Editoriales > ANÁLISIS

¿Qué está detrás?

Las conclusiones son simples y llanas a partir de los hechos concretos

La avalancha que ha arrasado con el sentido común de los espacios noticiosos, no es casual ni gratuita. Tiene el propósito de ocultar las escaramuzas de las potencias que dominan al mundo y el juego maquiavélico que están librando para establecer un nuevo orden económico mundial. Wall Street no se resigna a soltar el dominio financiero y está haciendo como los enterrados vivos, cavando hacia abajo, mientras que los nuevos actores acomodan sus fichas en el tablero gepolítico y hacen buenos acuerdos.

Para mencionar lo que piensa y dice uno de la misma casa, cuyos conocimientos y habilidades no pueden ponerse en tela de duda, lo que advierte Craig Cohen, estratega del banco JPMorgan Chase, es que: “El dólar podría perder su estatus de principal moneda de reserva en las próximas décadas, colapsado por el creciente poder de las economías asiáticas”. Lo dijo en julio del año pasado; pero, todo parece indicar que sus apreciaciones se han adelantado en el tiempo como resultado de las resistencias.

¿Qué está detrás?

Las conclusiones son simples y llanas a partir de los hechos concretos: El creciente poder adquisitivo de la región asiática, que comprende China y va desde la península arábiga y Turquía en el oeste hasta Japón y Nueva Zelanda en el este, y desde Rusia en el norte hasta Australia en el sur, representa dos tercios del crecimiento económico mundial y el 50 % del PIB global; pero, además, incrementará el número de transacciones en monedas distintas al dólar, erosionando su actual estatus y sentando las bases para su reemplazo como la divisa internacional dominante, en un periodo relativamente corto.

¿Qué tan corto? Tanto como el hecho de que durante el 2018 Rusia logró disminuir la hegemonía del dólar estadounidense en su reserva de divisas. De acuerdo con los informes del Banco Central de Rusia a finales de ese año, el país euroasiático tenía en julio del 2017 el 46,3 % de sus activos nominados en dólares, pero en julio de 2018 la cifra se redujo en 21,9 %, menos de la mitad; pero, además, Rusia ha elevado un 14,6 % sus reservas de yuanes (China), un 6,9 % las reservas del euro, el 4,5 % de yenes japoneses y cantidades menores de dólares canadienses y australianos. Eso desató la guerra de petróleo.

El del dominio público que la caída de los precios internacionales del crudo se debe a la ‘disputa’ entre Arabia Saudita y Rusia, aunque la realidad es diferente y tiene que ver con la pugna económica-financiera. En ella se yergue China como el rival ha vencer, pues junto con Irán y Turquía, se resiste a ser objeto de las políticas restrictivas de EU y busca disminuir el uso del dólar en tratos comerciales. Lo que conduce a estimar que quizá la guerra comercial que dijo el presidente que ganaría, se pierde.

Para echar más combustible al fuego y apuntalar la apreciación de que tal vez ha llegado la hora final al dólar, el 1 de agosto de 2019, el presidente del Banco Central de Inglaterra, Mark Carney, alertó del papel desestabilizador del dólar de EU en la economía mundial e instó a sustituir la divisa hegemónica y, además, destacó que el dominio del dólar sobre el sistema financiero mundial aumentó los riesgos de una trampa de liquidez de tasas de interés ultra bajas y un crecimiento débil. Tal como está ocurriendo.

Carney no se ocultó para decir lo que cree, pues su discurso fue pronunciado durante la reunión de banqueros centrales de todo el mundo, realizada en la localidad de Jackson Hole, en el estado de Wyoming, en los mismísimos Estados Unidos. Ahí propuso la sustitución del dólar estadounidense por una alternativa digital global. Aseguró que: “Con una moneda digital se podría amortiguar la influencia dominante del dólar estadounidense en el comercio mundial, y reducir el contagio a otras economías de los shocks estadounidenses gracias a una menor sincronización de ciclos financieros y comerciales”.

La puntilla final del discurso fue la afirmación de que: “La confianza en el dólar estadounidense continúa disminuyendo, porque Washington utiliza el dólar para realizar chantaje político, económico y financiero de manera que según un artículo publicado en junio en el diario austriaco Contra Magazin, muchos países se han sumado a la llamada ‘fiebre del oro’, cuyos bancos centrales están aumentando sus reservas de oro a un ritmo sin precedentes para reducir su dependencia del dólar”. Hay que ver.

La respuesta del Sistema de la Reserva Federal a estas afirmaciones ha venido a resultar cuestionable, por decir lo menos. Su idea se centra en que: “La demanda de dólares nunca ha sido tan grande en todo el mundo. Por lo tanto, la creación de billones de dólares nuevos para mantener solvente la economía mundial durante esta crisis es esencial”. Echar a volar la máquina de los billetes, puede ser adverso.

Por lo pronto, hay que reconocer que no es el virus.