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La prueba de ácido

Como el cambio climático considerado por ONU mucho más grave

La humanidad se enfrenta a circunstancias inéditas a partir de las cuales, nada volverá a ser igual. No que el virus bautizado como Covid 19 sea el causante de los estragos que sufrirá la economía mundial, ni que el número de infectados y de muertos vaya a superar las estadísticas de otros padecimientos que sí se han convertido en un verdadero problema y que no por ello reciben tanta atención ni se destinan tantos recursos para prevenirlos.

O como el cambio climático considerado por ONU mucho más grave. 

La prueba de ácido

Durante la presentación del informe sobre el Estado del Clima Mundial publicado por la Organización Meteorológica Mundial, Antonio Guterres, secretario general del organismo, manifestó que: “El coronavirus es una enfermedad que esperamos que sea temporal, con impactos temporales, pero el cambio climático ha estado allí por muchos años y se mantendrá por muchas décadas, y requiere de acción continua”. Otras voces igual de enteradas y autorizadas se han manifestado en el mismo sentido.

Petteri Talas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, dijo por su lado que: “El virus tendrá un impacto económico a corto plazo, pero las pérdidas serán masivas si pensamos en el calentamiento global. Estamos hablando de un problema de mayor magnitud, con consecuencias en la salud de las personas y en nuestras sociedades mucho más graves”. Luego se explicó que el calor de los océanos está en un nivel récord, con temperaturas que aumentan al equivalente de cinco bombas de Hiroshima por segundo. Sin embargo, las declaraciones y los estudios realizados no calan en la gente.

Lo que sí ha prendido y mantiene en un vilo a la humanidad es el virus que produce una enfermedad pulmonar, que es nuevo, que es muy contagioso y que puede causar la muerte; pero que, es susceptible de ser aislado y dejarlo que desaparezca por sí mismo como ha ocurrido con otros similares. ¿Cómo es que eso ocurre? La respuesta es simple: están las condiciones dadas para una tormenta perfecta en que se conjugan los estragos del capitalismo salvaje a la economía mundial, que arrastra una deuda colosal prácticamente impagable; la abundancia de inventarios en las grandes corporaciones, muchos de ellos con productos que ya no saldrán al mercado porque están desfasados; y el dominio de las comunicaciones.

Se ha inventado un moderno ‘Coco’ que, en medio de las fake news y las post truth (el pan de cada día en los medios masivos), ha generado una sicosis que está a punto de llegar al pánico, sin que haya poder humano que la contenga. La pandemia no es de Coronavirus, sino de miedo y con éste lo más lamentable que tiene el hombre: su egoísmo, su poder de imposición sobre los demás, dejando de lado todos los esfuerzos que se han hecho a lo largo de la historia para crear un mundo civilizado y amable. 

Cuando los organismos que intentan llamar la atención de los países ricos y poderosos sobre los riesgos verdaderos, se hace un silencio sepulcral que se rompe con las noticias escandalosas y falsas. Dice Acnur: En los últimos años, morir de hambre se ha convertido en el mayor riesgo para la salud de todo el mundo, provocando un mayor número de muertes que el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntos. A pesar del objetivo de Hambre Cero para 2030, el último año el hambre en el mundo sigue aumentando. 

La prueba de ácido será para los gobiernos que han tomado medidas para contrarrestar la sicosis y los daños causados por las estrategias mediáticas de desinformación y confusión. Al final tendrán que rendir cuentas sobre lo que hicieron o dejaron de hacer. Será la gente la que juzgue una vez que tenga los pelos de la burra en la mano. Pero, hay otra prueba más dura y en ella está involucrada toda la sociedad.

Esta prueba tiene que ver con el futuro de los niños que han sido lanzados a la calle porque las instituciones que deben ver por su formación y cuidado, han decidido cerrar su puertas. En aquellos años del México heroico, no había problema: los chicos se la pasaban en la calle jugando y aprendiendo a socializar por la vía más dura, o te aclimatas o te aclimatan. Los resultados fueron buenos porque de ahí salieron generaciones brillantes que abonaron al progreso del país y el bienestar de los paisanos.

Ahora, los niños no pueden salir; sus padres, los dos, no pueden cuidarlos porque están sobándose el lomo para ganar la gorda; no hay parques suficientes, seguros y bien equipados para que ahí pasen el tiempo; sólo queda la televisión y los equipos cibernéticos que vendrán a ser las modernas niñeras con los resultados de todos conocidos por la apología permanente que hacen de las conductas antisociales. ¿De verdad, pensaron en los niños?.