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Con palitos y bolitas

La fórmula es tan simple como se ha venido planteando desde el inicio del México independiente cuando don Miguel Hidalgo abolió la esclavitud

Entender el sentido de la Cuarta Trasformación es fundamental. Las alternativas que viene planteando al régimen de AMLO son viables y deseables ante las opciones que se observan a lo largo y ancho del planeta. Por un lado, el neoliberalismo ha generado medidas de protección a ultranza que conducen a los extremos del neofascismo y tienden a la destrucción del ser humano y de su hábitat; por el otro, un utópico y acaso romántico levantamiento de las clases populares en contra de los sistemas opresivos.

Ya en ocasiones previas, los conductores de la nación mexicana utilizaron el método del sincretismo, esto es, la conciliación de distintas corrientes políticas, económicas y sociales, para dar lugar a una nueva manera de ver y entender el pacto social que garantice la viabilidad del país y el bienestar de los paisanos. El último caso fue el de la Revolución Mexicana, en que se tomaron las mejores propuestas de los modelos capitalista y comunista, para llegar a la justicia social, que luego se llamó Tercera Vía.

Con palitos y bolitas

Ahora, se busca un nuevo acuerdo de libre comercio con los vecinos del norte; pero, ya sin las cargas perniciosas que hicieron del primero una colosal fábrica de multimillonarios a costa de la explotación de la mano de obra pobremente calificada y peor pagada. En los tres países firmantes, se tiene la plena conciencia de que los beneficios de este nuevo pacto tendrán que distribuirse de manera racional y justa; además de evitar que las acciones de uno de ellos perjudiquen el entorno medioambiental de los otros.

Al mismo tiempo, se están tomando acciones para fortalecer la economía de las zona tradicionalmente marginadas, sobre todo del sur y el sureste, donde, en medio de grandes riquezas naturales, sobreviven grupos de mexicanos totalmente excluidos del progreso y el bienestar. Y, como medida preventiva para paliar los efectos de las grandes corrientes migratorias, se busca crear polos de desarrollo en las naciones tradicionalmente explotadas por el capitalismo rapaz, a las que se ha despojado de casi todo.

La fórmula es tan simple como se ha venido planteando desde el inicio del México independiente cuando don Miguel Hidalgo abolió la esclavitud y el generalísimo Morelos propuso moderar tanto la opulencia como la indigencia para hacer de la nueva nación una tierra de justicia y concordia. Con esta idea, el gobierno de México busca evitar los extremos de la violencia, que convierte a los pueblos prósperos en naciones miserables y dependientes que ‘necesitan ser rescatadas’ por los acaudalados.

Desde el inicio del actual régimen se han manifestado voces airadas de oposición a la propuesta de que primero los pobres; pero, lo han hecho con fallas de origen, entre la que destaca la defensa de intereses oscuros que les permitieron durante los gobiernos previos de hacerse de mulas a la mala. No tienen una tesis sólida que oponer a las alternativas de solución que se plantean. A lo más que han llegado es a señalar los prietitos del arroz, que en realidad son propios de toda gestión humana y no afectan el fin. Lo que ha menudeado son mentiras colosales que resultan como las escupidas al cielo y su respuesta.

La relación entre la visión de lo que se hace y lo que está por hacerse, y la formación de movimientos políticos en sentido contrario, ha sido lenta, penosa y estéril por la simple razón de que la Cuarta Transformación es un movimiento que viene de lejos y tiene profundas raíces populares y sociales, a las que se agrega un sentido filosófico que recoge lo mejor del pensamiento humanista de todas las épocas en todos los confines del ancho mundo. Decir que se trata de un régimen voluntarista luego de haber sufrido los caprichos de sus antecesores inmediatos, es un absurdo; como lo es que se habla de estatización luego de convocar a los inversionistas nacionales y extranjeros a participar en el Plan Nacional de Infraestructura y la magnífica respuesta que, inclusive hizo venir a México a Ana Botín. 

Lo deseable es que las fuerzas políticas y económicas bien intencionadas abandonen sus posiciones, casi irreductibles, para ver y entender la propuesta del actual gobierno y actuar en consecuencia. Se puede señalar lo malo o deficiente proponiendo alternativas posibles que estén afincadas en las mismas ideas de justicia social y de un efectivo estado de derecho, en el que todos los ciudadanos puedan gozar libremente de las prerrogativas genuinas que les otorga la Constitución y las leyes de que la misma emanan.

De lo contrario, la oposición potencial estará por siempre confinada a un círculo limitado de demandas y reclamos inconfesables, especialmente los que tienen que ver con las camarillas del poder del dinero.

Entender es fundamental.