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Canciones de amor en tiempos de virus

Entre morir o matar, prefiero amar…Luis Eduardo Aute Abril es el mes más cruel, decía Elliot en La tierra baldía, uno de los más grandes poemas del siglo XX. Pienso ahora en ello cuando veo la imagen de un hombre grande con el rostro marcado por las huellas del tiempo, un jubilado español recuerda los tiempos cuando luchó por la República y en los que perdió la pierna izquierda. No fue fácil, pero lo arriesgó todo por amor a su país, a su familia. Ahora mira al infinito

Canciones de amor en tiempos de virus e son los más viejos quienes corren mayor peligro y encima padecen la indiferencia de tantos. Pero no se arredra. Y mientras espera, no sabe si la muerte o lo que deje el virus, escucha canciones que le remiten al amor.

No sé cuáles serán las canciones que el valiente jubilado escucha en su cuarentena, pero quiero enlazar su historia a la de otro español que habiendo nacido entre guerras, nunca dejó de cantarle al amor: Luis Eduardo Aute. Artista reconocido y admirado por varias generaciones de hispanohablantes, nació en 1943 en Manila Filipinas, una de las ciudades más bombardeadas en la Segunda Guerra Mundial. Hijo de español y filipina con ascendencia española, el artista desarrolló desde pequeño una clara vocación por las artes. Pintor, escritor, cineasta, escultor, poeta y músico; incansable creador hasta hace unos años que un infarto menguó su andar.

Canciones de amor en tiempos de virus

Con las dolorosas pérdidas de este funesto abril, nos llegó la  noticia de la muerte de Luis Eduardo el pasado sábado en una clínica de Madrid. Para quienes seguimos su trayectoria y hemos cantado por décadas sus poéticas melodías, para quienes lo consideramos un maestro en la universidad de la vida; su partida es una herida que sólo encuentra consuelo en su canto de amor y rebeldía: “voy pidiendo libertad y no quieren oír, es una necesidad para poder vivir”. Precisamente con Rosas en el Mar, cantada por Massiel, al igual que su memorable Aleluya, el nombre de Aute empezó a sonar fuerte en las postrimerías del franquismo.

Y en ese contexto creó “Al alba”, una de sus canciones más emblemáticas, dedicada justamente a los últimos fusilamientos de la dictadura: “si te dijera amor mío que temo a la madrugada, no sé qué estrellas son estas que hieren como amenazas”. Después de eso, no sólo hizo canciones, se decidió a cantarlas encontrando un público cautivado ante su alma libre: “Y qué le voy a hacer si me falla alguna pieza por creer que la belleza no se rinde ante el poder”. Culto, generoso, hedonista, subversivo, y vanguardista; Aute fue evolucionando en su carrera artística, fascinando lo mismo con el erotismo que con los anhelos libertarios de sus canciones: “No le temo a la vida ni a la muerte cuando siento en mi pecho palpitar tu corazón, no hay poder en el mundo que consiga doblegarme por la fuerza a su razón”.

Ahora que ha emprendido su último viaje, las noticias del virus arrojan más números de muerte en el mundo y recuerdo otra de sus canciones: “sólo morir permanece como la más inmutable razón, vivir es un accidente, un ejercicio de gozo y dolor”. Aute, quien padeció  la guerra, ha muerto en medio de un combate global sin precedentes. No puedo saber si se enteró de la dimensión de la pandemia pero puedo escucharlo cantando: “abrázame, abrázame y arráncame el escalofrío, abrázame que está al acecho el enemigo, abrázame quiero saber que estás conmigo, abrázame muy fuerte amor hasta que la muerte nos abrace”. El juglar del erotismo, quien se declaraba felizmente casado por más de 50 años con el amor de su vida.

En medio de un mundo sin abrazos, su canto nos estremece como nunca. Ni abrazos, ni “besos por fusil”, ni “clases de poesía con tu cuerpo”, ni “alevosía”, ni “volver a verte”. Nunca más esa voz única en vivo que tuve el privilegio de disfrutar en conciertos y lecturas.  Nos quedamos “sin tu latido”, Luis Eduardo. Sin la belleza pero con la belleza, porque nos “queda la música”. Nos queda “el viento, el tiempo”, lo mucho que nos diste. Al final de cuentas, todos estamos “de paso” y “no siempre hay un asesino, a veces toca morir”. Ay. Pero sé que seguirás pasando por aquí.

Mientras escribo en esta cuarentena de claroscuros, también escucho sus canciones de amor y rebeldía. Ahora, cuando parece hemos perdido las certezas, cuando perdimos todas las agendas que creíamos seguras, ahora cuando hemos tenido que desandar los caminos y dejar el guardarropa colgado por falta de fiesta para aceptar con humildad nuestra fragilidad; el vitalismo en la obra de artistas como Luis Eduar