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¿Y usted qué tanto chismea?

Si los hombres supieran lo que unos dicen de otros. No habría en el mundo cuatro amigos siquiera. Pascal

El que esté libre de chisme que lance la primera piedra. Creo que nadie, porque desde que apareció, el lenguaje ha sido usado para hablar de los demás. Los estudiosos del tema refieren la necesidad de chismorrear como un instinto que el hombre moderno heredó desde la Edad de Piedra, cuando era vital para los humanos transmitir información acerca del alimento, la caza y los peligros del entorno que iban derivando en chisme al pasar de boca en boca. La práctica no ha cambiado mucho desde entonces, pues el chisme sigue siendo parte de la interacción y las relaciones sociales.

No podría haber sociedad sin “cotilleo”, dice un psicólogo español, pues está demostrado que a casi todos, por angas o mangas, fascina la vida de los demás.  Incluso los especialistas anotan que en muchos casos el chisme ayuda pues  permite auto-evaluarse o consolarse a través de la conducta o la situación de otros. Además señalan que el chisme  puede ser una herramienta para iniciar conversaciones, incluso para entablar nuevas relaciones. Pero a la práctica también se le conoce como “viborear”, luego entonces, muchas veces conlleva veneno.

¿Y usted qué tanto chismea?

El Diccionario de la Real Academia define al chisme como  “noticia o comentario, falso o verdadero, con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras”. Visto así, el chisme resulta negativo, dañino y sin duda muchas veces  cual puñalada trapera. ¿Quién no ha padecido, desde los palacios reales hasta las humildes vecindades, de un chisme que es filosa calumnia? ¿Quién no ha gozado al enterarse de un sabroso chisme de su interés? ¿Quién evalúa si el chisme es falso o verdadero? 

De todo hay en la viña del chisme, pero quienes lo estudian dicen que este puede ser negativo y malicioso, pero también una actividad social que disfruta, relaja y afirma vínculos.  También los datos han revelado que la práctica se origina en la infancia y es más frecuente en personas resentidas, acomplejadas, carentes de amor. En ese sentido, un muestreo de conversaciones descubrió  que “dos terceras partes del tiempo de una conversación, son dedicadas al chisme”. Ufff. Luego entonces abunda el chisme y los chismosos, aun cuando las religiones  lo reprueban y se da lo mismo entre ricos y pobres, ignorantes y preparados, mujeres y hombres.

De este “chismorreo”, señalan, una gran parte es negativa, pero hay alguna que puede ser letal, acabar con la reputación de alguien, incluso convertir en culpable a gente inocente. Considerado como otra forma de acoso, de abuso; el perjuicio que se puede hacer con el chisme es demasiado. Y en eso debemos pensar antes de hablar. Porque sin duda hay de chismes a chismes. En la política, en la farándula, en la empresa, en muchos entornos. Los programas televisivos de chisme con gran audiencia son un ejemplo de cómo la gente goza enterándose de la vida privada de los ricos y famosos. Además en nuestros tiempos el chisme se propaga vertiginosamente a través de internet, lanzando dardos que muchas veces destrozan honras sin ser verificados. Los mismos especialistas apuntan que con las redes sociales el chisme ha aumentado considerablemente. Una sola foto en Instagram puede provocar millones de chismes por minuto. Cada vez más gente gastando su vida en el chisme que en la convivencia

Bueno, hay tanto chisme nocivo, que en algunos pueblos de Filipinas, hartos de los problemas ocasionados por el chisme, establecieron multas para castigarlo. En una entrevista, un alcalde aseguró que en tiempo de calor se propagan más los chismes causando pleitos,  incluso muertes, por lo que tomó la medida, donde según el caso los castigados son obligados a trabajo comunitario y hasta mutilados. Ay ¿Cuántos mutilados habría por acá? 

Hay casos incluso que un chisme puede desatar una separación, una  tragedia, un desastre, una guerra. El chisme mata y también vende, por eso es tan socorrido. Pero hasta los defensores del chisme inocuo como terapia afirman que el chisme maligno puede ser en extremo nocivo, provocando ondas expansivas que terminan regresando para dañar a quien lo emitió. Además varios estudios médicos han demostrado que las personas chismosas se enferman más, ya que los comentarios negativos se incuban en su interior cual veneno. 

No sé usted que piense al respecto, ni que tanto tiempo le dedica al chisme, ni si lo hace con o sin veneno. Repito: quién podría tirar la primera piedra en este mundo donde el chisme es la evidencia que se habla mucho y se piensa poco. La cita de Pascal es impresionante: si supiéramos lo que los otros hablan no quedarían en el mundo amigos. Pensemos en ello antes de propagar chismes con veneno. Pensemos antes de hablar.