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¿Qué tanto la aplicas?

  • Por: GERARDO MORENO
  • 20 AGOSTO 2015
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¿Qué tanto la aplicas?

Cuando observas conductas infantiles y de berrinche en alguna persona es muy probable que pienses: “Este que inmaduro, parece que le faltó niñez.” No importa cuál sea la circunstancia, en la trabajo, con la familia, las amistades e incluso en el matrimonio existen situaciones donde la inmadurez se hace presente. 

Muchas personas creen que la madurez tiene que ver con la edad, pero te puedo asegurar que te ha tocado convivir con cuarentones que tienen actitudes de adolescentes. Inclusive, me ha tocado ser testigo de mujeres que rompen noviazgos largos o hasta compromisos de boda porque por más tiempo que dieron para que el chamaco madurara, no más no cuajo. 

Muy a menudo escucho personas decir: “¡Pues así soy yo y no voy a cambiar!” Estoy convencido que esta afirmación es la máxima expresión de egoísmo y de inmadurez. El mensaje implícito que encierra esa frase es: “¡O te aclimatas a o te aclichingas!” (¿A poco no?)

La madurez emocional va más allá de tener conductas “serias y apropiadas”, si la madurez se limitara o determinara por la seriedad, la vida sería bastante aburrida. Los momentos de no hacer nada (excelente terapia por cierto) o los ratos que te gusta “sonsear” (como dicen en esta región) son parte de hacerte la vida agradable, no obstante, la madurez  emocional radica sencillamente en la capacidad que aplicas para poder adaptarte ante casi cualquier situación, particularmente las situaciones incómodas, porque a las facilitas ni nos cuesta adaptarnos y fluir. 

Existen diferentes tipos de madurez, entre ellos la madurez intelectual que es cuando ves al “pelado” y dices: “Míralo, este sí sabe de lo que habla.” La madurez física es cuando ves al mismo “pelado” e inevitablemente piensas: “¡Caray, este sí se ve traqueteado, se le ve el millaje  y como que lo corrieron sin aceite!” Pero definitivamente la madurez que te permitirá salir avante es sin lugar a dudas la madurez emocional, que es cuando reconoces que le “pelado” es congruente con lo que dice, piensa y hace y sobretodo que puede regular sus impulsos y emociones en el mejor estado para procesar la vida: Tranquilo y en calma. 

Definitivamente La Vida te coloca en escenarios y situaciones de “trancazos” donde la única opción que te queda es madurar, claro, hay quienes por más que les llueva sobre mojado, prefieren el paraguas del impulso y el impermeable de la necedad. Cuando ya te dan un ultimátum, cuando de planto ya la esposa se está yendo, cuando están a punto de despedirte del trabajo es cuando dices: “¡A canijo, como que la estoy regando!”

Una regla básica para comenzar a madurar emocionalmente es cuando renuncias conscientemente a estar en “quejilandia.” Estar en quejilandia es cuando respingas hasta por el clima. “Que si está caliente, que si está frío, que si no me llamaste, que si hicieron porque hicieron, que si no hicieron porque no hicieron.” ¿Le sigo? Quienes están instalados en quejilandia son las personas que no las tienes contentas con nada, son expertos en encontrar el negrito en el arroz. Obviamente este tipo de personas no son tan bienvenidas y frecuentemente la gente le saca la vuelta. 

Es indispensable que puedas reconocer que existen situaciones en la vida que puedes cambiar y otras que necesitas aceptar. En medida en que puedas reconocer que lo que ves es lo que hay, es en mediad en que podrás incrementar tu madurez emocional. No digo que te conformes con las situaciones incómodas, simplemente que puedas identificar en cuáles tienes acceso para modificar y en cuales no. Y como decimos en mi tierra: “Si no te cabe… ¡No la repartas!” Es decir, si te vas a quejar, que sea en silencio. Tú elijes. Ya lo sabes, renunciar a la queja y ser capaz de adaptarte es la llave que te abre puertas en la vida. Nos leemos pronto, hasta la próxima.    

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