Columnas > GERARDO MORENO

Deja de ser la mamá de tu esposo

Es que lo hago “por su bien”

Dime si más de alguna de las siguientes conductas te suena familiar: Le escoges la ropa que se va a poner, le prohibes que conviva con personas “que no te gustan”, te la pasas buscándolo para fiscalizar en dónde anda, le sacas la cita con el médico y le recuerdas la hora en que debe tomar sus medicinas y además de todo esto, si las cosas no están hechas “a tu modo” no están bien hechas. 

Si te identificaste por lo menos con tres de las conductas anteriores, es muy probable que estés tratando a tu esposo como hijo y no como pareja. 

Deja de ser la mamá de tu esposo

Una amiga me decía: “Gerardo, te juro que yo quisiera dejar que mi marido resolviera las cosas solo, ¡pero en serio que no puede y si lo suelto me la vivo angustiada!” Pregúntenme en qué terminó la situación. Ella totalmente histérica, convertida en teniente; él infantilizado y ambos con el erotismo e intimidad muertos. ¿Qué es lo que ella ganó al tratarlo así? Lo que ganó fue sentir que ella controlaba y, sobre todo, una sensación de sentirse necesitada, indispensable.  

Equivocadamente, las “madresposas” creen que con regaños van a terminar de criar a su esposo. Es muy común escucharlas decir que su marido se porta como “niño grandote” y les diré algo, las personas responden a la forma en cómo son tratadas. Así es que, si lo tratas como niño, no te sorprenda que cada día el adopte más ese papel. Éstas son algunas recomendaciones para que comiences a abrir los ojos y parar oreja (antes de que a él se le deje de parar otra cosa): 

1. Basta de regaños. Cada vez que lo “regañas” lo que en realidad le estás diciendo es que un tarado y que él no puede. Recuerda las frases que decías cuando eras soltera: “Yo jamás voy a andar tras mi marido recogiéndole la ropa” y un día sin darte cuenta, te estás haciendo cargo de él. Regañarlo sólo alimenta tu frustración y promueve su impotencia.

2. Haz sólo tu parte. Si tienen divididas las labores del hogar, haz únicamente tu parte (aunque estés vomitando furia al ver su muladar que no recoge) pero si tienen posibilidades económicas, créanme que contratar servicio doméstico puede salvar su matrimonio. 

3. Responde como adulta. Si cada vez que él no hace las cosas que le pediste y tú reacciones como madrastra berrinchuda, sólo estarás estancando más la situación. Créeme que, castigándolo no va a aprender. 

4. Dedica tiempo para ti. Muchas veces resolver la vida de los demás es más fácil que hacerte cargo de la tuya. ¿Qué es lo que necesitas limpiar afuera para sentirte limpia por dentro? Ve a terapia, haz ejercicio, libera endorfinas para que andes más tolerante y duerme por lo menos seis horas. 

Posiblemente tienes estas conductas porque aprendiste que “así deben de ser las cosas” o porque de acuerdo con tus estándares de orden y limpieza, las cucharas se lavan antes que los tenedores o que los ganchos de la ropa tienen que ser del mismo color.

Estoy convencido de que lavar los trastes, tender la cama, desinfectar el baño para que quede de Papanicolau o dejar la cocina como quirófano, al final del día y en la gran fotografía de la vida, son cuestiones intrascendentes. Te aseguro que no te vas a llevar ni el Ajax, ni el Pinol ni el Maestro Limpio, así como también no te van a condecorar con ninguna medalla por ser la sargento-esposa del año. 

Estoy de acuerdo que el resultado que se obtiene al trabajar en equipo es magnífico. De hecho, considero que el reto no es llegar a acuerdos, el problema es que el marido nunca alcanzará tu estándar de perfeccionismo (porque él no es neurótico) El secreto aquí es que aprendas a hacerte cargo de tu vida, aceptando que los demás no pensarán ni harán las cosas como tú.  Por último, contéstate lo siguiente: “Si no estuviera controlando la vida de los demás, ¿qué estaría haciendo con la mía?” Ahí está la respuesta. #Anótele 

Sígueme en Facebook: Coach Gerardo Moreno. Consultorio: (956) 560-2131