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La gran Reina

Con una vida austera y recatada, dedicada al estudio y a la religión, Isabel la Católica supo entender la importancia de las propuestas de su confesor y no dudo un solo instante en aplicarlas para mejorar la vida de la gente en su reino, que llegó a extenderse hasta el nuevo continente

La Edad Media se hubiera extendido más sin la audacia y firme voluntad de Isabel la Católica y la enorme sapiencia de su confesor y consejero, el Cardenal Cisneros. Ambos fueron artífices del descubrimiento de América, cuando los Reyes Católicos recibieron, en 1492, a Cristóbal Colón en el Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, en Extremadura, España, para escucharlo hablar de la nueva ruta hacia las Indias, siguiendo el occidente, y, después, ser convencidos de financiar la empresa.

La reina y el cardenal revolucionaron la política, la religión, la economía y la cultura para crear los fundamentos del Renacimiento, a partir de la Universidad de Alcalá de Henares, donde emerge el respeto a la cultura grecolatina, la importancia que concede al conocimiento de los clásicos, en especial Aristóteles, que se percibe en el plan de estudios de la Complutense y en la selección de colaboradores y profesores que ahí enseñan. La Universidad de Alcalá se sume en esta realidad y se convierte en estandarte del humanismo cristiano hispano gracias al activismo y la dirección decidida del cardenal con el consentimiento y el apoyo de la soberana y de su marido Fernando.

La gran Reina

En la época que le tocó reinar, todo estaba contaminado por el vicio, la corrupción y la opulencia mediante el despojo. España era un caos, la Iglesia estaban tan interesada en lo mundano que en breve habría de ocurrir el gran cisma de Lutero en contra de la corrupción de los religiosos. Las instituciones de gobierno, administración y de justicia eran venales e ineptas; sus funcionarios llegaban a los cargos mediante la compra de las posiciones a quienes tenían influencia y poder.

Con una vida austera y recatada, dedicada al estudio y a la religión, Isabel la Católica supo entender la importancia de las propuestas de su confesor y no dudo un solo instante en aplicarlas para mejorar la vida de la gente en su reino, que llegó a extenderse hasta el nuevo continente. 

Durante los años de incertidumbre política que precedieron a la muerte de Enrique IV, el alto clero se había dedicado a las guerras que eran características de muchos de los prelados de fines de la Edad Media. España no difería del resto de Europa, pues sus obispos con frecuencia resultaban ser más guerreros que pastores, y se involucraron de lleno en las intrigas políticas de la época, no por el bien de sus rebaños, sino por sus propios intereses políticos y económicos. Ejemplo de esto fue el arzobispo de Toledo don Alonso Carrillo de Albornoz, quien fue uno de los grandes arquitectos de la elevación de Isabel de Castilla y su matrimonio con Fernando de Aragón.

Isabel y el cardenal Cisneros colaboraron en la reforma de los conventos. La Reina se ocupaba mayormente de las casas de religiosas, y el Arzobispo de los monjes y frailes. Sus métodos eran distintos, pues mientras Cisneros hacía uso directo de su autoridad, ordenando que se tomaran medidas reformadoras, la Reina utilizaba procedimientos menos directos. Cuando decidía visitar un convento, llevaba consigo la rueca o alguna otra labor manual, a la que se dedicaba en compañía de las monjas. Allí, en amena conversación, se enteraba de lo que estaba sucediendo en la casa y, si encontraba algo fuera de lugar, les dirigía a las monjas palabras de exhortación. Insistía particularmente en que se guardase la más estricta clausura. Por lo general, con esto bastaba. 

Las reformas a la iglesia, no se quedaron en medidas administrativas; también llegaron al cultivo de las sagradas escrituras. En esta empresa, la imprenta era una gran aliada, y por tanto Isabel, con la anuencia de Fernando, fomentó su desarrollo en España. Pronto hubo imprentas en Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Salamanca, Zamora, Toledo, Burgos y varias otras ciudades. Pero las contribuciones más importantes de Cisneros y la reina a la reforma religiosa en el reino de España para darle sentido humanista, fueron la universidad de Alcalá y la Biblia Políglota Complutense.

Si en las altas instancias del Estado y de la Iglesia, había deterioro moral y corrupción, no podía ser menos en las clases populares, por lo que la reina creó la Santa Hermandad, la primera policía del planeta dedicada únicamente a erradicar las conductas antisociales de los súbditos del reino. Isabel murió el 26 de noviembre de 1504. En su testamento escribió: “Primeramente encomiendo mi espíritu en las manos de mi Señor Jesucristo, el cual de la nada lo crió, y por su preciosísima sangre lo redimió”.