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Punto de inflexión

Los grandes movimientos transformadores los han encabezado personajes con auténtica vocación social que entienden la política como el arte de servir

Ordinariamente se toma el punto de inflexión como una función matemática de eventos continuos que varían su rumbo; pero, vale también para acontecimientos de la vida real, cuando una tendencia toma una dirección diferente. La celebración del Día Internacional de la Mujer (que originalmente estaba dedicado a la mujer trabajadora) y el Día sin Mujeres pueden ser acontecimientos intrascendentes que no sean recordados más que por los actos vandálicos de las personas que hicieron desmanes a pasto.

Pueden serlo si del punto de reflexión, no se pasa a un punto de inflexión que involucre a todos los miembros de la sociedad, niños, mujeres, hombres y ancianos. Se quejan las féminas de que en muchas ocasiones se les victimiza doblemente, como causa y efecto de las agresiones de que son objeto. Al caso, hay que reconocer que existe confusión y que es imperativo un diálogo abierto para redefinir los patrones de conducta y de respuesta de una parte y otra, un acuerdo acorde a la libertad que se reclama.

Punto de inflexión

En lo más profundo de los movimientos realizados este año, se encuadra la lucha de clases que ha existido desde que el ser humano se adentró en el terreno racional y algunos reclamaron privilegios que podían merecer o no. En las marchas y en el paro de las mujeres se observaron exclusivamente las féminas de clase media para arriba, especialmente las del sector intelectual, que demandan una atención especial; no así las obreras, campesinas o de barrios marginales y cinturones de miseria de las ciudades.

Y, hasta el momento no se ha hecho manifiesta la voz de la mujeres para reclamar por el impedimento que evitó que las más pobres, las dramáticamente faltas de derechos, pudieran unirse a los eventos del domingo y lunes pasados. Como si las hijas, madres, hermanas, amigas y parejas de condición miserable no existieran o no fueran dignas de recibir los mismos beneficios que las que si tienen voz y capacidad de hacerse oír. No que las mujeres estén divididas; sino que la sociedad está siendo dividida.

Los grandes movimientos transformadores los han encabezado personajes con auténtica vocación social que entienden la política como el arte de servir; pero, los llevaron a cabo todos los integrantes de la sociedad: chicos y grandes; pobres, ricos y de medio pelo; hombres, mujeres, niños y ancianos, cada quien haciendo la parte que le correspondía. Los sacrificios fueron parejos y los beneficios para todos. En ese sentido, las manifestaciones femeniles tuvieron la ausencia de gente que les hubiera dado una mayor relevancia por su peso propio y por el simbolismo que representan en la actual acontecer social, político y económico.

Hasta el momento, el único pronunciamiento que involucró a la mujer campesina fue el comunicado enviado por las mujeres del EZLN, que en su párrafo primero dice: “Nosotras saludamos su iniciativa. La miramos como algo valioso, bueno, noble, honesto y legítimo. Y la apoyaremos según nuestros modos. Porque cualquier mujer, sea una, o unas cuantas, o muchas, que luchen por la vida, deben saber que no están solas. Porque nuestro pensamiento es que, si las ausentes, las asesinadas, las desaparecidas y las encarceladas deben saber que no están solas, pues con mayor razón las vivas que luchan”. Pos’ sí.

Existe tanta confusión, seguramente no gratuita, que es necesario sentar las bases para un diálogo abierto en que puedan encontrarse los mecanismos de causa-efecto que impiden que pronunciamientos tan válidos como los que se plantearon el 8 y el 9 no puedan tener una respuesta contundente. Quizá lo peor que pueda ocurrir es que también los movimientos feministas sean fracturados y con la división pierdan la fuerza que hasta el momento han demostrado. Quienes están interesados en mantener los privilegios actuales, en que unos tienen en abundancia y otros carecen de lo elemental, siempre han buscado dividir.

Ya lograron que la mujer marche por su lado en busca de justicia, estigmatizando en general a los hombres por las conductas inaceptables de una minoría que hace mucho daño a las sociedad; quizá ahora busquen ahondar en la división de las mujeres con mejor nivel de vida respecto de aquellas que deben sobarse el lomo cotidianamente para poder sobrevivir, con el amago permanente de los abusos de que son objeto. Como ‘en mar revuelto, ganancia de pescadores’, buscan sembrar la confusión.

Confusión que no es otra cosa que la acción y efecto de confundir, esto es: mezclar o fundir cosas de diversa naturaleza para perturbar los ánimos y hacer caer en equívocos. Ya lo dijo Tithi Bhattacharya, profesora de historia de la Universidad de Purdue, en Indiana: “Si el feminismo quiere convertirse en una amenaza para el sexismo y la violencia capitalistas, entonces tiene que ser un feminismo anticapitalista”.