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Otra vez

Con serenidad y paciencia, México ha salido avante de las más recientes acechanzas que podían afectar la reconstrucción de su economía bajo el proyecto de la Cuarta Transformación. El sistema financiero internacional ha entendido que no se busca oponer resistencia a los capitales que se atengan a las reglas de operación y se encaminen a la inversión productiva, aquella que genera el círculo virtuoso de inversión-empleo-productividad-consumo y contribuciones. Sí a la especulativa.

El modelo no es distinto al que está siguiendo el vecino del norte, donde desde la afortunada época de doña Janet Yellen como presidenta del Sistema de la Reserva Federal, quedó claro que no se iban a estimular los negocios de viuda, esos que ganan mucho dinero con sólo tener capital invertido en el sistema bancario; que las tasas de referencia se mantendrían bajas, inclusive en cero mientras no se regularan los mercados, bajara el desempleo y creciera el consumo sin inflación.

Otra vez

Aquí, el lamentable papel de Luis Videgaray y su contlapache Agustín Carstens, elevaron las tasas de interés de manera irresponsable, disque para baja la inflación, que realmente nunca cedió y en cambio se acrecentaron las fortunas especulativas a niveles que no se habían visto jamás, con un grave deterioro para la economía, que ya no daba para más. Las grandes inversiones que se hicieron eran sólo pantomimas que no produjeron más que dolores de cabeza, como los puentes y carreteras.

El actual gobierno tuvo la valentía y la voluntad necesaria para detener el gran atraco del siglo XXI, el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde se tiraba dinero a pasto, mientras empresas que decían estar trabajando porque llevaban tierra y piedras de un lugar a otro, para después regresarlas al sitio inicial ganaban mucho dinero. El NAIMX hubiera sido peor que el Fobaproa.

Los de fuera lo entendieron y se prestaron a renegociar sus inversiones con un trato justo para ambas partes; lo de dentro, siguen con el dedo en el renglón y amenazan de todas las formas posibles, pues no se resignan a perder ese jugoso botín, ni los otros que los han llevado a estar entre los más ricos del planeta sin haber creado ni inventado nada, puro capitalismo de amigos.

Ahora que el sistema financiero internacional ha decidido jugársela con México y con su gobierno, otros agentes de poder también han visto la conveniencia de mejor aliarse que enfrentarse con quien tiene la fuerza moral de la razón y está buscando el bien de su gente. Poco a poco, van buscando la manera de acercarse y de formar parte de la Cuarta Transformación que no es más que la recuperación de los valores que dieron grandeza al Anáhuac durante casi todo el siglo XX.

Ayer, nada menos, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció el fin de los aranceles al acero y aluminio provenientes de sus socios comerciales, Canadá y México. Dijo textualmente durante una conferencia en Washington: "Acabamos de llegar a un acuerdo con Canadá y México (para comerciar) sin la imposición de aranceles o aranceles importantes". Es el principio de buena voluntad para recomponer y dar mayor viabilidad al nuevo tratado comercial.

Ya metidos en la fiesta de celebración por la supresión de los aranceles, la Presidencia de México expresó su beneplácito porque se alcanzó un acuerdo con Estados Unidos de modo que se levantan dichos aranceles, quedando sin cuotas el acero y el aluminio de México. Agregó que: "Por su parte, México se compromete a eliminar todos los aranceles que impuso como represalia por las medidas adoptadas por el Gobierno de Estados Unidos, así como poner fin a todos los litigios pendientes entre ellos ante la organización Mundial del Comercio (OMC)  sobre este asunto, e implementar medidas para prevenir la importación de aluminio y acero a precios de dumping".

Por su parte, en Canadá, conmocionado por una espantosa matanza de inocentes, se dijo que los Estados Unidos y Canadá acordaron eliminar los aranceles en aluminio y acero y de otros, todos relacionados con represalia por aranceles, eliminando importante fuente de fricción entre los dos países y un obstáculo clave para la ratificación de un nuevo acuerdo de libre comercio. Las tarifas desaparecerán dentro de dos días, según declaración conjunta emitida el viernes por la tarde.

De esta manera, pues, el gobierno de México sale airoso de una situación que amenazaba con desbordarse y afectar a otros renglones del intercambio comercial bi y trilateral, como es el caso del tomate, que actualmente es motivo de disputa por un gravamen que se le impuso unilateralmente. Con serenidad y paciencia, la Cuarta Transformación avanza.