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Entre la esclavitud y la libertad

Los llamados a la unidad, a la prudencia, a la razón y al respeto a la ley, se han respondido con descalificaciones, agresiones y la terrible convocatoria al odio

Es en las circunstancia difíciles cuando aflora la naturaleza del ser humano. La tenue línea que separa la libertad de la esclavitud, se hace manifiesta cuando los pueblos deben optar entre el dominio de la ley o del capricho de unos cuantos. Quizá quien con mayor precisión definió estas circunstancias fue el filósofo holandés Baruch Spinoza, al asegurar que: “La peor esclavitud es ser cautivo del propio deseo, pues la libertad únicamente la obtiene aquel que voluntariamente vive según los dictados de la razón”.

El triángulo dramático que tiene en vilo a la humanidad: el agotamiento del modelo neoliberal, que tanto daño causó; la caída de los precios internacionales del petróleo, del que dependen muchos países; y la pandemia del Covid-19, ha generado actitudes y respuestas diferentes y hasta antagónicas; en muchos casos malintencionados y perversas. Los llamados a la unidad, a la prudencia, a la razón y al respeto a la ley, se han respondido con descalificaciones, agresiones y la terrible convocatoria al odio.

Entre la esclavitud y la libertad

Durante los primeros años del México independiente, el instaurador de la República federal, representativa y popular, Gudalupe Victoria, debió sufrir el encono de los imperialistas, especialmente el mariscal de campo de Iturbide, Guerrero; en la Reforma, los conservadores fueron a Miramar por un príncipe rubio que derogara las leyes del 57 y acabara con el indio Juárez; en la Revolución, los científicos aliados a los grandes latifundistas utilizaron las armas para sofocar el reclamo de justicia social, incendiando al país.

Por estos días, cuando se busca cerrar la brecha entre los que nadan en la abundancia y los que de todo carecen, emergen las resistencias y los espacios de expresión se llenan de palabras de animadversión y malquerencia que vienen a nublar la razón y a usurpar el lugar de las buenas intenciones. Quizá se busca hacer realidad el viejo y conocido refrán de que a río revuelto, ganancia de pescadores. El deseo del que hablaba Spinoza, vuelto capricho, quiere imponer voluntades particulares sobre las generales.

No ha mucho que dos de los intelectuales orgánicos de la resistencia al cambio se pronunciaron en contra de la política energética de la actual administración, disertando brillantemente; pero, sobre una base de mentiras y sofismas que caen por su propio peso. Centran su argumentación en el supuesto de que la explotación de los recursos petroleros del país no es redituable en este momento ni lo será en el futuro, pues, aseguran que las energías limpias y renovables habrán de dominar la escena planetaria.

Un viejo y conocido refrán asegura que ser tonto no es un pecado; pero, sí hacer gala de ello. No puede decirse que alguno de ellos sea tonto, lo que lleva a la conclusión de que son perversos y mentirosos. Su punto toral son la energía solar y la eólica, que, por más inversiones que se hayan realizado y puedan hacerse en el porvenir, no han dado los resultados esperados, por la simple y sencilla razón de que la solar presenta variaciones día/noche, además de estacionales; la eólica también va por rachas. La hidroeléctrica es mas regulable pero también responde a variaciones estacionales que obligan a tener sistemas alternativos de respaldo. En todos los casos, el quid está en el almacenamiento y transporte.

Hasta ahora, los inversionistas de buena o mala voluntad han invertido en la generación de energía eléctrica a partir de los aerogeneradores o sistemas fotovoltaicos; pero, no han encontrado la solución para acopiarla a fin de liberarla cuando y donde se desee. Pero, además, están exigiendo que sea la Comisión Federal de Electricidad la que recoja, a pie de generador la energía para sumarla a sus redes de distribución y comercializarla, cargando estos costos al consumidor final. Piden mamar y dar topes.

Al paso de los años, que serán muchos dadas las actuales circunstancias, es posible que se encuentre la manera de resolver esos problemas de logística; pero, en este momento, lo más razonable y más conveniente es seguir utilizando las fuentes tradicional de energía fósil, cuyo almacenaje y transporte son fáciles, baratos y seguros. El petróleo seguirá siendo la principal fuente de energía para todo.

Por lo que hace al petróleo crudo mexicano, seguirá teniendo alta demanda porque complementa los crudos ligeros de otros países que no sirven más que para producir gas y gasolinas. Las refinerías de allá no podrían funcionar sin el componente mexicano, que seguirá siendo promotor del desarrollo.

Por lo que hace a los precios, que se fijarán en 20 dólares el barril, ayer mismo entablaron pláticas los actores principales de la guerra del petróleo, Donald Trump y Vladimir Putin, por lo que se espera una solución de muy corto plazo.

Las embestidas de los ‘contreras’ de siempre, quedarán como siempre, mientras el país va en pos de su destino de libertad y justicia.