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La manipulación

La tarea que debían cumplir algunas de las promotoras del feminismo en México era sacar a la mujer de su casa para llevarla a la fábrica y elevar con ello la disponibilidad de mano de obra poco capacitada para precarizar el mercado laboral

Fue allá por el 2002, que el escritor francés Sylvain Timsit publicó un decálogo de las estrategias que son utilizadas con mayor frecuencia por los medios de comunicación y por las élites políticas para manipular a las masas. Destacó, esencialmente tres: Fomentar la distracción, crear problemas y aportar soluciones, y apelar a la gradualidad a efecto de evitar el rechazo. Desde luego, no fue el primero ni el único de los estudiosos que ha tratado el tema. La antigua Roma utilizaban los recursos de pan y circo.

De ahí que resulte interesante saber cómo se ha desarrollado en México el feminismo como política de confrontación. Que quede constancias clara y precisa que una cosa es el derecho de las mujeres a la igualdad de oportunidades y ante la ley, de la que puede ser un magnífico ejemplo el ejercicio del poder en México, donde existe actualmente una absoluta paridad de género en ambas cámaras del Congreso de la Unión y el gobierno; aún no se da en el Poder Judicial y en los organismos autónomos, pero ahí van.

La manipulación

Para hablar del tema con precisión, es necesario acudir al testimonio de una mujer feminista que vio y vivió personalmente la experiencia del nacimiento del feminismo en México y en varios países de la América Latina: Silvia Marcos. Expresa que: "A finales de los ochentas, algunas feministas del Norte empezaron a sentir que podrían obtener más financiamientos de las agencias (gubernamentales) si establecían una oficina o cualquier tipo de contacto con México y otros países de Sudamérica. Esto era cuando estas agencias favorecían a América Latina, antes de que se movieran a privilegiar a África".

El movimiento feminista vino del norte del continente promovido por mujeres que reclamaban algunos derechos que no les eran reconocidos por el gobierno o la sociedad norteamericana, y que tenían muy poco qué ver con las necesidades y demandas de las féminas en los países hispanoparlantes. Se dio la necesidad de buscar puntos de coincidencia que terminaron por imponer patrones culturales foráneos a las mujeres que habrían de ser incorporadas a los movimientos feministas para hacerlos universales.

Silvia asegura que: "Esto fue el principio, que estaba imbuido con un fervor fundacional. Una se sentía muy entusiasmada en impulsar las acciones de la manera en que una pensaba que debían ser. De esta manera, por algunos años, colaboré con un par de organizaciones internacionales. Y entonces alrededor de 1993, me di cuenta que hubo un cambio en el rumbo. Al principio por supuesto, hubo un respeto, expresado, por la pluralidad, y ellas deseaban respetar nuestras particularidades". Después ya no fue así.

Agrega que: "Pero en el momento cuando las organizaciones se empezaron a institucionalizar donde se necesita tener una infraestructura, donde tú necesitas tener horas de trabajo, sueldos u otras formas de pago, todos esas pequeñeces de la vida cotidiana, el espíritu del movimiento empezó a cambiar. Primero una no se daba cuenta, después empezó a haber manipulación y finalmente imposición total. En Norteamérica, las agencias financiadoras simplemente no te otorgan los fondos si no cumples con sus requisitos inadecuados y muchas veces incomprensibles".

La tarea que debían cumplir algunas de las promotoras del feminismo en México era sacar a la mujer de su casa para llevarla a la fábrica y elevar con ello la disponibilidad de mano de obra poco capacitada para precarizar el mercado laboral. Con el agravante de que los salarios de las mujeres han sido siempre más bajos que los del varón, independientemente de agravantes muy notorios como son el acosos sexual, la explotación laboral con horarios extendidos hasta por doce horas, en condiciones inaceptables.

Siguiendo con la experiencia de Silvia Marcos como promotora del feminismo: "En lugar de eso yo estuve en riesgo de empezar a ser como ellas. Eso fue lo que me asustó. Como Joy ha dicho, empiezas a vestirte para las Naciones Unidas para lucir como un diplomático de la ONU y terminas haciendo las cosas como ellos. Y yo me resistí. Yo me volví muy consciente y reflexiva. Así que me di cuenta de que se me había presionado a hacer esto y aquello. No fue una respuesta emocional, no fue frustración, sino un análisis de que esto me estaba transformando, que estaba ayudando a Norteamérica en su empresa neocolonial". 

Es posible que Silvia haya querido referirse más que al vecino del norte, a las grandes transnacionales que dominan el mercado, la economía y las finanzas en todo el planeta, muchas de ellas con asiento allá donde tuvo su inicio la aplicación del neoliberalismo y la globalización como los dos soportes del capitalismo salvaje que va por el mundo engullendo todo lo que encuentra a su paso, sin importar la vida humana ni las afectaciones que se causan al planeta por el proceso de industrialización global.

Quizá sea tiempo de escuchar otras voces, como la del teólogo y pensador brasileño Leonardo Boff, quien al presentar su libro Una ética de la Madre Tierra. Cómo cuidar la Casa Común, señaló que: "Este coronavirus atacó a la Tierra entera. Uno se da cuenta de que se han globalizado la economía y las finanzas, pero no la solidaridad y la cooperación; la Tierra está profundamente amenazada y ya no aguanta el crecimiento ilimitado del capitalismo. Se está imponiendo una sobreexplotación de las personas y de la naturaleza, y quienes más lo sufren son los más pobres".

Luego hizo un llamado a renovar y fortalecer el espíritu fundador del Foro Social Mundial como un espacio destinado a consensuar metas de acción para atacar de frente al sistema. "No basta con encontrarse, hay que avanzar para salvar la Tierra", observó. El FSM supo ser un faro de primer orden a principios de siglo, pero se ha ido debilitando. Han llamado a su fortalecimiento personalidades como el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y muchos intelectuales y dirigentes mundiales, entre ellos Boff, quien para Voces del Mundo lo defendió como "un contrapunto de los poderes desde abajo, con una mentalidad de oposición al capitalismo. Hay que unirnos para defender los derechos conquistados y los recursos que pertenecen al pueblo, como el agua".

La manipulación de la que han venido siendo objeto grupos beligerantes que, conscientes o no, están haciendo el caldo gordo a quienes han visto afectados sus intereses y privilegios por los esfuerzos que se hacen para humanizar la economía y la política y por salvar al planeta de la destrucción sistemática, es evidente y hay que denunciarla.