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¡Ya Chole!

Los empresarios mexicanos de este siglo no tienen nada que ver con los que durante la mayor parte del siglo XX hicieron posible la mayor etapa de paz, estabilidad y desarrollo que haya vivido país alguno

Si los voceros empresariales no se cansar de decir tonterías con el afán de presionar al gobierno para que afloje las acciones de control que han terminado con los rescates financieros de empresas tronadas utilizando recursos públicos y la producción de alimentos industrializados que no corresponden a la oferta nutricional que dicen, la gente que los escucha si está llegando al límite y desde las galerías se deja escuchar la expresión popular de hartazgo, ¡Ya Chole!, exigiendo que cese la sarta de mentiras.

Nada menos ayer, el ínclito Gustavo de Hoyos Walther, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, tuvo la puntada de decir que: "interpondrá amparos en contra de la consulta que pretende realizar el Gobierno federal para la construcción de una planta de amoniaco en Topolobampo, Sinaloa", porque eso puede afectar la confianza de los inversionistas, nacionales y extranjeros y, como consecuencia, disminuirá la creación de nuevas empresas que vengan a generar trabajo y desarrollo.

¡Ya Chole!

Ciertamente, los empresarios mexicanos de este siglo no tienen nada que ver con los que durante la mayor parte del siglo XX hicieron posible la mayor etapa de paz, estabilidad y desarrollo que haya vivido país alguno. Hombres esforzados, de gran iniciativa y mucha disciplina que crearon negocios de clase mundial dando un ejemplo de corresponsabilidad social al pagar salarios justos, dar capacitación continua, otorgar más prestaciones que las obligadas por la ley, incluso con creación de vivienda cercana.

Sería imposible dejar de mencionar a don Manuel Espinosa Yglesias entre los empresarios mexicanos más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Un hombre de una visión extraordinaria para los negocios (los buenos negocios), que llevó la exhibición de películas a todo el territorio nacional por medio de la Compañía Operadora de Teatros, S. A., a partir del negocio familiar que heredó a los 30 años de edad, y que integró el sistema de banca múltiple más importante de toda la América Latina.

Trabajar en Bancomer era un privilegio pues los salarios eran altos, las prestaciones muy buenas y las condiciones laborales inmejorables. Se decía que el nivel de vida de los trabajadores de don Manuel era muy superior al de sus homólogos en los Estados Unidos y no se diga en el resto del continente. Pero, no fue el único. Los capitanes de empresa hicieron florecer las industrias del cemento, el vidrio, el acero, el aluminio, la cerveza y algunas de las agroindustrias más importantes. El gobierno les daba apoyo.

Les daba apoyo con la aplicación cabal de la ley, buscando siempre el mayor beneficio para todas las partes. Los trabajadores tenían un ingreso asegurado; pero, más que eso, la oportunidad de desarrollar sus habilidades dentro de las propias empresas por medio de los cursos continuos de capacitación y adiestramiento que se daban en dentro o en instituciones creadas para tal efecto. Fue una época en que llegar a rico era posible con dedicación, habilidad y empeño. Había ricos; pero no tan ricos como ahora.

Los de hoy, ya se sabe, provienen de la rifa de las empresas del Estado mexicano que realizó Carlos Salinas en la casa de su tío Antonio Ortiz Mena, para lo cual debieron pagar 25 millones de dólares por participar. Las grandes fortunas que se han hecho a partir de ahí, son el resultado de las transas entre empresarios y gobiernos, habiendo llegado al grado tal que ya ni siquiera había que tener un domicilio o instalaciones para hacer efectivas las facturas por elevadísimas sumas de dinero que amparaban nada.

Asegura De Hoyos que si se hace una consulta popular con respecto de la instalación de la planta de amoniaco en Sinaloa, se perderá la confianza de los empresarios. Es posible que su criterio sea tan obtuso que no logra comprender que la confianza en México ha renacido a través de la gran cruzada del gobierno en contra de la corrupción, que costaba a las empresas un buen bonche de dinero por mordidas para mengano y zutano. Hoy México es uno de los pocos países que están atrayendo inversión.

Desde el anuncio de la creación de la planta, un desarrollo del conglomerado suizo-alemana Proman, por medio de su filial mexicana Gas y Petroquímica de Occidente, con una inversión de mil 250 millones de dólares, financiados por el Banco de Desarrollo Alemán, se han manifestado diferentes criterios, dado que puede afectar un sistema biodiverso de mucha importancia. De ahí dependen muy importantes recursos de producción y aprovechamiento de alimentación de origen marino y lacustre.

Según afirmó Diana Escobedo Díaz, investigadora del Departamento de Medio Ambiente del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional del IPN: "La bahía es una zona importante de acumulación de larvas de camarón, es zona de alimentación de tortugas y también es hábitat crítico para el delfín nariz de botella, donde se encuentran las madres con crías que no se ve en ningún otro lugar del sistema lagunar, por lo tanto no se recomienda ningún impacto adicional".

Este impacto adicional ya fue pronosticado a través del estudio de riesgo de la propia GPO en el que se prevé que, en caso de una fuga por un orificio de 3.6 pulgadas de diámetro, el radio de afectación será mortal a 2 kilómetros a la redonda por la inhalación de ese gas tóxico; pero, en caso de una ruptura total del ducto de acero, el radio de afectación será de 15 kilómetros a la redonda, alcanzando a Topolobampo, los campos pesqueros Lázaro Cárdenas y Paredones, Maviri y Ohuira, principalmente.

Dado que hay un sector importante de la población que sí ve con buenos ojos el proyecto, como Guadalupe Rivera, de la comunidad de Lázaro Cárdenas, quien dijo: "Estamos de acuerdo en que sí se haga. Los beneficios que ha aportado a la comunidad, tanto a niños como a adultos mayores, ha habido muchas personas que han requerido cirugías, internamiento, hospitalización y gastos funerarios, son muchísimos apoyos los que han bajado a la comunidad y que el otro grupo no ha querido aceptar", es que el gobierno de la República ha propuesto una consulta popular para que sea la gente, los propios interesados, quienes decidan, lo que es, indudablemente, un ejercicio democrático.

Este ejercicio fortalece, en vez de perjudicar, la confianza de los inversionistas, nacionales y extranjeros, así que ¡ya Chole, a otro hueso con ese can!