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Las políticas sociales

La enorme tarea que se ha echado a cuestas el gobierno de la Cuarta Transformación tiene que ver con el rescate de las políticas sociales que, con diferentes grados de importancia, según la época, se tienen como pilares del desarrollo humano: salud, educación, trabajo y asistencia. Los cuatro elementos sobre los que el capitalismo salvaje y feroz se ha ensañado para convertirlos en ricos filones para la explotación del ser humano y de su hábitat. Es hora de recobrar su sentido tutelar.

Quizá el pilar más importante de todos sea el de la salud, que en México, gracias al constituyente de Querétaro, va más allá de la pura asistencia facultativa para la recuperación de la salud y tiene que ver con la promoción de un estilo de vida saludable, la solidaridad social, tanto en la cobertura del costo asistencial, como en la concurrencia del sector educativo y de otras instancias oficiales para evitar riesgos masivos para la salud de la población. Pero, algo muy, muy grave vino a ocurrir.

Las políticas sociales

La corrupción, esa que el gran maestro y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Dr. Pablo González Casanova, percibió como la concubina del capitalismo, se apoderó de los cuatro pilares sobre los que descansan las políticas sociales y convirtieron a las instancias por medio de las cuales se cumplían en bien de la gente, en pujantes negocios para la mafia del poder, que sin saber nada de medicina se hicieron de enormes laboratorios médicos; sin entender la educación, crearon imponentes instituciones en donde se vende títulos a precios exorbitantes. 

En este momento, se está viviendo la triste realidad de que no hay recursos suficientes para cubrir las necesidades de la población que padece los estragos de una pésima alimentación a base de azúcares, harinas y fermentos industrializados, cuyo consumo fue oficializado a cambio de gruesas sumas entregadas en mano a quienes debía prohibir que estuvieran al alcance de la gente común.

Las acciones de la actual administración ya se están dejando sentir, con la cancelación de las compras a los laboratorios sospechosos o abusivos; con la revisión exhaustiva de las listas de los medicamentos; con la aplicación de medidas más rigurosas en la producción de alimentos tanto industrializados como preparados para su venta al público; con la exigencia de proveer de información veraz y precisa en sus envases y empaquetaduras; con medidas higiénicas más estrictas en establecimientos de atención sanitaria o de procesamientos de bebidas y alimentos.

Pero, además, en la Secretaría de Salud, el IMSS, el ISSSTE y demás instituciones de asistencia médica sectorial, la Subsecretaría de Integración y Desarrollo de Sistema de Salud (SIDSS), a cargo de la eminente Dra. Asa Cristina Laurell, ha formulado un nuevo modelo para el primer nivel de atención, que incluye un procedimiento novedoso para su organización. 

Según palabras de la propia Dra. Laurell: "Se establece un nuevo arreglo organizacional, que es el Distrito de Salud, el cual sustituye a la jurisdicción sanitaria. El Distrito de Salud es un modelo transversal de rectoría y operación en un territorio definido con tareas que van desde la vigilancia epidemiológica hasta la gestión de las redes de atención en este nivel (primario) y la referencia-contrarreferencia a los otros niveles de complejidad. Estipula las características, así como las funciones de sus componentes y tiene en su interior redes de atención que se conectan con niveles de complejidad fuera del distrito". 

Las acciones en la Secretaría de Salud no podrían estar completas sin el trabajo que vienen realizando los diputados y senadores de criterio progresista en las cámaras del Congreso, donde recientemente se aprobó un alza en los impuestos a cigarros, licores, bebidas azucaras y otros productos que hacen un terrible daño al organismo de los consumidores. La idea de controlar la venta de dulces y refrescos en las escuelas no logró una disminución en su consumo, a ver si el impuesto sí.

Que haya menos obesos, menos diabéticos, menos hipertensos, menos neuróticos, menos cansados, menos apáticos, será uno de los grandes logros de la Cuarta Transformación que está en marcha, a pesar de los obstáculos y de las resistencias de los emisarios del pasado.