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El terrorismo

Se ha definido al terrorismo como el uso sistemático de tácticas de inducción al miedo, la zozobra y al pánico, que llevan a un sentimiento de fragilidad, impotencia e indefensión. Quizá a lo largo de la historia de la humanidad sean los tambores de guerra la estrategia de terrorismo más utilizada en el planeta, inclusive entre civilizaciones que no tuvieron contacto entre sí. Ahora, el pánico se difunde veloz y eficazmente a través de las redes sociales. Como ha acontecido con las gasolinas.

¿Quién puede olvidar el amago de los gasolineros organizados del país que amenazaron a Fox de que si multaba a una sola estación de gasolina por vender litros de combustible incompletos, de inmediato, todos cerrarían sus puertas, provocando un gran caos en todo el país? 

El terrorismo

El de la botas, mejor se echó para atrás y los litros despachados siguieron siendo de 800 mililitros en tiempos ordinarios, porque cuando tienen que completar el precio de una camioneta nueva, son de 750.

Ahora, la cosa es distinta y el gobierno democráticamente electo, con el apoyo de la mayoría de los mexicanos, va en pos de los pillos que han convertido el negocio de la gasolina en una vaca sagrada de cuyas ubres salen miles de millones de pesos que, estratégicamente repartidos, hacen de la industria energética la forma más rápida, cómoda y fácil de hacerse de colosales fortunas. 

La modalidad en el saqueo de Pemex y demás empresas energéticas, varía según las condiciones que se dan en cada región del país. En algunos lugares, son los políticos y altos niveles ejecutivos de las empresas los que controlan el robo y la comercialización de hidrocarburos; en otros, esas tareas se delegan a los sindicatos, cuyos líderes son considerados al mismo nivel que los jeques árabes.

Quizá en alguna ocasión, perdida entre la bruma de los tiempos, hubo alguien que se atreviera a perforar los ductos de Pemex, con grave riesgo para su vida; pero, ya en los tiempos modernos, cuando el robo de combustible y comercialización es a lo grande y alcanzó un inusitado apogeo, no es necesario, pues las pipas cargadas ilegalmente, salen de las refinerías y de las estaciones de abasto como las de esta frontera. 

Las utilidades son inmensas, tanto que bien merecen el adjetivo de incalculables, utilizado con el mayor acierto. Las fortunas amasadas con este turbio negocio, provienen directamente a los mexicanos de a pie que compran gasolina cara, mala y con merma.

Ahora que el gobierno ha decido terminar con la corrupción que ahoga al Anáhuac, se ha desatado una campaña de terror sembrando el pánico en la comunidad. 

Se han ido de boca quienes han querido, haciendo el caldo gordo a los bribones. Las redes sociales fueron instrumentos con los que se magnificó el terrorismo, estimulando la sicosis, de tal suerte que todos querían llenar los tanques de sus vehículos al mismo tiempo, sin oír las voces de cordura que llamaban a la calma.

Hubo quien declaró que debió esperar cuatro horas para cargar combustible, lo que, por más que se quiere admitir, resulta increíble. Sí hubo largas filas, sí hubo que esperar; pero, no tanto. Y, lo más importante, si aún tenían alguna reserva en el tanque, ¿para qué hacer compras de pánico?

El gobierno está haciendo lo que debió haberse hecho hace muchos años; corresponde a los gobernados secundar esas acciones que van en su beneficio, cuando menos tomando una actitud razonable. Que los funcionarios corruptos, los líderes sindicales ladrones y los gasolineros sin escrúpulos no se salgan con la suya. Es posible que resulte mucho pedir que, en defensa de México y de los mexicanos, los dueños de vehículos dejen de utilizarlos para moverse a pie o en bicicleta, cuando menos en lo que corresponde a distancias cortas. Eso sí sería una muestra de patriotismo.

Los héroes que dieron patria, libertad y justicia a México, no se fijaron en sacrificio alguno; por el contrario, abandonaron la comodidad de sus hogares, de sus cargos en el gobierno, de sus negocios, para irse a la Guerra de Independencia, para combatir las invasiones, para restaurar la República, para crear el más luminoso régimen se justicia social en el siglo XX, del que surgieron los tres Premios Nobel y los portentosos logros en los tres grandes campos de la cultura humana.

Lo menos que pueden hacer los aborígenes, es no dejarse llevar por las tácticas del terrorismo.