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‘¿Por qué cuesta tanto hacer cambios en la vida?’

«Cada decisión implica una renuncia»

Estoy convencido que a muy pocas personas les gusta sufrir, pero ¿qué tal quejarse? ¡les encanta! Todos los días en mi consultorio recibo personas que quieren obtener resultados diferentes en su vida y al mismo tiempo tienen una resistencia mutante para hacer cambios en sus hábitos y rutinas. 

‘¿Por qué cuesta tanto hacer cambios en la vida?’

Me doy cuanta que las personas se descomponen, se frustran y desesperan por la misma razón: porque no reciben una recompensa inmediata. Pongamos un ejemplo típico. Te quejas de tu sobrepeso y vas al gimnasio, terminas con la camiseta empapada en sudor y aunque en sesenta minutos quemaste quinientas calorías ¡no ves ninguna diferencia en el espejo! Y peor aún, después de una semana vas con el nutriólogo y te dice “la báscula reporta novecientos gramos” y tú le preguntas “¿novecientos gramos que baje?” y él contesta: “No, novecientos gramos que subiste.” En ese momento tú te quieres aventar por la ventana de frustración y coraje. 

Seamos honestos, una cosa es querer ver un cambio y otra muy distinta, es hacer el cambio. Parece trabalenguas, pero no es así. Cuando tienes muchas ganas de lograr algo y no te decides a hacerlo, pregúntate si en verdad lo quieres, porque les diré algo, muchas veces queremos lo que hemos aprendido que “debemos” querer. Buscamos lo que es socialmente aceptado y aplaudido. Les comparto otro ejemplo. Escucho particularmente a mujeres que por mil y un razones se quejan de sus brazos, caderas, barriga o le que tú quieras y me dicen: “Gerardo, si tan sólo pudiera operarme o ser flaca, sería muy feliz.” Les voy a decir algo, conozco a un millón de flacas con problemas. Muchas veces creemos que si logramos equis meta seremos felices y es una gran mentira. Si tanto le duele su peso por qué no toma acción. ¿Por qué si fulanito se queja tanto de la falta dinero no emprende un negocio? ¿Por qué menganita (que vive una relación infernal) no se divorcia y sale adelante como su prima sultanita? Les diré la respuesta: 

“Porque todos quieren el resultado, pero no están dispuestos a pagar el precio, subir uno a uno los escalones y atravesar el proceso”.

Necesitamos entender y aceptar que cada decisión implica una renuncia. ¿A qué me refiero? Las personas exitosas que conoces, quienes llevan una vida saludable o un cuerpo firme y “escultural”, los que ganan un dineral porque tienen la maestría o el doctorado. Todos ellos, han estado dispuestos a pagar el precio de la renuncia. Decidieron emprender un negocio y renunciaron a desvelarse entre semana porque están clavados en su changarro desde temprano. Decidieron transformar su cuerpo y renunciaron a las deliciosas garnachas. Decidieron prepararse y renunciaron a dormir hasta las doce del mediodía. ¿Ya viste dónde está el meollo del asunto? Que ninguna de estas decisiones les brindó alegría y resultados express ni instantáneos, pero quien se desvela en martes viendo la serie, quien se atasca de “mugrero” y duerme como si no debiera un centavo reciben gratificación y recompensa inmediata.

Tampoco se trata de que renuncies a todos los placeres, sino de que te quites el peso de lo que crees que “debes” hacer (aunque en el fondo lo que quieres es únicamente el resultado, pero no atravesar el proceso), así es que lo que necesitas hacer es clasificar en tres categorías lo que dices que quieres cambiar o hacer. 

En la vida hay 1) cosas que SÍ quieres hacer, 2) cosas que NO quieres hacer y 3) cosas que te convienen hacer. Miren, a mucha gente le da flojera lavarse los dientes antes de dormir. Lavarse los dientes no es cuestión de que te guste o no, simplemente es algo que te conviene hacer. Entonces, lo que necesitas hacer es un ejercicio de honestidad contigo. Piensa en esos cambios que quieres hacer. ¿En cuál de las tres categorías encaja? Lo que realmente quieres hacer, házlo. No que no quieres hacer pregúntate si te conviene o no y lo que descubras que te conviene (te agrade o no) entonces házlo. Sabiendo que no te dará resultados inmediatos y reconociendo que las personas exitosas en la vida estuvieron dispuestas a renunciar a muchas cosas para lograr sus objetivos. ¿Con qué se paga el precio del proceso? Renunciando a la gratificación inmediata, con paciencia, enfoque y perseverancia. No conozco otra fórmula. Tienes tarea para reflexionar y le bajemos a tanta queja. Nos leemos la próxima semana. #Anótele

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