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Los motivos de Judas

Se me querían salir los ojos, la emoción me poseyó casi al borde de las lágrimas, me dieron taquicardias, empecé a hiperventilar y las piernitas me temblaron.

No podía creer lo que veían mis ojos. Este fin de semana fui a la librería Barnes & Noble, en McAllen y al llegar al fondo de la tienda voy viendo una pared completa llena de CD’s y dije: “oh cielos, de aquí soy”.

Los motivos de Judas

Perdí la noción del tiempo “revolcándome” entre tanto disco. Entre otros, encontré el soundtrack de la película “Jesucristo Superestrella”. Recuerdo que la fui a ver cuando salió en 1974. Me impactó porque en ese entonces (primero de secundaria) la imagen que yo tenía del hijo de Dios y sus contemporáneos era la imagen impersonal que me enseñaban en la iglesia y ese filme me hizo sentir la parte humana de cada uno de ellos, sus motivaciones, sus miedos, sus anhelos.

Uno de los que más me impactó fue Judas, cuya vida está inseparablemente unida a su conocida acción contra Jesús. Tan sólo escuchar ese nombre nos lleva automáticamente a pensar en cosas como “traición”, “despreciable”, “ruin”, “imperdonable”, entre otras.

La película empieza con Judas cantando una canción en la que le manifiesta sus temores y preocupaciones a Jesús. Sus palabras reflejan una preocupación genuina, pues siente que la situación se está tornando peligrosa. La canción se ubica en un momento en el que aún los apóstoles no tenían claro el papel de Jesús y el término “Mesías” se asociaba con un poderoso líder militar que liberaría al pueblo judío del yugo romano. Palabras más, palabras menos, dice así:

“Mi mente está más clara ahora. Finalmente puedo ver lo que podría ocurrir muy pronto. Jesús, creo que has empezado a creerte las cosas que dicen de ti. Realmente piensas que todo este asunto de Dios y tú es verdad. 

Escucha Jesús, no me gusta lo que veo. Todo lo que te pido es que me escuches. Y recuerda que todo este tiempo he sido tu mano derecha. Has entusiasmado de más a la gente, ellos creen que encontraron al nuevo Mesías y te van a lastimar cuando se den cuenta de que están equivocados.

Recuerdo cuando todo esto comenzó. Sin referencias a Dios, te veíamos sólo como un hombre. Y créeme, mi admiración por ti no ha muerto, pero todo lo que dices ahora se distorsiona de alguna manera y te van a lastimar si piensan que les has mentido.

Nazareth, tu famoso hijo debió haber permanecido anónimo, como su padre carpintero. Haciendo mesas, sillas y pectorales, le habría ido mejor a Jesús y no hubiera causado ningún daño, no hubiera encendido ninguna alarma.

Estoy asustado por las multitudes. Estamos haciendo demasiado ruido y temo que ellos nos aplastarán si llegamos demasiado lejos.

Escucha Jesús, el consejo que te doy. Recuerda que deseo que continuemos vivos, pero me asusta ver que esa posibilidad se debilita con cada hora que pasa. Todos tus seguidores están cegados. Hay demasiado cielo en sus mentes. Fue bonito al principio, pero ahora esto se ha descontrolado.

Pero vamos, ya se que no me escucharás. No me escucharás.”

De ninguna manera estoy queriendo justificar a Judas. Es más, ni siquiera se si esta era en realidad su percepción de lo que ocurría, pero asumiendo sin conceder que así haya sido, creo que al entender lo que pensaba, puede cambiar un poco nuestra propia percepción de este personaje, al comprender que quizá su decisión tuvo motivos que para él eran válidos, independientemente de lo equivocados que pudieran haber estado.

Creo que cuando nos permitimos tratar de entender lo que motiva a una persona a hacer lo que hace, nos puede ayudar a comprenderla mejor y a no ser tan duros en nuestros juicios.

“¿Traidor?”, “¿Despreciable?”, “¿Ruin?”, “¿imperdonable?”. No lo se. Judas ya fue juzgado (o lo va a ser) por el único que tiene la “película” completa. Sólo él sabrá la proporción de justicia y de misericordia que este caso ameritará.

Lo que a mi me queda de aprendizaje, es que nunca debo juzgar a los demás sólo por sus actos, sin tomar en cuenta sus circunstancias y motivaciones, pues con ese mismo grado de misericordia me gustaría que me juzgaran a mi y el hombre que murió en la cruz lo dejó muy claro con estas sencillas palabras: “haz a otros como te gustaría que hicieran contigo”.

Una simple fórmula que, aplicada sin distingo, seguramente resolvería muchos conflictos.

¿Que si compré el disco? ¿Ustedes qué creen? Barnes & Noble: I’ll be back.