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Los cinco sentidos

Si hubiera que definir la época que está viviendo la humanidad y, de manera muy especial los habitantes del Anáhuac, habría que decir que se está en medio de una vorágine de sucesos y de ficciones, que se entremezclan, aturdiendo los cinco sentidos con los que medianamente el ser humano es capaz de percibir su entorno. 

No hay tregua ni reposo en cuanto al bombardeo de información, real o falsa, que se hace llegar a quien no se ha desvinculado, como los ermitaños.

Los cinco sentidos

En ese sentido, cobra enormes dimensiones el legado del escritor y periodista polaco Ryszard Kapuscinsky, quien afirmó que: "Nuestro enemigo tiene una cara suave que es la manipulación. 

Antes, la calidad de la noticia se caracterizaba por la verdad; ahora, el valor de la noticia ha cambiado. Pesa si es interesante, no si es verdad. Y esto es una gran pérdida. Es el triunfo del sensacionalismo. Pero felizmente existen medios excelentes que llevan la bandera de la verdad".

Kapuscinsky fue testigo de primera mano del júbilo y esperanza con los que muchos pueblos del África conquistaban su independencia a principios de los años 60s, luego del colonialismo. Vio cómo esos sueños se iban convirtiendo en golpes de Estado, en cruentas luchas por el poder, en la matanza de un millón de tutsis y, cuarenta años más tarde, en los genocidios de los Grandes Lagos. Más tarde, vio la tragedia de los pueblos de la América indiana, también sometidos por gorilatos.

Después de un largo bregar por los lugares donde se generaba la noticia y de escribir interesantes libros y dramáticos reportajes en medios del mayor prestigio, se dedicó a la enseñanza del oficio y como parte de su quehacer docente escribió lo que podría ser la biblia moderna del periodista profesional: Los cinco sentidos del periodista (estar, ver, oír, compartir y pensar), una metodología expuesta en pocas páginas en la que resume los secretos del periodismo ejercido con total rigor.

El notable periodista falleció el 23 de enero de 2007. Inició su carrera en 1956, cuando fue enviado por el periódico en el que trabajaba entonces, El estandarte de los jóvenes, de las juventudes comunistas, a India, Pakistán y Afganistán. 

La directora del periódico regaló un ejemplar de Historias de Herodoto; el libro, le enseñó que para comprender y describir el mundo hay que recoger una gran cantidad de material y que para ello es necesario salir de casa y conocer personas que nos relaten sus historias, porque los cronistas son el resultado de una escritura colectiva. 

Y, además, tener en cuenta las razones de las partes en un conflicto, estar abiertos a otras culturas y ser compasivos con la desgracia humana.

El respecto, expresó; "Y aquel libro me ha acompañado en todos mis viajes. Incluso ahora lo llevo siempre conmigo, como fuente de inspiración, reflexión y placer. Un modelo de objetividad e información completa para nuestro oficio de investigadores del mundo". No sería ocioso que quienes se adentran en el oficio llevaran consigo también a Herodoto, junto con Kapuscinsky.

Al inicio de la primera parte de Los cinco sentidos del periodista, escribió que: "Hace 50 años este oficio se veía muy diferente a como se percibe hoy. Se trataba de una profesión de alto respeto y dignidad, que jugaba un papel intelectual y político. La  ejercía un grupo reducido de personas que obtenían el reconocimiento de  sus sociedades. 

Un periodista era una persona de importancia, admirada. Cuando andaba por la calle, todos lo saludaban". Desde la aparición de las fake news y la manipulación informativa, que editorializa y matiza la información, eso ha cambiado y el impacto mediático descansa más en el escándalo que en la verosimilitud.

Los cinco sentidos del periodista, en cuyo ejercicio descansa su credibilidad profesional, tienen que ser complementados con los cinco sentidos del lector, el oyente, el espectador; esos cinco sentidos que permiten al ser humano ver, escuchar, olfatear, saborear y sentir, a fin de librarse de los efectos de la embriaguez informativa que conduce a la pérdida del sentido común.