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Las razones de la razón

Quizá no fue tan afortunado el lenguaje que utilizó el presidente Andrés Manuel López Obrador al firmar el compromiso de no reelegirse. Es posible que le haya ganado la corajina luego de las provocaciones del sector empresarial tan reacio a sumarse a la Cuarta Transformación. Aunque su lenguaje populachero, mediante el cual llama a las cosas por su nombre, es aceptado por el grueso de los aborígenes, también hay quienes piensan que debía moderarlo un tanto; es el presidente.

El asunto tuvo su origen cuando el dirigente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos Walther, aseguró que la iniciativa de reforma constitucional en materia de consulta popular, es una trampa a la que, inclusive, puso nombre, denominándola "La trampa del cuarto año de gobierno", con la que AMLO pretende reelegirse por cuatro años más, afectando la idea de sufragio efectivo y no reelección que viene desde los tiempos de Madero. Insistió en que la revocación de mandato es una trampa.

Las razones de la razón

Pero, la realidad es muy diferente y utiliza argumentos insustanciales que buscan proteger los intereses que por tanto tiempo permitieron la acumulación de la riqueza en muy pocas manos, a costa de la miseria de los más. Deslegitima, sin ninguna razón la iniciativa aprobada en la Cámara de Diputados el pasado 14 de los corrientes, disque porque "las consultas podrían poner en riesgo asuntos críticos para la estabilidad de la nación". Quizá se refiera a los salarios inconstitucionales.

Se va al extremo cuando asegura que: "Consultar a los ciudadanos sobre las bases y sujetos de los impuestos es irracional. Con la carga ideológica imperante y la polarización social, aunada a los niveles de pobreza existentes, sería una expresión desordenada del enojo social, que con el impulso del gobierno, llevaría a una minoría legítima, sin defensa, al paredón de la injusticia tributaria". ¿De veras cree este señor lo que dice? ¿Se siente en realidad, amenazado e indefenso?

Un buen parámetro para entenderlo fueron las declaraciones hizo durante la renegociación del Tratado de Libre Comercio, cuando Estados Unidos y Canadá buscaban iniciar el proceso de homologación salarial y dijo que no. Que: "Se han garantizado algunos de los conceptos que más preocupan, son los que tienen que ver con la libertad sindical, derecho de asociación, de género. Esta parte es la que ha quedado ampliamente garantizada y no hay ninguna previsión que tenga que ver con los sueldos. Eso se queda completamente en los temas domésticos". ¡Siga el abuso!

En respuesta, AMLO leyó una carta que lo pone en su lugar, con expresiones como: "Sepan pues, señores conservadores, que abandonaré la Presidencia en el día preciso que marca la máxima ley y que en 2024 me iré allá por Palenque. Pero también les digo con sinceridad y en buena lid que deseo de todo corazón y con toda mi alma que lo logrado para entonces sea muy difícil de revertir y que el país no retroceda a los inmundos y tristes tiempos en que dominaba la mafia del poder".

Ya en referencia concreta al líder patronal, aseguró: "Ciertamente fui elegido para ejercer la Presidencia durante un sexenio, pero según nuestra Carta Magna, el pueblo tiene en todo momento el derecho de cambiar la forma de su gobierno. Es decir, el pueblo pone y el pueblo quita. Para cumplir este compromiso, envíe al Congreso una iniciativa de reforma constitucional para llevar a la práctica este mecanismo de democracia participativa. Sin embargo, mis adversarios políticos, los conservadores, que creen que soy como ellos, porque su verdadera doctrina es la hipocresía, vociferan que la propuesta de someterme a la revocación de mandato encubre la intención de reelegirme en 2024".

Luego, enuncia: "Ante este infundio me es necesario reiterar mis principio y mis convenciones democráticas para asentar lo siguiente: Uno, soy maderista y partidario de los principios de sufragio efectivo no reelección; dos, me inspiran los ideales y las convicciones, no la ambición al poder. Tres, creo que el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al servicio de los demás. Cuatro, considero que basta con seis años para desterrar la corrupción y la impunidad y convertir a México en una República próspera, democrática, justa y fraterna. No tengo duda que nos alcanzará el tiempo para consumar entre todos y de manera pacífica la cuarta transformación de la vida pública del país". Ni "pa’onde".