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El poder del perdón

Han saltado muchas cáscaras luego de la reafirmación del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que habrá punto final en cuanto a ese cáncer que correo las entrañas de la patria, la corrupción, que se han enseñoreado del Anáhuac desde hace más de tres décadas de gobiernos irresponsables, coludidos con empresarios voraces. Además, habrá amnistía para los que viven al margen de la ley.

De entrada, ambas propuestas se semejan enormemente a las acciones de Jesús en el pasaje bíblico en que defiende a la mujer adúltera que iba a ser apedreada pidiendo a la muchedumbre que el que esté libre de culpa, arroje la primera piedra. Luego, de ello, la perdona y le dice: “vete y no peques más”. Habrá quien no alcance a entender el enorme valor de la lección; pero, nadie puede negar la fuerza poderosa del perdón.

El poder del perdón

Dos siglos después de las andanzas de Jesús en la tierra, otro hombre de grandes y notables virtudes, Nelson Mandela, luego de sufrir tres décadas de prisión, salió de la cárcel para guiar a su pueblo hacia la reconciliación, en circunstancias de extrema complejidad en que blancos y negros, pobres y ricos, ilustrados es ignorantes libraban una enconada batalla aderezada por el odio y el rencor, el abuso y asesinatos impunes.

Con una frase sencilla y simple; pero, rotunda e incontrovertible, enseñó a Sudáfrica: “El perdón libera el alma, elimina el miedo. Por eso es una herramienta tan poderosa”.

Ahora que está en puerta la inauguración de la Cuarta Transformación, no pueden los mexicanos ser menos que los jerosolimitanos ni los sudafricanos. No pueden negarse a perdonar como aquellos que alcanzaron el beneficio de la sanación del alma, a través de acciones que están inscritas en los textos más sublimes que definen la naturaleza humana. Argumentos en pro y en contra del perdón abundan; pero, uno es el camino.

Nada menos ayer, Estefanía Medina, cofundadora y directora del despacho Tojil Estrategia Contra la Impunidad, asegura que: “El punto final significaría prolongar la amnistía de facto que ha existido para los corruptos en México. El borrón y cuenta nueva, con el sistema de impunidad del que venimos, no va a significar un cambio”. Desde luego, esta abogada que ha dedicado parte importante de su vida profesional a representar a víctimas se refiere a la colusión que libera der castigo a los delincuentes.

 Precisamente, su despacho tiene en tribunales dos de los casos emblemáticos de la corrupción del sexenio de Enrique Peña Nieto: la reducida pena de nueve años para el exgobernador de Veracruz Javier Duarte, pese al millonario desfalco al erario, y la llamada estafa maestra, que involucra a las secretarías que fueron puestas en manos de Rosario Robles: de Desarrollo Social y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano.

Aparentemente esta abogada y muchos otros que se han pronunciado en contra del punto final, especialmente las víctimas de toda clase de crímenes, excesos y abusos que se han cometido durante lo que va del siglo, tiene razón; pero, no. Nada de lo que se haga podrá remediar lo que ya pasó. Los difuntos no van a revivir, los fraudes no se van a remediar, el saqueo inaudito de la riquezas nacionales no tiene marcha atrás.

Con frecuencia se dice que las víctimas anhelan, cuando menos, el consuelo de saber que se ha hecho justicia llevando a los criminales y delincuentes a la picota; otra vez, no. Quienes entienden de estas cosas, saben que no existe más eficaz bálsamo para el alma que el perdón y el olvido. Alegóricamente Don Quijote lo llamó el Bálsamo de Fierabrás, que cura todo mal y toda bien, también. El perdón restaura la integridad.

El Dr. Michel Manciaux es Profesor Emérito de Pediatría por la Universidad de Nancy en Francia. Fue director de la Organización Mundial de la Salud para Europa en programas materno-infantiles y Director del Centro Internacional de la Infancia de París. Este eminente especialista escribió que: “Existen personas que al enfrentarse a un trauma o una desgracia permiten que éstas los superen; pero, hay otras que no lo permiten y que consiguen continuar con su vida sin problemas. Incluso, muchas llevan esta actitud a un nivel superior y transforman ese trauma en algo positivo; es decir que el problema los ayuda a desarrollar recursos para sobrevivir que no creían tener”.

Quizá el mejor ejemplo de ello fueron Gandhi y Mandela. Ellos, basados en la sicología positiva consideraron los problemas como desafíos, que son enfrentados y superados por las personas gracias a la resiliencia. Hay distintas circunstancias que favorecerán o no el desarrollo de la resiliencia en cada hombre, como la educación, las relaciones familiares y el contexto social. Al caso, habría que señalar la oportunidad de volver a México a la ruta profundamente humanista por medio de la Cuarta Transformación.

Porque, como dijo don Nelson: “El arma más potente no es la violencia; sino, hablar con la gente”.