Editoriales > EL JARDÍN DE LA LIBERTAD

Volar en cuarentena

Vale más que en ansias de volar te broten alas, que estar en tierra con único pájaro en mano.Miguel de Unamuno

Hace unos días en una publicación del doctor Arnulfo Moreno en redes, me provocó mucha emoción el relato de un pajariillo que voló desde la Región de los Lagos en Chile, hasta el norte de Kansas en Estados Unidos. Sin detenerse a comer ni a descansar el admirable “zarapito” recorrió 9350 kilómetros durante seis días en su fascinante viaje de regreso hacia la tundra de Alaska, donde se reproduce. El viaje pudo ser documentado porque el pajarillo fue marcado por científicos y rastreado a través de geolocalización para estudiar sus hábitos de vida y analizar cómo logran recorrer tan grandes distancias sin alimento y descanso.

Pienso en el prodigio del pequeño zarapito, que contrasta con las dolorosas noticias de las pérdidas por el temido virus. Sin duda, estamos viviendo una crisis terrible en muchos sentidos, pero también hay sucesos y experiencias que siguen celebrando la vida y nos provocan alegría en este “carpe diem” de la pandemia. Porque así estamos muchos, viviendo el día, como pedía el poeta Horacio en su consejo siempre vigente: “carpe diem quam minimum credula postero”, que en una de sus muchas traducciones dice: “Vive el día, aprovéchalo. No te fíes del incierto mañana”. 

Volar en cuarentena

Nunca como ahora he buscado seguir el consejo del poeta romano: No pretendas saber el fin que a ti y a mí nos tienen asignados los dioses, mejor será aceptar lo que venga, ya sean muchos los inviernos concedidos o sea este el último que vivas; cantaba Horacio hace más de dos mil años. Precisamente por eso, porque nadie sabemos la hora de nuestro fin, siempre es bueno aprovechar los días y celebrar las pequeñas y grandes alegrías. Porque aun cuando mucha gente pretenda que vivamos ahora instalados en las malas noticias, incluso en la discusión y en el odio; los especialistas en salud mental recomiendan buscar entre la crisis, motivos para estar bien, para “defender la alegría”, dicho sea en palabras de Benedetti. 

Vuelvo al relato del pajarillo, que con su pequeñísimo cuerpo, puede lograr hazañas asombrosas. Y a pesar de que a nosotros los humanos, no nos fueron concedidas alas, estoy cierta que podemos volar a través de diversas formas. Pies para que los quiero si tengo alas para volar, decía Frida Kahlo. Volar es una gran metáfora de la libertad. De eso hablo cuando hablo de volar, letras que me llevan a miles de kilómetros, libros con los que vuelo con el corazón, poemas que son alas de vida. “Volar es una de las ansiedades elementales del ser humano”, decía Borges. Y cada quien busca como hacerlo a través de amor, memoria, oración, arte, pensamiento,  naturaleza, meditación. Volar para elevarnos sobre la agobiante realidad, sobre la desesperanza y la desesperación.

Pienso en la metáfora del vuelo ahora que estamos encerrados y soñamos con traspasar las cuatros paredes para volver a los sitios y a las personas que amamos. Yo imagino volar a través de la línea del teléfono cuando escucho la voz de mis seres amados a quienes deseo abrazar. Y ahora que volvimos a las largas llamadas también vuelo con la imaginación, mientras una amiga me cuenta que esta pandemia ha servido para re-conocer a su esposo de muchos años, al quien ya casi ni conocía, ni admiraba. Ahora que él no asiste a trabajar, ni al club, ni a sus cafés por la tarde, volvieron a conversar, a interesarse por sus cosas, a replantear su relación.

Y aunque muchas otras parejas confiesan querer salir corriendo del encierro porque ya no se aguantan, a contrapelo de la desesperación también hay buenas historias. Los vuelos del amor no se detienen. Ya decía el poeta argentino Oliverio Girondo: perdono todo: senos como pasas, cutis de papel de lija, aliento insecticida, nariz de zanahoria; pero no perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Con esas alas canta su nueva melodía el popular cantante puertorriqueño llamado Residente. Me la  compartió mi hijo hace unos días, se llama “Antes que el mundo se acabe” y muestra en vídeo los besos de más de cien parejas de ochenta países, para reafirmar el valor de la caricia en tiempos de pandemia: “de cerca o de lejos tú me subes el sistema inmune”.

Con todo, el vuelo como el amor se presenta en formas infinitas. Una amiga dice que ella vuela oyendo a Mozart, un alumno afirma  no hay mejor vuelo que el de la memoria, mi madre eleva su alma en oración Algunos amando, otros leyendo, otros orando, imaginando, recordando. Cada quien sus alas. Tal vez no lleguemos donde el “zarapito”, pero elevaremos el sistema inmune. Y aun cuando sabemos que algún día alzaremos el inevitable vuelo final, bueno es que aprovechemos cada día como pedía Horacio, disfrutar el camino, agradecer, vivir.