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El crepúsculo de los filósofos

La importancia de Papini en la literatura universal no se ha aquilatado debidamente

Quien a los 24 años es capaz de escribir y sostener que: "Son igualmente necesarios e igualmente justificables los pesimistas y los optimistas. Hay gente que niega la vida, gente que la afirma, gente -como dice Nietzsche- que ha nacido la primera vez, y gente, que ha nacido la segunda vez -añade James-, y es natural y deseable tanto los afirmativos como los negativos, que los nacidos una vez y los nacidos dos veces, tengan sus respectivas filosofías", necesariamente es un erudito profundo.

Este joven ya había asistido un año antes a un Congreso de Filosofía en Ginebra, Suiza, donde fue la gran revelación por sus ideas un tanto irreverentes; pero, sin lugar a dudas, acertadas. Eso no quiere decir que no haya cambiado su forma de pensar pues, siendo un iracundo jacobino en su juventud, luego de casado, ya en la edad adulta se convirtió en ferviente religioso. La precocidad de que hizo gala se debe a la formación académica y cultural que le dieron sus padres, muy estudiosos.

El crepúsculo de los filósofos

A los veinte años, fue titular de la cátedra de filosofía moderna en la Universidad de Florencia. Un año después es nombrado bibliotecario en del Estado, lo que le da oportunidad para seguir leyendo con la misma avidez y mayores facilidades. Publica diversos artículos sobre filosofía y literatura. A lo largo de su vida fundó diversas revistas por medio de las cuales difundía sus reflexiones de todo género, con un gran éxito no sólo entre la sociedad florentina, sino en toda Italia y otros lugares.

Es posible que lo mejor de la producción literaria y filosófica de Giovanni Papini se diera en su madurez. Cuando cumplió los 38 años de edad, en 1919, escribe La Nueva Italia en la que lanza una diatriba a todas las instituciones: "Cerremos todas las universidades, museos, conventos...", dice. Luego, La Vida de Cristo, en la que denuncia que a Cristo lo conocen los italianos por la idea de los pintores renacentistas, un Jesús de escayola, en un establo gracioso, un nacimiento de juguete. Después escribe Gog, unos cartapacios que, según Papini, le entregó un loco y que ahora él da a conocer. En esta obra ataca a Lenin por no estar bien documentado y suprimir al individuo. En 1937, Papini publicó su muy ambicioso volumen de Historia de la literatura italiana, dedicada "A Benito Mussolini, amigo de la poesía y de los poetas", que fue de gran consideración para la academia, especialmente en el estudio del Renacimiento Italiano. En 1939 escribe Italia mía en la que hace la apología de Mussolini como regenerador. Fue miembro de la Real Academia de Italia.

La importancia de Papini en la literatura universal no se ha aquilatado debidamente y existen dudas acerca de lo que llaman su veleidad intelectual, que, si bien se mira, no fue tal, como lo hace notar en el texto del principio, que corresponde a El crepúsculo de los filósofos.  Al respecto, Jorge Luis Borges afirmó: "Si alguien en este siglo es equiparable al egipcio Proteo, ese alguien es Giovanni Papini, que alguna vez firmara Gian Falco, historiador de la literatura y poeta, pragmatista y romántico, ateo y después teólogo". El propio genio argentino dice que: "hay estilos que no permiten al autor hablar en voz baja. Papini, en la polémica, solía ser sonoro y enfático".

De El Crepúsculo es también el siguiente párrafo: "La escena es divertida, porque se da en ella una singular inversión de las partes: los pesimistas como Schopenhauer experimentan un verdadero gusto y un verdadero placer en mostrar a los hombres el cuadro de su miserable vida, y los optimistas experimentan un serio dolor y una preocupación sincera frente a aquellos males cuya realidad conocen y que no aciertan a desterrar del mundo. Los pesimistas niegan prácticamente su pesimismo con la alegría de calumniar el mundo, y los optimistas niegan prácticamente su optimismo con el dolor de no acertar a perfeccionar el mundo. Pequeñas compensaciones con las cuales los hechos restablecen el equilibrio de las palabras".

Giovanni Papini presidió, en 1939, el Centro de Estudios Nacionales sobre el Renacimiento. Fue vicepresidente de la Federación Europea de Escritores desde marzo de 1942. Murió el 8 de julio de 1956 en su natal Florencia, ciego, mudo y paralítico. Aún espera el juicio que lo sitúe en las cumbres de la filosofía y la literatura.