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En memoria de mi madre

A unos días del 10 de mayo, quiero rendir un homenaje a mi madre, compartiendo las palabras que expresé en su funeral, hace 20 años:

“Desde que comencé a tener uso de razón me di cuenta de que mi madre era alguien muy especial. Para algunos era ‘Doña Leonor’, esa mujer entusiasta que no sólo apoyaba, sino que participaba activamente en toda actividad altruista que le era posible, desde kermeses para recolectar fondos para la iglesia de la colonia, hasta actividades para dar desayunos a los niños del Instituto Mexicano de Protección a la Infancia.

En memoria de mi madre

Era yo muy pequeño, pero recuerdo haber acompañado algunas noches a mi padre a recogerla en camión a ese instituto y le decía que cuando fuera grande me iba a comprar un tractor para ir por ella para que ya no tuviera que andar en camión.

Mujer sencilla, supo ganarse gracias a su generosidad y su entusiasmo el respeto y cariño de mucha gente de la sociedad reynosense. Siempre tenía un consejo atinado para quien se lo pedía. Como dijo una vez mi madrina Lupita, ‘¿qué problema le podíamos llevar a Leonor que no tuviera ella alguna solución?’. Para mi, siendo pequeño, me sonaba casi a título nobiliario ese ‘Doña Leonor’ al escuchar la forma como se lo decían.

Para otros era ‘la profesora Tárrega’, temida por muchos, amada por más. Me recuerdo también de pequeño, esperándola afuera de algún salón de clases, escuchándola enseñar a sus alumnos la fórmula del Cloruro de Sodio. El interés genuino que tenía en que sus alumnos aprendieran lo pude ver al ser testigo de algunos de ellos que al pasar los años, volvían a ella para mostrarle su título de químicos y manifestarle que el amor por esa profesión lo habían obtenido por la forma en que ella les había enseñado la materia.

Para algunos otros, para quienes la acogieron en esta ciudad cuando ella llegó sin otra cosa que su título debajo del brazo.

‘DOÑA LEONOR’, ‘PROFESORA TÁRREGA’, ‘NONO’

Tal vez haya habido otros títulos. Sin embargo, para mi era simplemente ‘mi mamá’. La que me contaba cuentos. La que en las noches me abrazaba y se ponía conmigo a decirle adiós a las luces de los carros que pasaban por la calle hasta que me quedaba dormido. Con la que tantas veces caminé de la mano por las calles de esta ciudad. La que junto con mi padre, se partía el alma para que nada nos faltara. La mujer que yo crecía admirando. La que se preocupó por dejarnos a mi hermana y a mi una herencia, no de dinero, sino de preparación y buenos principios. Ella y mi padre nos enseñaron grandes cosas, más que con palabras, con su ejemplo.

Hace algunos años escribí algo a lo que llamé ‘Mi proyecto de vida’. En esas palabras hacía un repaso de las mayores bendiciones que había recibido hasta ese momento, entre ellas mi familia. Quisiera compartir algunas de esas palabras:

‘Tengo una familia pequeña, pero hermosísima. Una madre abnegada que me ha enseñado el valor de amar sin intereses mezquinos y a ser fuerte en las tribulaciones, aunque quizá eso aún no lo he aprendido muy bien. Una hermana que me ha dado un cariño fraternal como pocas y que ante el temor de lo desconocido, me ha enseñado que una sonrisa, una vida sencilla y una alegría interior son la mejor forma de decir ‘hola’ a algo que no sabemos cómo ha de ser. Tuve un padre que, al morir, me dejó la mejor y más maravillosa de las herencias: su sentir; su pensamiento; sus ideales por mejorar la vida de cuantos nos rodean. La convicción de que un acto honesto, callado y en bien de quien sea, un mendigo o un millonario, vale más que una vida llena de riquezas mal adquiridas. Mi madre algunas veces se ha preguntado por qué, a lo largo de los puestos políticos que ocupó, nunca buscó, ni dejó nada para si, pero no, mamá, mi padre dejó mucho más de lo que parecía: el recuerdo cariñoso en las mentes de quienes lo conocieron y el orgullo para nosotros, su familia, de poder levantar la frente sin tener nada de qué avergonzarnos’.

Eso fue lo que ellos, nuestro padres, nos legaron, así que ahora que ella ha ido a reunirse con él. Sólo quisiera decirle tres cosas: mamá, gracias por todo; que Dios te bendiga y dale un beso a papá de nuestra parte”.

A todas las mamitas que reciban este mensaje en la botella, les doy las gracias por su importante y hermosa labor y las invito a vivir su vida pensando en lo que les gustaría que sus hijos recordaran o dijeran de ustedes cuando ya no estén a su lado, que espero que sea en muchos, muchos, muchísimos años.

Feliz “Día de las madres”.