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Los bienes son para...

Para cubrir todo eso alcanzó la expresión de don Miguel, que tuvo un lamentable papel cuando debió retractarse de haber afirmado que Carlos Salinas se robó la partida secreta del gobierno, aunque cuando lo dijo aseguró tener las pruebas contundentes de ello

En aquellos tiempos de corrupción y despilfarro del gobierno que obligaron a la moratoria de pagos de la deuda externa, el presidente Miguel de la Madrid justificó la venta del patrimonio nacional logrado durante 50 años de gobiernos revolucionarios, con una frase certera, que no venía al caso: “Los bienes son para remediar los males”. Vendió a sus cuates 155 empresas rentables, como Forjamex, fabricante de refacciones automotrices y Sosa Texcoco, la segunda productora mundial de salmuera alcalina.

Salinas fue más allá y casi acaba con todo. Privatizó no sólo boyantes empresas del estado mexicano, también se fue sobre los servicios que corresponden a la administración pública, como las carreteras, puertos de tierra, mar y aire, servicios aduaneros, carcelarios, asistenciales; el broche de oro fue las privatización de los servicios de banca y crédito que la constitución señalaba como exclusivos del estado, para darlos a sus amigos y a los pujantes de la cena de los 30 de a 25 que organizó Ortiz Mena.

Los bienes son para...

A Zedillo le quedaban sólo los ferrocarriles, que privatizó mañosamente para lograr un puesto dentro de la empresa trasnacional que acabó con el transporte de pasajeros y de recreo, para prestar servicios al comercio internacional. Completó su guardadito con la gran transa que fue el Fobaproa, el rescate de los bancos tronados por sus nuevos dueños para venderlos a bancos extranjeros, que siguen pagando los mexicanos con otro nombre, aunque la mayoría ni idea tiene de que debe tantos millones de dólares.

Campo para las transas no les faltó a los siguientes mandatarios, que inventaban trastada y media para hacerse de mulas a la mala, como la Biblioteca Vasconcelos, la Estela de Luz, el Pacto por México y otras muy vistosas y variadas formas de pellizcar el gasto público y beneficiar a los contlapaches que supieron reírse bonito. Compra de equipos para leer la mente de los criminales, pistolas cuyas balas podían seguir a los delincuentes que pretendieran escapar, equipos de rayos X para diferenciar a los malos de los buenos, chalecos blindados que protegían a los agentes del orden hasta de las mentadas.

Para cubrir todo eso alcanzó la expresión de don Miguel, que tuvo un lamentable papel cuando debió retractarse de haber afirmado que Carlos Salinas se robó la partida secreta del gobierno, aunque cuando lo dijo aseguró tener las pruebas contundentes de ello. “Los bienes son para remediar los males”, frase rotunda, incuestionable, filosa por los cuatro costados; pero que, la casta dorada mexicana, luego de haberla aceptado del gobierno, la rechaza tajantemente cuando tiene que ver con sus cuantiosos bienes.

El informe del Modelo de Dimensionamiento de la Riqueza Global de Knight Frank correspondiente al 2020, señala que: “En México se contabilizaron un total de 3,790 personas entre las más millonarias del planeta durante 2019. De éstas, hay 16 magnates que superan los mil millones de dólares”. Esos son los de mero arriba; pero, hay un basto universo denominado la casta dorada que ha crecido recogiendo las migajas de los potentados y van por el mundo como Juan por su casa sin tener nada que apetecer.

Son esos los que claman que el gobierno los ayude. Que acepte los créditos swap del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos o la línea abierta de crédito contingente del Fondo Monetario Internacional para que los rescate de la crisis y capitalizar sus empresas, algunas de ellas patito, a fin de preservar la planta del empleo. Bien sabido se tiene que la mayoría de las empresas en México son empresas pobres, que producen bienes y servicios malos y caros, con dueños y ejecutivos riquísimos.

En el primer informe del 2020, el año de la pandemia, los fondos de mexicanos depositados en cuentas de bancos de Estados Unidos crecieron en cuatro mil 288 millones de dólares en un mes, al ubicarse en 76 mil 166 millones de dólares en enero de ese año, mientras en diciembre del año anterior sumaban 71 mil 878 millones de dólares, según dio a conocer el vocero de la Reserva Federal de Estados Unidos. El número de mexicanos con dinero en el vecino país superan a todos los del resto de la América Latina y sus montos superan los del promedio de los depositantes de Europa en una proporción de casi tres a uno. Si aceptaron que los bienes son para remediar los males cuando los neoliberales saquearon al país, que lo aplique ahora que ha llegado el tiempo de las vacas flacas y traigan el dinero para sortear la crisis.

Cuando los priístas del zedillismo aumentaron el Impuesto al Valor Agregado del 10 al 15 por ciento, el panista Diego, dijo al referirse a la protestas de la gente: “No sean llorones”. Ahora, ¡que no sean llorones!