole, barbacoa, hamburguesas? (esa es la mía). Imagine que está a punto de saborear ese platillo que le encanta y al hincarle el diente, se da cuenta de que no tiene nada de sal. Puedo imaginar el gesto de desagrado que hizo ante la sensación de ese platillo insípido.

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LA SAL DE LA TIERRA

Definitivamente es muchísima la diferencia en sabor que una pequeña cantidad de sal puede lograr. Al pensar en esto, me doy cuenta del por qué de la invitación a ser la sal de la tierra.

Pienso (y cada quien podrá tener su propia interpretación) que cuando Jesucristo nos invitó a convertirnos simbólicamente en ese condimento, nos estaba pidiendo que fuéramos personas que hiciéramos una diferencia para bien en donde quiera que nos tocara vivir y en cualquier época en que nos tocara venir. Y que lo hiciéramos de manera humilde, sencilla, sin buscar la gloria, ni el reconocimiento, ni la popularidad, tal como la noble sal cumple su función sin aspavientos.

Pienso también que al pedirnos ser como la sal, nos estaba diciendo que así como una pequeña cantidad de sal puede hacer una gran diferencia, así nosotros, por muy pequeños o a veces hasta insignificantes que nos podamos sentir, podemos marcar una diferencia.

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BUSCANDO HACER LA DIFERENCIA

Creo que vale la pena aceptar esa sabia invitación y ser personas que hagamos la diferencia en nuestro trabajo, buscando fomentar un buen ambiente y esforzándonos por hacer las cosas con excelencia, con cuidadoso esmero.

Podemos tratar de hacer la diferencia en nuestra comunidad, fomentando la buena voluntad entre las personas y buscando dejarla en mejores condiciones que como la encontramos.

Podemos hacer la diferencia en nuestro propio hogar, siendo quienes busquemos que exista paz y respeto entre sus paredes e inculcando los valores que principalmente ahí debieran aprenderse.

Podemos hacer la diferencia en nuestra propia vida, buscando incansablemente nuestra pasión y entendiendo que hay dos días de máxima importancia en la vida de cada persona: el día en que nace y el día en que descubre por qué, para qué está aquí, cuál es su misión, cuál es el encargo que se le confió y del que algún día dará cuentas.

Se cuenta que cuando Marlon Brando participó como el padre verdadero de Superman, Jor-El, en la primer película con Christopher Reeve, el personaje requería que saliera con el cabello teñido de rojo. Al saber esto, el afamado actor, preocupado por su imagen, le comentó al director de la película: “¿y usted cree que si interpreto excelentemente mi papel, la gente no se de cuenta que traigo el cabello rojo?” (en lo personal, disfruté tanto su actuación que ni cuenta me di que lo traía así).

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SE COMO LA NOBLE SAL

Mencionaba arriba que a veces nos podemos sentir hasta insignificantes. A veces hay cosas que nos preocupan de nuestra imagen o nuestro físico, al grado de que nos cohiben o nos limitan al interactuar con los demás. Pero te aseguro que si con verdadero fervor te dedicas a tratar de ser la sal de tu entorno, la gente ni notará esas cosas, pues estará cautivada disfrutando tu excelente interpretación del personaje que te tocó representar.

Se pues y sin temor, como la noble sal. Desempeña tu papel con excelencia, por sencillo que este sea, sin buscar el aplauso o el reconocimiento público y al hacerlo, te aseguro que serás una gran diferencia para todos los que te rodean y evitarás la sensación, la desagradable sensación, de estar viviendo una vida insípida, carente de sabor y de significado.