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Transformar, es transformar

Los consumidores no ven a los precios en una línea recta de 'inflación' y 'deflación'

La obra extraordinaria de Antonio Machado, influenciado por dos de los grandes literatos de su época, Miguel de Unamuno y Rubén Darío, retrata con nitidez la circunstancia de su patria, la España en dónde la República es ahogada en un insólito baño de sangre para instaurar la más oprobiosa dictadura, que retrasó el avance de una nación que había sido un gran imperio a punto de dominar todo el ancho mundo, llevando su lengua y sus costumbres al otro lado del planeta.

En su libro Cantares, dice: "Caminante, son tus huellas/ el camino y nada más;/ Caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar. Al andar se hace el camino,/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino/ sino estelas en la mar". Le canta a su tierra natal; pero, sus palabras tienen aplicación universal y en prácticamente todos los campos de la cultura humana, incluyendo el ejercicio de la política y las ciencias de la economía.

Transformar, es transformar

Para traer a la escena un caso reciente en el que se hace camino al andar, porque no hay camino por recorrer, habría que recodar la gestión de esa notable economista con aspecto de tierna abuela que dirigió el Sistema de la Reserva Federal antes de la llegada de los bárbaros, doña Janet Yellen, quien en pleno ritual clásico se dirigió al Club Económico de Nueva York para hablar sobre la política monetaria y, sin más, dijo que las tendencia de la economía las dicta el consumidor.

Explicó, ante un público atónito formado por economistas e inversionistas, que: "Los cambios tecnológicos también pueden cambiar la forma como los consumidores imaginan los precios. A mediados del siglo XX, los países occidentales asumían que los precios de los bienes de consumo se elevarían con el tiempo, y que los salarios también aumentarían a lo largo de la vida de las personas. Estos supuestos ya no son válidos. El costo de los productos con alto valor cultural y de estatus, como los de teléfonos inteligentes como los iPhones suelen caer, no aumentar. Y, a medida que las estructuras tradicionales de empleo se aclaran, los consumidores aprenden que los salarios también pueden caer con el tiempo. Los consumidores no ven a los precios en una línea recta de 'inflación' y 'deflación', como los economistas suelen hacer, sino más bien como algo fluido y volátil".

Ahora que si se quiere ir más lejos y más profundo, pues, aunque resulte machacón, la fórmula que planteó la Revolución a través de la Constitución, de democracia con justica social, en lo político; economía mixta con rectoría del Estado, en lo económico y nacionalismo revolucionario, en lo ideológico, dio como resultado la más prolongada era de paz, estabilidad y desarrollo que país alguno haya experimentado, eso en medio de feroces guerras que tiñeron de rojo el planeta.

No había magnates groseramente ricos, como los de ahora; pero, tampoco había quien muriera de hambre o de frío. La divisa no era fregar al jodido; sino, por el contrario, tender la mano al que se encontraba en desventaja para ir juntos en pos de un porvenir luminoso. "¡Pásele, señor; esta es su casa!", se escuchaba por doquier, dicho de corazón. No que se condenara la riqueza o se mal mirara el éxito; no. Se admiraba a los grandes capitanes de empresa, hombres respetabilísimos.

Hacer negocio no era robar al prójimo ni enriquecerse con la corrupción dentro de la estructura del gobierno; sino, hacer fortuna sirviendo a los demás, como las industrias alimenticias, del transporte, de los servicios, en fin, toda una gama de actividades en que las riquezas se hacían centavo a centavo, con un gran esfuerzo y a lo largo de toda una vida de dedicación y empeño.

Ahora que México se enfila con viento en popa en pos de la Cuarta Transformación, es posible que muchos de los elegidos no hayan entendido que no hay camino, sino estelas en la mar. Que se tiene que partir desde el terreno escampado para construir en andamiaje que conduzca de nuevo a la justicia social, en un marco de rectoría del Estado y mirando primero por quienes en este país viven y trabajan. La propuesta de la Cuarta Trasformación es tan clara y transparente como el cantar de Antonio Machado. Caminante, no hay fórmulas mágicas; se hace economía al andar.

Los que no entienden, ¡adiós!