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¿Cómo evitar discusiones sin sentido?

  • Por: GERARDO MORENO
  • 16 JULIO 2015
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¿Cómo evitar discusiones sin sentido?

En más de alguna ocasión habrás escuchado o aplicado la siguiente y muy conocida pregunta:

“¿Qué fue primero el huevo o la gallina?

Estarás de acuerdo conmigo que discutir ese tema equivale a perder el tiempo, literal. Me ha tocado estar en reuniones donde de repente, sin darnos cuenta, ya se hizo toda una polémica brincando del diálogo a la discusión sin sentido, rompiendo la armonía y el propósito de la reunión.

Obviamente la situación puede ponerse aún más incómoda cuando hay de por medio algunos alcoholes y el brindis terminó por convertirse en “guarapeta” y sin duda alguna, aparece el borracho que le encanta necear (¡y que flojera!)

Existen temas que de antemano sabes que por más “suavecito” que quieras manejar la charla, es muy probable que termine en la dinámica del perro que se persigue la cola, es decir, que nunca se la alcanza. Lo mismo sucede con ciertos temas que difícilmente podrían ser aterrizados, por ejemplo, hablar de religión, deportes, la pareja de alguien más o de política. En esos telares, lo más probable es que termines enredado y naturalmente, hiriendo susceptibilidades.

Por lo tanto, hoy te daré unas sencillas recomendaciones para evitar discusiones sin sentido y mejor elijas pasártelo bien.

1.    Domestica a tu ego. Cuando una discusión parece no tener fin, la auténtica guerra no es entre las personas que discuten, sino entre sus egos. Lo que verdaderamente quiere tu ego es tener la razón y demostrar (equivocadamente) que tú tienes mayor conocimiento sobre el tema o lo más común, que desees demostrar que tú vales más que la otra persona. Recuerda que si quieres “demostrar” que tú vales más es porque en el fondo no te lo crees. Tu valía personal se nota sin necesidad de peleas. La autoestima es como una erección, se nota cuando la tienes. Así de simple.

2.    Utiliza más el “yo” que el “tú”. Como dice Shakira en su canción: “Siempre supe que es mejor, cuando hay que hablar de dos empezar por uno mismo.” Lo cual significa que en lugar de decir:

“Tú estás equivocado, tú no sabes de qué estás hablando, tú no me entiendes, tú estás mal.” Podrías considerar hablar desde el “yo”, es decir:

“Tal vez yo no estoy viendo lo que tú ves, probablemente yo no me estoy explicando bien, efectivamente yo veo lo que ves y entiendo tu punto.”

Utilizar el recurso del “yo” en todo momento te colocará en una plataforma de respeto hacia la otra persona, sin embargo, cuida que hablar desde el “yo” no se convierta en el «yo-yo», es decir: “Es que yo sé más, es que cuando yo viaje,  es que yo que vengo de abolengo, etc.”

3.    Ofrecer una disculpa, siempre funciona. Recuerda que ofrecer una disculpa no es sinónimo de pedir perdón. De repente, para zafarte de una discusión sin sentido, en ocasiones lo más sencillo es diluir la tensión diciendo: “Discúlpame, posiblemente tienes razón y no había visto las cosas como tú.” Verás cómo callas el ego de la otra persona y tú dejarás de perder el tiempo ante puntos de vista inflexibles o comentarios tóxicos y rígidos.

Te presente que el objetivo de conversar no necesariamente es que la otra persona piense o vea lo mismo que tú, en todo caso, lo valioso sería que tú puedas escuchar y observar el punto de vista de la otra persona y notar si su apreciación es algo que te aporte. Si te das cuenta que lo único que está haciendo es vociferar o dar una opinión sin fundamento, pon cara de “te escucho” pero sólo óyelo y en la primera oportunidad cambia sutilmente el tema.

Recuerda que en la vida existen tres verdades: “Tu verdad, mi verdad y la verdad”, al final del día la verdad saldrá a flote, pero cuando alguien se aferra a querer imponer su verdad, es porque en el fondo sabe que es mentira. Como decimos en Guadalajara: “No le busques chichis a las culebras, ¡no tienen!” Nos leemos pronto, ¡hasta la próxima!

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