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Del verbo cuidar

Cuida de mis sueños. Cuida de mi vida. Cuida a quien te quiere. Cuida a quien te cuida. -Jorge Drexler. Pedro Guerra

El diccionario de la lengua española define la palabra “cuidar” como poner diligencia, solicitud, atención en la ejecución de algo. Asistir, guardar, conservar. Y esto puede ser para seres vivos o cosas. Así pues, cuando hablamos de cuidar hablamos de una acción profundamente comprometida, trascendente, porque el cuidado hace posible la sobrevivencia. Sin cuidado, difícilmente hay vida humana. Y lo mismo aplica en lo físico o en lo emocional. Porque está demostrado que las heridas emocionales requieren igual cuidado para sanar.

No sé usted cómo ha experimentado el cuidado en su vida. Supongo que como todos, la madre es la cuidadora por excelencia, el padre también es una figura que relacionamos con el verbo cuidar y a medida que pasa la vida, los cuidados cambian, pero hasta quien se siente Juan Camaney, requiere cuidados de alguna manera. Los especialistas hablan de una necesidad de “sentirnos cuidados”, de saber que hay alguien ocupado en nosotros. El Principito lo describe de forma muy bella en el célebre cuento. Cuando el principito descubre a las demás rosas, se da cuenta que su rosa es única y que vale más por el cuidado que le ha dado: “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”.

Del verbo cuidar

Todos tenemos rosas que cuidar, es decir: familia, amigos, compañeros. Porque igual que en los jardines, el cultivo de nuestros vínculos es vital. Cuidar es amar. Cuando se ama el cuidado es natural. Lo hemos visto todos en familia durante la enfermedad. Lo mismo en la vejez, cuando nuestros abuelos requieren ser cuidados, regresarles algo de lo mucho dado. Aunque luego vemos a los abuelos  cuidadores en vez de ser cuidados. Todos tenemos ejemplos entrañables de amoroso cuidado En mis memorias del corazón, los cuidados que le prodigó mi madre a mi padre enfermo tres años antes de morir. Recuerdo también la entrega que le dedicó un amigo a su esposa gravemente vulnerada por una depresión durante largos meses.

Reflexiono en torno a la importancia de los cuidados en nuestra vida ahora que padecemos esta pandemia histórica y las pantallas se llenan de notas acerca de personas que carecen de cuidados. La crisis del coronavirus reveló que hay una cantidad enorme de personas carentes de todo cuidado. En Nueva York por ejemplo esto se ha convertido en uno de los grandes problemas sociales. La mitad de los neoyorquinos viven solos y el confinamiento les ha provocado o agravado las dificultades, pues muchos de ellos son viejos. Kerrie Thompson, psicoterapeuta de la gran manzana, quien dirige un programa de ayuda a los solitarios, señala que la mayoría de estas personas están hambrientos de contacto humano, de conversación, de miradas que les devuelvan el equilibrio emocional. Porque los daños psicológicos que acarrea la pandemia son evidentes y eso después se puede traducir en enfermedades del cuerpo.

Frente al grave problema, el gobierno de la gran urbe ha contratado 6000  especialistas para buscar aliviar el costo emocional de la grave pandemia: “nadie va a salir sin daños emocionales de esto” aseguran los terapeutas. Por desgracia, eso aplica allá, aquí y en China. Todos saldremos con heridas emocionales de esto. Incluso niños y jóvenes. Por eso es tan importante dar y recibir el cuidado, aun en la sana distancia. Nunca como ahora nos necesitamos unos a los otros. Y nadie está exento. Todos necesitamos ayuda alguna vez.

Y aun cuando sabemos que el cuidado empieza por nosotros mismos, el tema del cuidador es muy complejo. Porque incluso se dan casos de viejos buscando compañía estafados por gente sin escrúpulos. Cuidar es otra cosa. Porque aun la gente que cobra por ello, debe tener un grado de compasión, de entrega a quien cuida. Y luego está lo peor: el cuidador casi nunca es valorado en su enorme responsabilidad. Un quehacer poco apreciado en un mundo como el nuestro, donde es más reconocido el glamour que la solidaridad. Pero es la solidaridad la que sostiene la vida.

La crisis que vivimos debe comprometernos a conjugar el verbo cuidar. Mientras escribo pienso en Idalia García, Lorena Danwing, Eddy Alvarez, Marisa Avilés, Paty Araujo, Rosario Lugo, quienes como muchos otros se entregan amorosamente de cerca al cuidado de sus seres amados. Todos podemos hacerlo ahora de alguna manera, y no sólo con familia, hay muchas personas vulnerables anhelando una llamada, una atención, un detalle, un gesto. La mejor demostración de amor al prójimo está en el cuidado. Si yo cuido, tú cuidas, ellos cuidan; el mundo que heredemos a nuestros niños, será mejor. Empecemos hoy.