Cuba siempre ha sido "una proyección de alguien"
La artista Tania Brugera, opositora declarada del Gobierno cubano, bucea en su pasado, habla acerca de su marcha de la isla en 2021 y su vida desde entonces
Tania Bruguera en Berlín, el 6 de febrero de 2024.
Existe una foto donde aparece la artista Tania Bruguera (La Habana, 56 años) cargando sobre su cuerpo desnudo y joven el peso de un carnero decapitado que le cubre como un escudo los senos y el sexo. Tiene la boca repleta de un puñado de tierra mojada, a modo de réplica del suicidio colectivo que hicieron los indígenas cubanos durante la ocupación española. La imagen, tan sensual como violenta, y tan tierna como agresiva, inmortaliza el performance El peso de la culpa, que Bruguera estrenó en La Habana de 1997 cuando tenía 29 años. Me intriga si se habrá domesticado algo, o cuánto permanece de esa joven en la Tania Bruguera de hoy, que viste de largo y de negro, y pasa los días como profesora titular de la Cátedra de Artes Visuales, Medios de Comunicación y Teatro de la Universidad de Harvard.
—Ojalá me quede más de esa persona de lo que yo pienso.
La reconocida y multipremiada artista cubana, maestra del performance, del arte político, creadora del concepto de "arte útil", fundadora de la Cátedra Arte de Conducta y del Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), profesora en varias universidades del mundo y opositora declarada del Gobierno de La Habana, vive casi recluida en un apartamento en Cambridge, donde conserva un retrato de familia junto a su hermana, su madre y su padre, el embajador Miguel Brugueras, el primer poder al que se enfrentó la artista en su vida.
Cuando tenía 11 años, Bruguera tuvo consciencia de quién era hija y qué implicaba que lo fuera. Además de diplomático, su padre fue fundador de los órganos de la seguridad del Estado cubano, el aparato de la contrainteligencia que creó Fidel Castro cuando tomó el control del país, los mismos que luego detuvieran, encarcelaran, vigilaran y amenazaran a la propia artista por sus ideas políticas. A los 15 años decidió quitar la letra "S" al final del apellido paterno y desde entonces es Tania Bruguera.
"Mi papá era amigo de la infancia de Camilo Cienfuegos, por su trabajo veía a Fidel todo el tiempo. De hecho, cuando Fidel se enfermó lo mandó a buscar", cuenta. "Si tú me preguntas de su vida, no sé casi nada, solo lo que está en Internet o lo que he preguntado a algunas personas que lo conocieron".
Con un padre embajador, Tania vivió desde los tres años en países como Francia, Líbano o Panamá, y no volvió a Cuba hasta los 11. "Para mí Cuba era la Cuba de la gente de poder, que se iba de vacaciones a Varadero, la Cuba de los extranjeros, una Cuba donde todo estaba perfecto. A los 11 años, mi mamá y mi papá se divorciaron por problemas políticos. Entre otras cosas, porque a Panamá se mandaban unos aviones sin asientos para llenarlos de muebles, ropa, perfumes de Chanel o Dior para Vilma Espín, la esposa de Raúl Castro. Mi mamá, que había sido muy soñadora al inicio de la Revolución, se empezó a dar cuenta de la corrupción, de la disparidad entre lo que se dice y se hace. Ahí empezó esa fricción entre ellos. Mi papá un día nos levantó de la cama, sin hacer maletas ni nada, nos montó en un avión y nos mandó para Cuba. Entonces empecé en la escuela. Mis amigos vivían en solares, pasaban hambre, no tenían ropa, y me di cuenta de que la realidad no era como me la habían dicho. Siempre ha habido dos Cuba: la del pueblo y la de los dirigentes y extranjeros".
Tania asegura que, no pocas veces, el Gobierno cubano ha utilizado el vínculo paterno, "que fue complejo y a ratos tirante", para justificar su activismo o como chantaje emocional. "Pero lo que ellos ignoraban era que, para el final de su vida, mi papá me dijo que estaba orgulloso, porque cuando yo creía en algo, iba hasta en su contra. Esa ha sido mi mayor coraza contra el abuso del Estado cubano".
El 17 de agosto de 2021, Bruguera salió de Cuba y no ha regresado. Los últimos años en la isla fueron convulsos para ella, para sus colegas artistas y parte de la sociedad civil cubana. Los días se sucedían entre detenciones domiciliarias, amenazas, cárcel, vigilancia e interrogatorios de los agentes al servicio de la seguridad del Estado. Un contexto donde tuvo lugar una huelga de hambre colectiva en la sede del movimiento San Isidro, que ocupó los titulares de los medios de todo el mundo; la posterior manifestación del 27N, en la que un grupo de intelectuales —Tania entre ellos— exigieron un cambio de políticas al Ministerio de Cultura; y donde luego estallaron las protestas inéditas y antisistema de julio de 2021.
Al menos por un año, mientras estuvo trabajando en la prestigiosa exposición internacional Documenta, no sintió que estaba fuera de Cuba, aunque físicamente se encontraba lejos. Luego el sentimiento ha transicionado: primero el vacío, después la adaptación. En estos momentos imparte clases de performance, arte social, pódcast y crítica. "Harvard es un lugar que me genera deseos de superación", dice.