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Recordando a Homero Cipriano San Miguel

Hoy quiero que me acompañes a realizar Un Viaje al Pasado para recordar a un hombre decidido, que se forjó una meta y la cumplió, demostrando que todo lo que se quiere lograr en la vida se puede, gracias a su esfuerzo, dedicación y trabajo logró salir adelante, me refiero al señor Homero Cipriano San Miguel.

Homero nació el 13 de noviembre de 1943 en un pequeño pueblo llamado Candela, Coahuila, hijo del señor Alfredo Cipriano Palacios y la señora María de Jesús San Miguel Pérez, quien juntos con sus hermanos Jesús, María del Rosario y Elvira llegan a la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, donde radican por alrededor de un año, su padre, de oficio peluquero decide moverse a Río Bravo,  aprovechando el auge algodonero, inmediatamente instala una peluquería en el mercado ejidal a la cual le puso por nombre Peluquería Palacios, que debido al buen servicio y atención que ofrecía, muy rápido se llenó de buenos clientes.

Recordando a Homero Cipriano San Miguel

Cuenta Homero que aunque él era muy pequeño, le ayudaba a su padre en la limpieza del local y haciendo mandados, incluso empezó a practicar con niños de bajos recursos que llegaban a dicho local vendiendo chicles y diferentes golosinas, él, les cortaba el pelo gratis con tal de practicar, su padre por lo general o casi siempre les daba el toque final.

El oficio de peluquero no le gustó pues él quería ser mecánico o técnico en electrónica (Radio y Televisión) por lo cual en el año de 1959, cuando apenas contaba con aproximadamente 16 años,   empieza a estudiar electrónica por correspondencia en una escuela llamada Hemphill Schools, hace el curso con muchos sacrificios y desveladas, pues en el día le ayudaba a un señor de nombre Aurelio Cruz en un taller de electrónica llamado El Gallito, con quien permaneció unos 4 años, tiempo que duró el curso.

Fue a finales de 1962 cuando alegremente un día recibe su diploma, un kit de un radio desarmado para que lo armara y realizara sus primeras prácticas.

Finalmente decide independizarse e inicia con su propio taller en la calle Juárez con Av. Constitución al cual le pone como nombre Radio y Televisiones Estrella. Homero recuerda que le fue muy mal durante ese año, ya que sólo sacaba para los gastos de renta y luz por lo cual decide cerrarlo. Inmediatamente se va a buscar trabajo a la vecina ciudad de Reynosa, después de varias vueltas e intentos, encuentra trabajo en el taller Neutrón del cual era propietario el señor Catarino Durón. Por su experiencia en la materia rápidamente le dio el trabajo, ahí laboró yendo y viniendo en autobús, algunas veces de raid todos los días, eso lo hizo por aproximadamente 4 años, sólo excluyendo los domingos que descansaba. 

Un día por insistencia de su amigo Noé Molina, se regresa a Río Bravo, por invitación a que le ayude en su taller llamado Radio Servicio Molina, puesto a que él tenía las intenciones de moverse a su tierra natal, Torreón Coahuila, después de ayudarle una temporada finalmente con un dinero que tenía ahorrado decide comprarle el taller, el cual se ubicaba en la Av. Francisco I Madero precisamente frente al Banco Longoria, ya instalado y con clientes, le cambia de nombre a Centro de Electrónica  en donde reparaba bocinas, equipos de sonido, radios, amplificadores, tocadiscos, rockolas, años después también arregló 8 tracks, casseteras, grabadoras de rollo, televisiones en blanco y negro, y DVDs, entre otros aparatos. 

Por problemas con el dueño del local, después de 2 años de permanecer ahí pagando renta se cambia al frente, precisamente a un lado del Banco Longoria.

En 1974 se casa con la señorita María de Jesús Ávila Nava con quien tiene 3 hermosas hijas Mayra, Lizeth y Zaira Cipriano Ávila.

Finalmente le ofrecen en venta un terreno en la calle Morelos entre la Av. Francisco I Madero y Av. Constitución, donde construye su taller de Reparaciones de Radios y Televisiones, es ahí donde se encuentra actualmente y sigue trabajando y actualizado con la nueva tecnología.

Es por eso y más que hoy recordamos al señor Homero Cipriano San Miguel, como una persona ejemplar e hijo adoptivo de esta ciudad. ¡Muchas gracias por hacer juntos Un Viaje al Pasado, hasta la próxima!