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Cuando te enojes con tus hijos, ponles límites no limitantes

Es miércoles a las diez y media de la noche y tu hijo adolescente (que estuvo jugando Xbox toda la tarde) te comenta que necesita unas cartulinas de colores que le pidieron que llevara al siguiente día. En ese momento desatas tu furia y le reclamas gritándole: “Qué te pasa Emanuel, estás imbécil o qué. ¡Son las diez y media de la noche y tú diciéndome que necesitas cartulinas! ¿De dónde fregados quieres que las saque? Tuviste toda la tarde para avisarme y preferiste estar ahí de baquetón perdiendo el tiempo con tus juegos. ¿Por qué dejas todo para el último? Estás igualito que tu padre, par de holgazanes. A ver como lo resuelves, por mí que te reprueben para que aprendes. Y sabes una cosa, te voy a castigar sin el Xbox por seis meses a ver si así se te quita lo tarado”. Emanuel azota la puerta, se va a su cuarto y después de que terminas de vomitar tu furia, con la cabeza más fría y ya estando en cama te entra un remordimiento por la forma en como reaccionaste y por todo lo que le gritaste. ¿Te suena familiar?

Si analizas la escena anterior, fácilmente te darás cuenta de que no se resolvió absolutamente nada, no se llegó a ningún acuerdo e incluso las consecuencias son completamente desproporcionadas a los hechos. Lo único que se llevó Emanuel (además de la gritiza) fue una serie de insultos que en lo absoluto aportaron a una solución. 

Cuando te enojes con tus hijos, ponles límites no limitantes

Veo claramente la irresponsabilidad que tuvo Emanuel y entiendo perfectamente que la mamá se haya desquiciado con la situación. Sin embargo, una cosa es poner límites y otra muy distinta poner limitantes. ¿A qué me refiero? 

Es indispensable aprender a separar a la persona del evento. En otras palabras, tener muy clara la diferencia entre lo que los hijos HACEN y lo que los hijos SON. Te pondré un ejemplo muy claro. Imagina que Carlitos de cuatro años está haciendo tremendo berrinche en el centro comercial y la mamá furiosa le dice que ya está harta de que sea berrinchudo. Observa como lo está etiquetando. No es lo mismo que le digas que estás molesta por el berrinche que hizo a que le digas que es un berrinchudo. 

Parte de la crianza es poner límites, sólo ten cuidado de que no se conviertan en limitantes. Los niños son muy programables y mucho de lo que escuchan lo terminarán por creer. Simplemente recuerda las cosas horribles que te llegaron a decir tus papás o maestros, te puedo asegurar que en el fondo te siguen moviendo. “Nadie te va a querer. Las matemáticas no te entran ni con chochos. Los niños no lloran. Contigo puras vergüenzas. Me arrepiento de haberte tenido. Señor policía, llévese a este niño, yo no lo quiero”. Todas esas frases no ponen absolutamente ningun LÍMITE, sólo ponen limitantes en la vida. 

Imagínate a una niña que le dijeron todas esas barbaridades y peor aún cuando se las gritaron estando muy enojados. Te lo juro que eso se le queda en el alma. Imagínate la clase de resultados que ella dará cuando crezca. Se va a sentir no merecedora, culpable y con mucho miedo de la vida. ¿Qué clase de relaciones crees que ella va a tener? Codependientes completamente, con unas hambres afectivas inmensas y creyendo que ante cualquier error la pueden abandonar. 

Es completamente natural que nos enojemos, desquiciemos y enfurezcamos ante situaciones y conductas con los hijos. Es parte de la vida, sólo asegúrate de enfocarte en la conducta o en el hecho, no en ellos. Por ejemplo: “Emanuel, me molesta mucho que el cuarto este tirado, tienes hasta las siete de la noche para poner orden aquí”. En ningún momento lo ofendiste, aunque hayas estado muy enojada. Cuando tú le dices: “Ve nada más, eres un marrano. ¿Cómo puedes vivir así? Aparte de flojo, cochino. Bonita cosa, sólo es me faltaba”. Lo único que lograste fue desahogar tu furia contra él. Insisto, cuando hablas de los hechos pones límites, cuando hablas de ellos les pones limitantes y lo menos que quieres que no puedan salir adelante por si mismos. Recuerda que ser firmes no es sinónimo de ser duros, crueles y dictadores. Sé clara con los acontecimientos y firme con las consecuencias, inamovible. Sólo asegúrate de que las consecuencias sean proporcionadas a la acción. Si vas a etiquetarlos, etiquétalos positivamente. Recuerda “pide y se te dará.” No leemos pronto y anótele. 

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 Coach Gerardo Moreno