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Mario, el Curioso

Para ganar el Nobel, el científico mexicano trabajó con intensidad y pasión

El planeta está de luto, se murió su defensor. México está de luto, se fue el último de los Premios Nobel con los que culminó la etapa revolucionaria en los tres grandes campos de la cultura humana, arte, ciencia y moral. La ciencia está de luto, ayer fue a integrarse al espacio sideral el alma del científico que descubrió el adelgazamiento de la capa de ozono debido a la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarburos, que le mereció el Premio Nobel de Química, junto con F.S. Rowland, en 1995.

Para ganar el Nobel, el científico mexicano trabajó con intensidad y pasión. Con su grupo de investigación publicó una serie de artículos entre 1976 y 1986 que identifican propiedades químicas de compuestos que juegan un papel esencial en la descomposición del ozono de la estratosfera. Luego demostraron en el laboratorio la existencia de una nueva clase de reacciones químicas que ocurren en la superficie de las partículas de hielo incluyendo aquellas que están presentes en la atmósfera. También una nueva secuencia de reacciones catalíticas que explican la mayor parte de la destrucción del ozono en la estratósfera polar.

Mario, el Curioso

Siendo un hombre sencillo y amable, se refería a sus descubrimientos como producto de la curiosidad, pues, en realidad, sus estudios tenían poca relación con la química atmosférica, que finalmente fue su campo de trabajo y de grandes logros. Nació en la Ciudad de México en 1943 y se graduó de ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México (1965); posteriormente realizó estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania (1967) y recibió un doctorado en Fisicoquímica de la Universidad de California, Berkeley, en Estados Unidos (1972). 

Durante una entrevista, afirmó que: “La motivación no era la capa de ozono. Mi campo de trabajo, mi doctorado, lo hice en química muy fundamental. No tenía conexión con el medio ambiente. Con mi colega Sherwood Rowland, profesor de la Universidad de California, decidimos darle aplicación a los conocimientos que teníamos, no nada más hacer ciencia pura; sino buscar un problema más conectado con la sociedad. Sabíamos que estos compuestos, los CFC, se estaban acumulando en la atmósfera, nada más; es la única información que teníamos. Porque estaban diseñados para ser muy estables (uno los puede a respirar y no pasa nada), para sustituir a compuestos que sí hacen mucho daño que se usaban en los refrigeradores, como el amoníaco, el dióxido de azufre, esos no se pueden respirar. Fue curiosidad, ¿qué pasa con estos compuestos que ya se pueden medir en cantidades pequeñísimas en la atmósfera? ¿Nos deberíamos preocupar o no?”.

Con simpleza, dice: “Después de hacer estudios, que no nos tardamos mucho tiempo, pero aprendiendo cómo funciona la atmósfera, nos dimos cuenta de que eran tan estables que iban a llegar a la estratósfera y ahí es donde se iban a descomponer y dejar de existir como tales. Pero hicimos el siguiente paso también, ¿qué consecuencias hay?: resulta que la estratósfera es muy delicada y las moléculas de estos compuestos tienen átomos de cloro y al descomponerse se liberan estos átomos y son los que nosotros hicimos la predicción de que podían afectar a la capa de ozono. Por un proceso catalítico, una pequeña cantidad, un átomo de cloro, puede destruir a decenas de miles de moléculas de ozono, porque destruye y luego se regenera en otra reacción y luego destruye otra más”.

Pero, no se detuvieron ahí y se fueron al conocimiento profundo de la geografía que les permitió saber la diferencia que existe entre los polos. En el Polo Norte, achatado, el mar está rodeado de tierra; en el Polo Sur, elevado, el mar rodea todo y se juntan los océanos formando un vórtice que encierra masas de aire que no alcanzan a recibir la luz del sol y que llegan a temperaturas extremas de -80 grados centígrados, formando nubes de hielo que contienen partículas de cloro que destruyen el ozono.

Puede decirse que gracias al Dr. Molina, la capa de ozono se ha restaurado y se ha avanzado mucho en las legislaciones que prohíben los clorofluorocarburos; sin embargo, una nueva amenaza se cierne sobre el planeta: el calentamiento global. De éste, dijo: “El cambio climático desafortunadamente resultó ser más complicado; pero quizás la mayor dificultad es que desgraciadamente se politizó el problema y tenemos situaciones como el Partido Republicano (no antes sino el que está en la actualidad en el Congreso de Estados Unidos) que niega la ciencia del cambio climático, que es una cosa totalmente absurda e irracional”.

Su currículo dice que fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias y del Instituto de Medicina de los Estados Unidos, y durante ocho años, uno de los 21 científicos que formaron parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del Presidente Barack Obama (antes con Clinton). Por su labor y contribución a la Ciencia recibió más de 40 doctorados Honoris Causa, el Premio Tyler de Energía y Ecología en 1983, el Premio Nobel de Química en 1995, el Premio Sasakawa de las Naciones Unidas en 1999, el Premio Campeones de la Tierra de Naciones Unidas y fue el primer mexicano en recibir la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos.

¡Descanse en paz este gran mexicano!