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El mar de las tinieblas

En el caso de los niños migrantes, que tanta polvadera levantó, viene a ocurrir que las acciones que se han ideado para contener las olas migratorias de los países pobres a los desarrollados, han tenido efectos contrarios al esperado

El año que concluye estuvo plagado de grandes logros en prácticamente todos los aspectos de la vida nacional. Se detuvo el declive de la economía y el peso sale fortalecido como en sus mejores tiempos; se inició la transformación institucional para poner a los órganos de gobierno, autónomos y los de la sociedad civil, al servicio de México y los mexicanos, acabando con la perniciosa subordinación a los intereses de la plutocracia. Se ha avanzado mucho en el combate a la corrupción y en el logro de la paz.

Pero, los riesgos y los peligros del mar tenebroso no cejan. A los emisarios del pasado, que defienden a ultranza sus privilegios, se han unido los foráneos, incluyendo países que se encaminan al proceso de derechización de la América Latina para cobijar a las grandes trasnacionales que van por las materias primas y necesitan de capataces que opriman a sus pueblos y ahoguen todo intento de defensa o de denuncia. El enorme peso del capitalismo salvaje sobre los organismos internacionales, se hace ver.

El mar de las tinieblas

Cuando en México se consolidan los avances en el auténtico proceso de democratización y se instaura un gobierno abierto a todas las expresiones políticas bajo la premisa de que el bien común es prioritario, en otras partes de la misma región se imponen gobiernos de facto por la vía de la legalidad que no va más allá de las formas, sin tocar la esencia del derecho que asiste a cada pueblo de darse el gobierno que merece. Tocan a rebato las camarillas plutocráticas cuyos intereses se ven acorralados por el mandato de la ley que busca paliar la brecha que separa a los ricos de los que apenas sobreviven.

En medio de ello, según ha denunciado la Unicef y se ha plasmado en este mismo espacio, lo mejor que tiene la humanidad: los niños, vienen a resultar las víctimas principales, lo que ha llevado a Henrietta Fore, directora ejecutiva del organismo a asegurar que: “Los ataques contra los niños son incesantes porque los contendientes se burlan de una de las reglas más básicas de la guerra: garantizar la protección de los pequeños. Por cada acto de violencia contra los niños que genera titulares y provoca gritos de indignación, hay muchos más que no se denuncian”.

¿Qué mayor atentado contra un niño que dejarlo sin padres, sin casa, sin agua ni alimento nada más por haber nacido en una humilde vivienda de una comunidad recóndita del sureste mexicano, de los andes bolivianos o de una fabela en Brasil? Y, no es uno, son miles cada día, que sufren, además de las carencias materiales, el desprecio de la sociedad ahíta que no siquiera se toma la molestia de mirarlos.

Las cifras son aterradoras; pero, lejos de disminuir, crecen y se multiplican. Si en el 2018, la Organización de Naciones Unidas documentó más de 24 mil violaciones graves contra los derechos de los niños, que incluyen asesinatos, mutilaciones, violencia sexual, secuestros, denegación de acceso humanitario, reclutamiento forzoso y ataques contra escuelas y hospitales; Unicef denunció el uso continuo y generalizado de ataques aéreos y armas explosivas que causan la gran mayoría de víctimas infantiles en conflictos armados. Más de 12 mil niños fueron asesinados o mutilados en 2018.

En el caso de los niños migrantes, que tanta polvadera levantó, viene a ocurrir que las acciones que se han ideado para contener las olas migratorias de los países pobres a los desarrollados, han tenido efectos contrarios al esperado. La política migratoria de Estados Unidos y México se ha traducido en más fuerzas de seguridad en la frontera para menguar el negocio; pero, las bandas de pateros no están preocupadas: puede haber menos cruces y se gasta más, pero también se cobra más. Este año en ambos lados de la frontera, ha habido una combinación de nuevas maneras con viejas técnicas: precios más altos para los viajes, pagos por entregarse a las autoridades, nuevas ofertas, pero también el uso de rutas tradicionales y los sobornos generosos a funcionarios. El problema persiste y se agrava con las trabas.

Las alternativas son las que plantea el régimen de la Cuarta Transformación, esto es, la promoción del desarrollo integral con igualdad de oportunidades para personas y regiones. Una integración que vaya más allá de las fórmulas de supeditación,en que uno gana poco y el otro se lleva la tajada grande. Si hay trabajo decente y un buen gobierno en cada lugar de dentro o de fuera del país, ¿quién querría dejar su casa, su familia, sus amigos? La migración, como se ha reiterado frecuentemente, sería por puro placer,no por necesidad, como ocurre actualmente. 

El año que termina, termina bien para México y los mexicanos; pero, aunque falta mucho por hacer, lo importante es que se ha definido el rumbo y que hay una mano firme en el timón. El año próximo, una vez lograda la estabilización y la buena voluntad de los actores principales para seguir adelante, se esperan grandes eventos que situarán a México en el lugar que le corresponde dentro de las naciones civilizadas, nuevamente, marcando rutas y exponiendo con el ejemplo los modos. 

Como afirmara Cicerón: “La República no saca a la luz el mejor régimen posible, sino más bien la naturaleza de los asuntos políticos; la naturaleza de la ciudad”. El fortalecimiento de la República representativa, democrática y federal entendida en todos sus términos, permitirá conocer la naturaleza de quienes se oponen a los cambios y están haciendo una feroz resistencia a las tareas de recuperación de la paz y el restablecimiento de la justicia social.

Los peligros acecha; pero, la voluntad de los mexicanos es avanzar en la democracia efectiva.