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La misma vara

Siguiendo el hilo, se llega a la madeja. En el embrollo que se ha armado en torno a las decisiones precipitadas y poco afortunadas de los Poderes en Venezuela, están involucrados demasiados intereses, tanto que las plataformas líderes del ciberespacio han determinado lavarse las manos en cuanto a los contenidos de los textos e imágenes que transportan, dejando a criterio de cada quien la interpretación de hechos y dichos. Para entender, no queda más que ir a los registros.

Por efectos de la reforma constitucional de 1999, el Congreso Nacional de Venezuela, bicameral, se convierte en Asamblea Nacional, con una cámara, la de representantes populares, que está integrada por 167 miembros. En diciembre de 2015, la Asamblea Nacional quedó en manos de la oposición al régimen del presidente Nicolás Maduro. Durante los comicios no hubo problema alguno dado que el sistema electoral de Venezuela es cibernético y además, de los más confiables.

La misma vara

Fue en las jornadas posteriores donde se presentaron ante el Tribunal Supremo de Justicia las pruebas de que había habido compra de votos y coacción para el ejercicio del sufragio en tres comunidades enclavadas en zonas de difícil acceso. Como medida cautelar, la autoridad judicial suspendió de manera temporal la toma de posesión de los representantes cuya elección fue cuestionada; sin embargo, la mayoría (de oposición), decidió seguir adelante, llegando al desacato.

De esta suerte,  el 11 de enero de 2016 el TSJ declaró que todos los actos llevados a cabo por la recién constituida Asamblea Nacional serían considerados nulos mientras la juramentación de los tres diputados siguiera vigente. Desde entonces, varias de las sesiones parlamentarias han sido suspendidas por falta de acuerdos y el diálogo entre el poder Ejecutivo y el Legislativo, lo que vino a provocar una situación de inmovilismo institucional y, de hecho, la desestabilización económica.

Para corregir esta situación, el Poder Ejecutivo emitió un decreto para la integración de una Asamblea Constituyente que asuma las funciones de la Asamblea Nacional en desacato (que sigue operando de manera irregular) y convoque a elecciones. 

En los comicios celebrados el 20 de mayo del 2018, Nicolás Maduro fue reelegido obteniendo 5,8 millones de sufragios (68%) de un total de 8,6 millones de votos, contra 1,8 millones (21,2%) del exchavista Henri Falcón, quien se sublevó.

Los alegatos de la oposición en contra de la reelección de Maduro, con un fuerte respaldo de fuerzas políticas y económicas con poderosos intereses en Venezuela, fueron los mismos que llevaron al Supremo Tribunal de Justicia a tomar las medidas cautelares que han invalidado las acciones de la Asamblea Nacional; sin embargo, los impugnadores no presentaron las pruebas fehacientes de lo que aseguraban, como en 2015, hicieron los que acusaron de compra y coacción.

La Asamblea Nacional en desacato ha realizado un intenso cabildeo internacional, especialmente con las naciones en desacuerdo con el estilo de gobernar de Maduro. No ha faltado algún medio que publique las encerronas de los asambleístas de oposición con operadores políticos de mucho peso, entre los que debe incluirse el New York Times: "El gobierno de Donald Trump sostuvo reuniones secretas con militares venezolanos rebeldes para hablar sobre sus planes para derrocar al presidente Nicolás Maduro, según funcionarios estadounidenses y un excomandante militar venezolano que participaron en las conversaciones". El NYT no es simpatizante de don Nicolás.

El autoproclamado presidente interino de la República de Venezuela, aduce, como ha venido haciendo desde hace meses, el Artículo 233 de la Constitución, que señala textualmente en su primer párrafo que: Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República: su muerte, su renuncia, o su destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo de Justicia...", situación que a la vista del más burro estudiante de Derecho, no tiene aplicación, dado que Venezuela tiene un presidente electo, cuya elección fue cuestionada pero no invalidada.

Además, si se acepta que una Asamblea Nacional en suspenso pueda hacerse de la Presidencia; se tendría que aceptar que la Presidencia cuestionada de Maduro, es de pleno derecho. Igual vara.