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El fantasma nuclear

Este año nuevo, en cuyo inicio se desearon muchas felicidades, viene cargado de presagios poco halagüeños en lo que se refiere a la seguridad mundial, amenazada por guerras en curso y amagos de lo que está por venir, entre lo que destaca la posibilidad de una hecatombe mundial a base de armas nucleares, de la que no quedará piedra sobre piedra. Los hecho no son para nada tranquilizadores, pues avanza el arribo al poder de personajes con perfil bélico que lanzan terribles amenazas contra los otros.

Hace 27 años, el 3 de enero de 1993, los presidentes de Estados Unidos, George Bush, y su homólogo ruso, Borís Yeltsin, firmaron el tratado de reducción de armas estratégicas que recibió el nombre de START-II. En éste, ambas naciones se comprometían a reducir el número de cabezas nucleares a no más de 3.500 por cada bando. El parlamento ruso tardó 7 años en ratificar el tratado. La ratificación del tratado tenía más bien un significado político. Era un gesto pacífico de Rusia hacia Estados Unidos.

El fantasma nuclear

Cabe señalar que la carrera armamentista entre EU y la URSS había comenzado en la década del 1950, cuando el primero se sintió en riesgo luego de que la Unión Soviética puso en órbita al satélite Sputnik. Según el analista internacional Alberto Hutschenreuter: "Si la Unión Soviética había puesto un satélite en el espacio, eso quería decir que estaba en condiciones de alcanzar territorio norteamericano con misiles". Con las dos potencias invirtiendo mucho dinero en armamento, el denominado 'equilibrio del terror' entraba en riesgo de romperse y hacía necesaria la firma de nuevos acuerdos entre las potencias.

El SALT (Strategic Arms Limitation Talks), fue un ciclo de conversaciones entre los gobiernos de la Unión Soviética y los Estados Unidos con la intención de llegar a un acuerdo para limitar el uso de armas nucleares. El diálogo se inició en Helsinki, Finlandia, en 1969 y se extendió hasta 1972, cuando Leonid Brézhnev y el entonces presidente estadounidense Richard Nixon acordaron convertir esas conversaciones en un tratado que comprometiera a las dos potencias en el límite de las armas nucleares.

Sin embrago, a pesar del éxito de las negociaciones, el acuerdo duró poco y comenzó a caer ya entrada la década de 1980. El comienzo de la Guerra de Afganistán (1978-1992) incrementó la tensión entre las dos potencias y comenzó a crecer en EU la idea de retirarse del acuerdo. Finalmente, la política de 'Iniciativa de Defensa Estratégica' aplicada por el presidente estadounidense Ronald Reagan (1981-1989) y el rechazo del Senado estadounidense a los acuerdos acabaron en el retiro de EU del pacto.

Dos años después, en 1991, fue firmado el START-1, considerado como el más amplio acuerdo de desarme, el cual obligó a las dos partes a desprenderse del 30 por ciento de su arsenal atómico; pero, la firma de este convenio fue firmada hasta 1994 con una vigencia de cinco años. Antes de que se feneciera, fue firmado el START II, gracias a la buena disposición de los presidente Bush Sr. y Yeltsin, mismo que fue convalidado en 2010 por los mandatarios Barak Obama y Dmitri Medvédev, en Praga.

Necesario es hacer notar que la firma de los sucesivos acuerdos para limitar las armas nucleares no se reflejó en los empeños por lograr la paz mundial, pues las dos potencias siguieron desarrollando armas convencionales y patrocinando guerras regionales en prácticamente todo el mundo en apoyo de sus aliados o en contra de sus adversarios, como viene ocurriendo hasta la fecha. Dependiendo de los avances en la creación de nuevo y sofisticado armamento, las dos potencias se culpan de violaciones.

En ese sentido, durante la 41ª Conferencia Nacional Anual de Estudiantes Conservadores en Washington, celebrada en el mes de julio del año pasado, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, John Bolton, afirmó contundentemente que:"El nuevo acuerdo nuclear START, que fue ratificado en 2010, fue defectuoso desde el principio, no cubría las armas nucleares tácticas de corto alcance o los nuevos sistemas de ataque rusos; debe expirar en febrero de 2021, y aunque no se ha tomado ninguna decisión, es poco probable que se extienda"; pero, todo indica que está muerto ya.

El viernes 2 de agosto del 2019, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, anunció que: “Estados Unidos se retira formalmente del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) con Rusia este día”. La retirada de Estados Unidos pone fin a un pacto histórico de control de armas que ha limitado el desarrollo de misiles terrestres con un alcance de 500 a 5.500 kilómetros y está generando temores de una nueva carrera armamentista. “Rusia es el único responsable de la desaparición del tratado”, dijo Pompeo tras el fin formal del tratado nuclear de la Guerra Fría.

En respuesta, su contraparte, anunció los últimos sistemas de misiles hipersónicos Avangard, que cuentan con ojiva planeadora que permite evadir las defensas antimisiles de cualquier adversario. Fue en el mes de noviembre del año pasado, cuando los militares rusos mostraron a los inspectores de Estados Unidos el Avangard, cumpliendo con lo estipulado dentro del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas . Se anunció, entonces, que: "Son imposibles de interceptar por los sistemas de defensa antimisiles existentes y en desarrollo. (…) Los medios de detección terrestres son incapaces de calcular el vuelo de Avangard, por eso ahora Estados Unidos piensa lanzar al espacio una gran cantidad de satélites con nuevos sensores de detección infrarroja". Con acuerdo o sin él, la guerra nuclear se cierne sobre la cabeza de la humanidad mientras las dos potencias gastan enormes sumas de dinero en más armas. De continuar esta carrera, el año nuevo no traerá los buenos augurios que se desearon.