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¿Qué hacer?

México y los mexicanos han quedado atrapados en el juego electoral de los Estados Unidos, que el año próximo deberá elegir o reelegir presidente de la República. Varios de los más avispados intelectuales de allá han negado la existencia de una crisis migratoria y no pocos sospechan que se trata de un juego político para llevar agua a su molino por parte de alguno de los partidos políticos en la contienda. En tanto, los aborígenes están pagando el pato y no saben qué actitud asumir.

Tal vez habría que hacer caso a nuestro señor don Quijote cuando dijo que existe un remedio que cura todo mal y todo bien también: el tiempo. Quizá sea momento de sentarse a esperar para que los vecinos desahoguen sus diferencias y se inaugure un tiempo nuevo que corresponda a la 4ª. Transformación. Coger un buen palco y desde ahí ver los toros, dejando hacer y deshacer que, a fin de cuentas, todo ocurre atrasito de la raya. Habrá unos que gocen haciendo padecer; otros, no.

¿Qué hacer?

Para sustentar la idea de la inexistencia de la crisis migratoria, están las estadísticas y los registros de las grandes migraciones, entre la que no puede soslayarse la Gran Migración que se dio a finales del siglo XIX y principios del XX; cuando 20 millones de seres humanos ingresaron por la isla de Ellis a territorio americano para contribuir a la grandeza de ese país con habilidades y talentos. Otras han venido después y todas han resultado provechosas para una nación hecha de migrantes.

En todo momento es necesario destacar el sentido humanitario del pueblo y el gobierno de los Estados Unidos, cuando menos hasta estas fechas. Fue ese sentimiento de solidaridad lo que los llevó a aceptar 130,000 refugiados que escaparon de Vietnam a la caída de Saigón (hoy Ho Chi Minh). También llegaron a la Unión Americana la mayor parte de los judíos que la Unión Soviética permitió que salieran de su territorio para ir a Israel; pero que, ya en el camino se desviaron para América. Y, no se diga de la enorme corriente de cubanos que salieron de la isla con o sin el consentimiento de su gobierno; fueron 270 mil cubanos que se asentaron en el estado de Florida.

El ingreso de los indochinos, judíos rusos y cubanos fue tan atropellado e irregular que por ello el presidente Jimmy Carter redactó la Ley de Emigración y Asistencia a los Refugiados, para crear un procedimiento ordenado y duradero de admisión en los Estados Unidos de los refugiados que tuvieran una especial condición. En marzo de 1979, se envió al Congreso la enmienda a las leyes migratorias y fue aprobada con el nombre de United States Refugee Act of 1980, un año después.

Se elevó de 17,400 a 50 mil el número de admisiones de solicitantes de asilo y refugio permanente por año y se estableció que toda persona perseguida o cuya seguridad e integridad estuviera en riesgo en su lugar de origen, con sólo estar presente en territorio americano podía pedir asilo y no se le podía negar, excepto mediante un juicio ante una corte de migración. También pueden pedir asilo las víctimas de violencia intrafamiliar, siempre y cuando presente pruebas de esa condición.

A los solicitantes se les concedía libertad condicional y podían residir libremente en EU mientras se procesaba su petición. Quien lo determinaba era el fiscal general de la nación. Con el tiempo, ya no es sólo el fiscal general quien determina, sino autoridades de migración y del Poder Judicial.

En los últimos años, la libertad condicional se restringió y se aloja a los migrantes en centros de detención donde deben permanecer hasta que se resuelva su estatus migratorio. Además, se está exigiendo que México actúe como tercer país seguro para que los solicitantes aguarden.

Ya no son vietnamitas ni judíos rusos, sino centro y sudamericanos los que buscan llegar a EU; pero, se han topado con una dura resistencia por parte del presidente Trump, quien asegura que hay una crisis migratoria y asume poderes metaconstitucionales, mientras que la gente que sabe, dice que no la hay.  Henry Cuellar, congresista de Texas, asegura: "Soy de la frontera, no hay crisis allí"; Jerrold Nadler de Nueva York, asegura que: "No hay crisis en la frontera". "No hay crisis en la frontera de nuestra nación", escribió EJ Dionne del Washington Post. Como Trump sí sabe lo que hace, sólo pasarán por los puentes los vehículos de carga de las grandes empresas trasnacionales.

Mientras ello ocurre, no hay más que aguantar.