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El animal que tropieza dos veces...

ay personas inteligentes y de buena fe que saben que la supervivencia de la especie humana no será por medio del despojo y la acumulación; sino de un justo aprovechamiento de los bienes de la tierra y del adecuado reparto de sus beneficios

El fracaso de las teorías de los grandes economistas reside en el hecho de haber tomado a la economía como una ciencia exacta, cuando no lo es. Quizá el error parte de la utilización de las matemáticas en los cálculos económicos; pero, un instrumento no hace una ciencia. Yendo a lo profundo, la etimología misma de las matemáticas indica su naturaleza: mathema=estudio de un tema, y se define como la ciencia formal y exacta, basada en la lógica, que estudia las propiedades y las relaciones entre entes abstractos.

Ordinariamente, todos los economistas hablan (igual que los políticos) de un punto de equilibrio, que puede darse en las funciones matemáticas relacionadas con los números, las figuras geométricas o los símbolos; pero, no entre los distintos factores de la economía ni sus instrumentos operativos, interés, liquidez, producción, inversión y consumo, en los que siempre predominará la función descubierta por Keynes: “Cuanto más ricos son, más riqueza buscarán”. Nada de equilibrio entre inversión y rendimiento.

El animal que tropieza dos veces...

Fue por ello que, al menos en el Anáhuac, cuando llegaron los muchachos con postgrado en las aulas universitarias de los Estados Unidos, en cumplimiento de la promesa de Lansing, se arrochelaron las políticas de desarrollo compartido y justicia social para ladear todo en beneficio del sector empresarial que supo comprar conciencias de político y de comunicaciones, a fin de enseñorear a una mafia de densos e impenetrables intereses que posibilitó la acumulación de la riqueza en unas cuantas manos estériles.

Los resultados han sido desastrosos en todos los sentidos y, aunque las rectificaciones ya comenzaron, la corrección de los yerros perpetrados impunemente tardarán muchos años, quizá generaciones. Hay personas inteligentes y de buena fe que saben que la supervivencia de la especie humana no será por medio del despojo y la acumulación; sino de un justo aprovechamiento de los bienes de la tierra y del adecuado reparto de sus beneficios. Que haya ricos, tan ricos como quieran; pero, no pillos ni ladrones

En la infinita variedad de caracteres que pueblan el planeta, habrá quien opte por la riqueza; otros por el arte y la creación; aquellos por la ciencia y el conocimiento y más allá los que aspiren a la santidad por el camino de la virtud. Que todos tengan posibilidades de servir a sus semejantes por medio de la realización de sus propias vocaciones, a las que se reconoce también como dones divinos o facultades. Pero, que nadie pretenda avasallar a sus semejantes y menos despojarlos de sus derechos y de sus bienes.

El acuerdo para modificar el esquema de pensiones de México ha sido un gran avance; pero, por sí sólo no basta, hay que ir más allá y legislar para que el trabajador recobre su poder de compra y con ello se cumpla uno de los propósitos de la economía con justicia: dar a cada quien lo que le corresponde, tanto por lo que hace a sus talentos y habilidades, como por su capacidad productiva y experiencia, que bien se ha dicho desde tiempos inmemoriales que: “más sabe el Diablo por viejo que por diablo”.

No conmovieron a las almas mezquinas los millones de niños, jóvenes y adultos que mueren de sed, hambre, frío y desamparo; tampoco aceptaron moderar sus ingresos para mitigar el grave daño que se provoca al planeta con el proceso de producción masiva que contamina aire, agua y tierra; menos se conmovieron con los estragos que han provocado los desastres naturales, avisos del planeta a sus más acérrimos depredadores. Quizá ahora que la pandemia ha demostrado que no tiene preferencias, puedan reaccionar y dar marcha atrás a sus avidez enfermiza de riqueza; reaccionar para salvarse a sí mismos.

Nada menos, ayer, en un comunicado la International Chamber of Commerce, socio institucional de confianza del sector privado, gobiernos y organizaciones internacionales en más de 100 países, alentó a los líderes de empresas en México a que mantengan los más altos estándares de integridad en las transacciones comerciales y a que sigan actuando de manera responsable con respecto a los derechos humanos, la buena gobernanza y las normas de integridad al realizar sus actividades empresariales.

El propio Claus von Wobeser, presidente de la ICC México, expresó: “Nuestro país requiere fortalecer su posición como una jurisdicción atractiva a la inversión para recuperar sus fuentes de trabajo y potencial de crecimiento y desarrollo”. No salió con la cantaleta de que el gobierno se endeude para rescatar empresas tronadas; sino recomendó actuar con honestidad y justicia para la recuperación en bien de todos.

Que los magnates mexicanos dejen de ser aquel animal que tropieza dos veces con la misma piedra.