Columnas > ERNESTO SALAYANDIA GARCÍA

Color Esperanza

Somos muchos, los del problema, pero pocos los elegidos

Cuando militaba en el grupo de  AA en San Agustín Polanco de la CDMX, en mi búsqueda interior y en mi afán por servir  fui a dar un servicio a un domicilio particular, se trataba de un joven de 21 años, atrapado en una adicción muy peligrosa, no doy datos, por razones obvias, este toxico, le tenía destrozado todo el sistema respiratorio, generando fuertes dolores en pecho y garganta, hijo  único de un capitán piloto aviador comercial, en un trámite violento de divorcio y este chavo, en depresión y prendido de esa poderosa y destructiva droga, la mayor parte del tiempo, sus ojos estaban teñidos de rojo, flaco, abandonado de sí mismo, logre que fuera a juntas de AA, con el poco tiempo, escuche su historia, palpe su dolor y no lo deje solo, por desgracia la droga ya había exterminado la fortaleza de sus pulmones, murió de un paro espiratorio, me pudo en el alma y de estas vivencias, tengo un mundo, he visto morir a infinidad de mediocres que no se rindieron ante la diabólica enfermedad, muchos, aparentaron sobriedad, recuperación, pero de noche se desatrampaban, no he visto a nadie que le gane y día con día, veo a Ernesto en un buen número de adictos, veo a mi madre llorando de impotencia a mi esposa, asustada, frustrada y desesperada, ahí , en estas personas con las qué trato, veo a Ernesto, ese Ernesto, murto en vida, atrapado sin salida, algunas noches, me habla Johnny, a quien he tratado de rescatar desde hace 15 años, lo he intentado todo, pero he fracasado porque él no ha querido, tiene una voz de terciopelo, era portador de una sorprendente personalidad, ahora, no queda ni la sombra, fue maestro y a pesar de los pesares, una maestra lo protegió por años, hemos ido de un proceso a otro, sin resultados, vive solo , lo acompañan más de 15 perros, cruzados con corrientes y de la calle, me habla y su voz lo delata, seca, triste, torpe, propia de un alcohólico pasado de copas, igual que yo, con grandes planes, hablando de ganas, solo de los dientes para afuera,  dándome consejos, no me dice donde vive, porque le da miedo a que vaya por él y lo interne, la verdad, que lloro cada vez que termino de hablar con él y lo dejo que suelte todo lo que quiera, sé que para él es muy importante que alguien lo escuche, he pensado en  pedirle que me regale su testimonio de vida para usarlo con todo aquel que no cree en la perversidad de esta perra enfermedad, perra, que no distingue edad, ni sexo, ni posición social, es física, mental, emocional, espiritual y de la personalidad,  sé que producir ese video y mostrárselo a un mediocre, alcohólico, drogadictos, será sin duda, como lavárle la cabeza al burro, voy a perder el tiempo, el agua y el jabón, con el riesgo de que me dé, hasta un patadon.-

El que por su gusto, muere, hasta la muerte le sabe.- ¿Qué no? Y ahí esta Ernesto, el tipo negado, terco, cerrado, nada humilde, a la defensiva y nadie puede abrir una puerta, mientras no le quiten los candados.- Lo mío es emocional, me dice Raquel.- y le preguntó.- ¿ Por qué te pones como araña fumigada y no puedes parar, al día siguiente te la curas y es el cuento de nunca acabar.- Todos, sabemos qué necesitamos ayuda, pero justificamos el placer que produce la sustancia, la sensación que genera, aunque llega el momento en que yo ya no disfrutaba nada, ni el alcohol, ni la cocaína, ni la morfina, ni las pastillas, mi cerebro se convirtió en inmune, cero anestesia, y nada mas me drogaba por drogarme, repitiendo la misma rutina todos los días y si hay algo, que me provoque mayor tristeza, es ver a ese Ernesto a cada instante, la otra noche, un niño de 17 años, al cuidado de la abuela, me juro y perjuro que no usaba cristal, que lo de él, era solo marihuana, puedes verlo, lleno de ansiedad, sentado con sus piernas temblando, en extremo tic nervioso, flaco, en ojeras profundas, mirada triste, apagada, amarillo, pálido, anémico, mal, muy mal y con esa  soberbia, me mando a freír espárragos.- Yo solo fumo marihuana.

Color Esperanza

En  la noche, la judicial lo sorprendió fumando cristal en la vía publica y lo puso a disposición del Ministerio público por posesión de cristal, ahí el juez le dio a escoger.-El CERESO por 6 meses o un centro de rehabilitación por 4,. Tú decides.- Por supuesto, que acepto el internamiento, Dios quiera y pueda encontrar libertad.