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Como estrellas en el firmamento

No es difícil entrar a la UTT; lo difícil es mantenerse ahí. Como cualquiera de sus estudiantes lo puede atestiguar, el nivel de exigencia es alto y se requiere una alta capacidad de manejo del estrés. No son sólo las asignaturas y sus respectivas tareas. También hay trabajos, investigaciones, por supuesto exámenes, ah y el bendito Proyecto Integrador (P.I.) al final de cada tetramestre que ha dejado en la lona a más de uno. 

Pero aquellos muchachos que saben “leer entre líneas”, se dan cuenta de que todo eso se traducirá en una buena preparación que les abrirá puertas en el futuro y toman la determinación de terminar, cueste lo que cueste. Uno de ellos publicó hace poco una foto de la escuela con el siguiente comentario: “aunque me tome siete años, pero de aquí no me voy hasta titularme”. Esperemos que no le tome tanto tiempo (por su bien y la salud mental de sus maestros).

Como estrellas en el firmamento

Bueno, pues estos muchachos, abrumados de trabajos, tareas y proyectos, acaban de sorprenderme muy gratamente. Como parte de la clase de Formación Sociocultural, se organizó una muestra cultural. A cada grupo de la carrera de Administración se le asignó un Estado para presentar un stand y una muestra de la cultura, costumbres y gastronomía correspondientes.

MÉXICO, UN PAÍS CON VASTA RIQUEZA CULTURAL

Sacando tiempo de donde no lo tenían (fines de semana, puentes, noches…) y recursos de donde no los había, estos jóvenes se dieron habilidad para obsequiarnos un bellísimo programa. Stands multicolores con la más rica variedad de comidas y dulces típicos: cabrito, zacahuil, enchiladas potosinas, tamales oaxaqueños, dulces de camote poblanos, cajeta original de Celaya y una enorme variedad de alimentos y bebidas, todo un agasajo para el gusto y el olfato.

Portaron trajes típicos, incluso algunos mandados a traer desde su Estado de origen. Pero lo que me conmovió hasta las lágrimas fue el programa cultural. Una jovencita con traje tamaulipeco cantando el huapango “La bruja de la huasteca”, con coquetería, gracia y candor encantadores. No podía faltar el jarabe tapatío y la polka norteña. Una simpatiquísima “Danza de los viejitos” de Michoacán, “La Bruja” y “El negrito de Batey” de Veracruz, la danza “Flor de piña” de Oaxaca.

El grupo que representó a Chiapas hizo una coreografía grupal y cantaron la hermosa canción “Chiapas, nos une tu grandeza”, para después bailar “Las chiapanecas”, entre otros bailes y canciones de cada Estado. Lo más meritorio es que muchos de ellos, sin experiencia en danza folklórica, sacaron la coreografía de YouTube y la montaron ellos mismos. Fue increíble, la verdad.

A algunos de ellos les pedí que escribieran sus impresiones sobre la muestra. A pesar del cansancio y el estrés que les representó, muchos de ellos agradecieron que se hubiera organizado y expresaban que esto había incrementado su amor por México y su orgullo de pertenecer a un país con tanta riqueza cultural. ¿Será importante promover estos valores en nuestros días? ¿Ustedes qué opinan?

Vaya mi sincero reconocimiento al profesor Martín Maldonado, quien también sin mucha experiencia en estos temas y con algunos problemas de salud, organizó el evento y motivó a los muchachos a dar su mejor esfuerzo (muchachos, aquí es donde le brindan un fuerte aplauso y ovación a su profe Martín).

TRES PUNTOS PARA SOSTENER EL MUNDO

Cuando daba el diplomado para padres en la universidad, les mostraba a los padres una pequeña esfera mapamundi y preguntaba cuántos puntos se necesitan para sostener al mundo. Ponía la esfera sobre uno de mis dedos y obviamente se caía. Sobre dos, también.

Mostraba entonces que se requerían tres puntos para que el mundo se sostuviera y terminaba diciéndoles:

“si el mundo de sus hijos está sostenido por ellos mismos (1), por sus padres (2) y por sus maestros (3), entonces ese mundo estará más firme y más preparado para enfrentar los vendavales”.

Así que, padres y maestros, los invito a unirse en el esfuerzo de encauzar los talentos naturales de sus hijos y alumnos y entonces estaremos legando al mundo jóvenes capaces, dispuestos a luchar por hacer de este un mejor lugar dónde vivir.

Felicidades a estos muchachos que brillaron cual estrellas en el firmamento: hermosos, resplandecientes, cautivadores. Si alguna vez en su futuro, al enfrentar las pruebas que indudablemente la vida les pondrá (y créanlo, serán mucho más duras que el PI) llegan a dudar de sí mismos, recuerden este día y eso les restaurará la confianza en la capacidad que tienen para realizar cosas extraordinarias.

Dios bendiga siempre su camino. Gracias por haberme hecho pasar un día maravilloso y como a veces suelo decir: ¡cómo los quiero, condenadotes!