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¿Qué hacer en salud?

Decir que los servicios de salud pública en México están en condiciones peores que la educación podría parecer exagerado; pero, no. Esa es la triste realidad avalada por datos estadísticos y opiniones de expertos. Por ejemplo, Francisco Pérez Fayad, coordinador de los foros "Diagnostiquemos la salud, propongamos una cura", expresa que: "El país tiene déficit de infraestructura hospitalaria en los tres niveles de atención, no hay equidad en cuanto al servicio".

Como ocurre en todos los casos en que México es evaluado por los resultados de sus políticas públicas entre los miembros del organismo cuyo interés es compaginar el desarrollo económico con el bienestar social, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, en el ramo de la salud se encuentra en los últimos lugares, muy por debajo de naciones con un nivel de economía similar. Añadió el declarante que: "El principal rezago se encuentra en aquellas zonas marginadas, donde faltan médicos, enfermeros y el gasto total en la salud es demasiado bajo.

¿Qué hacer en salud?

Siguiendo las recomendaciones de la OCDE, se tiene que un país debe gastar al menos 4 mil dólares en la atención de un ciudadano; pero,  en México se gasta cuatro veces menos que esta cantidad, con solo mil 30 dólares al año. Así mismo, el número de médicos recomendado por cada mil habitantes es de 3.4 y en México hay 2.4; igual pasa con los enfermeros, la recomendación es de 9 y hay 2.8. Respecto a las camas hospitalarias, se aconseja que existan 4.7 por mil habitantes y en el territorio mexicano sólo existen 1.5 por cada mil, en promedio, porque hay lugares sin una.

Uno de los renglones en los que México fue pionero es en el sistema de salud pública y tuvo un relevante papel en la prevención de enfermedades, tanto por los programas de educación para la salud, la promoción de los deportes y la recreación y la solidaridad social; pero, el estilo de vida de los mexicanos cambo cuando prevalecieron los intereses de las grandes empresas trasnacionales fabricantes de frituras y golosinas que vinieron a substituir la alimentación sana, complementadas con los refrescos embotellados que deben estar bien fríos para poder ser tolerados por el cuerpo.

Hoy, México tiene los índices más altos en padecimientos como la obesidad, diabetes, hipertensión, sedentarismo, cansancio crónico y afición por el alcohol y el tabaco, que son substancias altamente tóxicas y dañinas que no se han podido controlar. Como consecuencia, la demanda de los servicios de salud es alta e insuficiente para cubrir las necesidades de la población. Si a ello se aúnan la corrupción y la simulación, se tiene un cuadro completo de muerte.

Las enormes presiones de las poderosas empresas farmacéuticas que dominan el mercado a nivel mundial han logrado el avance paulatino de la privatización de la medicina. En estos momentos, al promedio de gastos de los pacientes del sector salud es del 50 por ciento del costo de los tratamientos, tanto porque no existen los medicamentos necesarios en las farmacias oficiales, como porque los médicos recetan tratamientos externos generalmente en sus propias clínicas. 

Si trasladar los pacientes de las unidades médicas del sector salud a la clínica particular tuviera resultados positivos y los tratamientos pagados con recursos propios fuera eficaces, no existiría problema alguno; pero, no es así. Una vez agotados los recursos del paciente, éste es regresado a las instituciones oficiales, generalmente para pasar a la otra vida, eso sí, consolado por el apoyo de los profesionales de la salud, que hacen honor al juramento de Hipócrates y se dedican a servir.

La renuncia del director del Instituto Mexicano del Seguro Social, Germán Martínez Cázares y el diagnostico que hace de la salud de la institución, son muestras del grave deterioro que agobia al sector en su conjunto. Ante ello, no puede haber medias tintas ni arreglos soterrados. Quizá la mejor forma de combatir el cáncer que correo sus entrañas sea airear lo que ocurre adentro y poner en la picota a los profesionales de la salud que no cumplen su deber o se aprovechan de él.

En la era cibernética, resulta más barato difundir programas de salud pública y alertas contra los riesgos sanitarios, además de las denuncias puntuales de los corruptos, los flojos y los ineptos.