Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA

Un drogadicto en casa, peor que una maldición

Levante la mano, quien conozca a una persona que consuma dos o más cervezas al día

Doy un promedio de cuatro pláticas por semanas en escuelas de educación preescolar, con padres, igual, en primarias, secundarias y bachillerato, recorro la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, México, donde vivo, de salón en salón, de grupo en grupo, por las mañanas, regalo la historia de mi vida a más de 300 niños, por las tardes, hago el mayor de mis esfuerzos y voy a una junta con padres de familia, a lo mucho, van diez, no obstante hago mi servicio social y les doy mi testimonio, la historia de mi vida. Cada evento, genera en mí, un gran aprendizaje, los niños, con su inocencia, su sangre fresca, lo genuino y la honestidad en ellos, me enseña un mundo de cosas, me doy cuenta que los temas de alcoholismo, drogadicción, violencia doméstica, hostigamiento escolar, desintegración familiar, mala comunicación entre padres e hijos, neurosis, depresión, son temas comunes, por demás conocidos y cuando entro en calor, les comienzo a preguntar.- Levante la mano… Quien conozca  a una persona que consumo de una caguama a dos al día? cuando la levantan por el consumo de cerveza, es casi general, como cuando les pregunto.- Levante la mano quien pase ocho horas prendido de un aparato electrónico.- Son mayoría los que levantan la mano. La cerveza es una droga, y la adicción a los celulares, es peligrosa.-

Un drogadicto en casa, peor que una maldición

 Hablando de mí, les muestro el futuro en la bola de cristal

Un drogadicto en casa, primero se intoxica a manera de juego, fumando marihuana, tomando cerveza, consumiendo pastillas, inhalando sustancias tóxicas y poderosas, comienza poco a poco a entrar al  pantano, a ese callejón sin salida que son las adicciones, a la cruda y triste realidad de la enfermedad emocional, y las consecuencias no se dejan esperar, por principios de cuenta, abandona la escuela, claudica y erradica su presente y su futuro, ya no cabe en ese círculo, ya no es lo mismo, o lo corren por ingobernable o bien, el mismo toma la decisión de cancelar su proyecto escolar, se convierte en un parásito social, en un mediocre, perezoso, enano, sin ganas de nada, todo el día duerme y de noche anda de vago, él, este drogadicto, se convierte en un gran maestro, porque comienza a enseñar el infierno que es vivir cuando alguien tiene la compulsión de las drogas, cambian, en ese hogar los horarios, el estilo de vida, la comunicación, se llena, esta casa de neurosis, incertidumbre, miedos, dolor, frustración, tristeza y el drogadicto cada vez se hunde más y más, de una sustancia se va a otra, se junta con jóvenes malvivientes igual que ellos y es realmente una vergüenza familiar, un dolor profundo, una herida grave en el alma y el tiempo transcurre de mal en peor y ese joven, muere antes de cumplir 25 años, muere su carrera académica, muere en dignidad, como también mueren sus ilusiones y sus sueños, hay quienes mueren asesinados o en accidentes, otros mueren en su libertad y reciben sentencias largas como resultado de sus actos y esta es la verdad, no hay drogadicto que no se escape, que no sea mediocre.

La culpa del papá

Algunos padres dan la espalda a sus hijos, y como consecuencia, embarazan a las mujeres, casados o no, después son irresponsables y jamás vuelven a ver a sus hijos, otros, son un pésimo ejemplo, borrachos, todos los días consumen cerveza, son mala copa, drogadictos, mujeriegos, generadores de violencia doméstica, son poco hombres, porque se lavan las manos y estos niños, productos de los hogares disfuncionales son los candidatos más sólidos para caer en las garras de las adicciones, padres de todos los estratos sociales, sin distinción, incluso, indígenas o menonitas, son igual de dañinos para los niños y en otro orden de ideas, hay padres y padrastros que dan un pésimo ejemplo en sus patrones de conductas, son esos típicos machos mexicanos, buenos para nada, cobardes, mal nacidos que sentencian a sus hijos al fracaso y a que se hundan en el infierno de las drogas y la delincuencia.