Columnas > GERARDO MORENO

‘Que la mayor independencia, sea la tuya’

Sabes con quien te casas, pero no de quién te divorcias.

Por enésima vez estoy en teléfono hablando con una gran amiga y escuchando la depresión, tristeza y calamidad en la que vive porque su matrimonio ya dio lo que tenía que dar y, por más atenuantes que quisiera ella encontrar, las atrocidades que su marido hace, no le dejan más que reconocer lo que su marido es: un hijo de la chingada, con vista al mar.  

Ella quisiera que las cosas cambiaran, que él cambiara, que su suegra cambiara y que la amante de su marido lo cambiara por otro, pero entre más pasa el tiempo, las cosas más se ponen color de hormiga. Después de escuchar los lamentos de amiga, le hago la misma pregunta de siempre: “¿Qué necesitas que suceda para que tomes una decisión?” La respuesta por excelencia es: “No sé Gerardo, tengo miedo. Miedo de dejar a mis hijos sin padre, romper el sueño de tener una familia, enfrentarme al qué dirán, verme sola, rehacer mi vida. En fin, ¡me da miedo todo!” Después de escuchar su retahíla de “razones” -pretextos, mejor dicho- le contesto lo siguiente: 

‘Que la mayor independencia, sea la tuya’

“Mira, vayamos por partes. No te confundas, ni te hagas bolas. Quien se divorciaría de él serás tú, no tus hijos. La que se va a quedar sin esposo eres tú, pero ellos conservarán a su padre. Cuando un sueño se rompe, es momento de comenzar a construir otro. Además, es importante que sepas que jamás le darás gusto a la gente; si te haces de la vista gorda y haces como que la amante no existe -aunque sea un secreto a voces-, muchos te dirán que qué pendeja, si lo dejas, algunos opinarán que qué valiente, y si te divorcias otros comentarán que por qué le dejas todo a la otra en charola de plata. ¿Tienes miedo a estar sola? Te aviso, ya lo estás (porque él ya está en otro lugar, aunque esté contigo) Y, por último, ¿tienes miedo a rehacer tu vida? Mejor ten miedo a seguir deshaciéndola y desperdiciándola en un infierno. Que no te dé miedo quitarle una familia a tus hijos, que te dé miedo seguirlos teniendo en la familia en la que están y que tus hijos crean que eso es lo normal”. 

¿Qué tal mi respuesta? Duro y tupido. Digo, somos amigos y los amigos nos decimos la verdad. Después de moquear un rato y ya más “tranquila” o por lo menos desahogada, remato diciéndole: 

“Mira, si nos vamos a juntar para decirnos mentiras unos a otros, mejor que cada quien se quede en su casa. No te hagas taruga y deja de venderte historias de «Lili Ledy», la verdadera razón por la que te da miedo divorciarte es porque no tienes idea de cómo volver a producirte la vida y ser una mujer trabajadora y productiva. ¿O me equivoco?” Se queda callada y me dice: “No sé.”

A ver amiga -le comento yo- vayamos poniendo las cosas en perspectiva, con ojo clínico y objetividad. Vamos a suponer que tu marido -el papá de tus hijos- se sienta a platicar serenamente contigo y te dice que él quiere separarse lo más pacíficamente posible, que no quiere afectar a los niños, que él quiere que estés tranquila y que está dispuesto a que tú te quedes con la casa, cada dos años cambiarte la camioneta por una del año y que mensualmente te depositará seis mil dólares para tus gastos. ¿En estás condiciones te daría temor divorciarte? Sin parpadear me contesto: 

“¡Claro que aceptaría sin pensarlo!”  Le sonrío y le digo: “¿Y dónde queda tu sueño roto, quitarles el padre a tus hijos, el qué dirán, verte sola y rehaciendo tu vida?” Ahora se sonríe ella y me dice: “¡Me valdría madres!” #Anótele

Se dan cuenta que en muchos casos las mujeres tienen temor a tomar decisiones contundentes por no saber producirse la vida; miedo a volver a trabajar y “complicarse” la existencia. Independientemente de si te estás divorciando o no, el mejor consejo que yo te puedo dar es que te pongas a estudiar y a trabajar. Ninguna persona puede aspirar a ser autónoma si no goza de independencia económica. No digo que para lograr eso tengas que descuidar a tus hijos, sino que de forma gradual y progresiva (en lo que los niños siguen creciendo) tú trabajes en algo que te dé cierto respaldo financiero, porque si el día de mañana las cosas no resultan y tú ya no quieres seguir “aguantando” patanerías de nadie, que el tema del dinero no sea lo que te detenga. El cuatro de julio es también el pretexto para recordarte que tienes derecho a ser independiente. Yo confío en ti y celebro tu independencia. Ánimo. Nos leemos la próxima semana.