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Hablando de burros

La producción de automóviles eléctricos ya es una realidad, no así su uso masivo porque siguen siendo muy caros, de donde se desprende que el uso de la gasolina como combustible tiene para rato largo

Quezque varios políticos y muchos empresarios han decidido oponerse a la creación del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, así como al programa de inversiones en Petróleos Mexicanos para elevar la producción del bitumen, y demandan que esos recursos se destinen a 'salvar la planta productiva y a mantener el empleo' luego de los embates por el Coronavirus, el fin de la era neoliberal y la escaramuza por el control del mercado petrolero mundial. Quizá alguno sepa lo que dice; pero, los otros para nada.

Del Trena Maya no hay mucho que decir, se trata de una inversión de enorme proyección al futuro, que creará millones de empleos en una de las zonas tradicionalmente castigadas del país y en un sector reconocido universalmente como de gran trascendencia que, además, presenta oportunidades casi infinitas de negocios e inversión redituable para los empresarios de buena fe. Tan importante es que empresas dedicadas a la gestión de inversiones, como BlackRock que presidente Larry Fink (quien hace poco se reunió con el presidente López Obrador), ha mostrado interés por participar en la obra que requerirá una inversión de 6,300 millones de dólares que se completarán con dinero público y privado.

Hablando de burros

Esa obra, viable, confiable y redituable, permitirá estimular el desarrollo integral del país, como ocurrió con Acapulco, referente mundial a mediados de la centuria pasada (todo empezaba, sucedía o terminaba en Acapulco), Puerto Vallarta y Cancún más cerca, y puede convertirse en un polo de atracción para mexicanos y centroamericanos que hallarán muchos empleos decentes y bien remunerados, además de oportunidad de desarrollo personal, profesional y empresarial por la demanda de servicios de niveles superiores, altos y medios. Será un detonante nato. 

Por lo que hace a la refinería de Dos bocas, será el cumplimiento cabal de la promesa que hicieron los gobiernos de opereta, algunos de los cuales realizó inversiones colosales para salir con domingo siete y dejar sin combustible al país para fomentar las importaciones oficiales (que se realizaban con el guante consabido) y privadas, favoreciendo a los magnates de siempre a costa del bolsillo de los mexicanos. La refinería, además de que será buen negocio pasada la escaramuza, acendrará la soberanía del país.

Es en lo referente a la inversión en la industria petrolera para reanudar la producción de crudo en donde más se hacen notar la ignorancia y la mala fe de los opositores. México tiene un gran porvenir en la industria petrolera mundial porque produce crudo de alta densidad, el cual se encuentra en capas de poca profundas y en cantidades muy superiores a los yacimientos no convencionales, por lo que requiere de gastos menores, con la ventaja de que es menos contaminante porque produce pocos gases residuales que tradicionalmente se queman para no dejarlos que vaya directo al aire y contaminen.

Se le conoce como crudo pesado y ordinariamente se paga a menores precios que los crudos ligeros; sin embargo, en una industria en constante evolución, los pesados van ganando mercados y se da el caso, por citar un ejemplo, que las refinerías de los Estados Unidos necesitan el petróleo denso de México para obtener productos petrolíferos que no obtienen con los ligeros, más encaminados a la producción de gas y gasolinas, dos combustibles cuya demanda va a la baja. Entonces, reactivar la producción es un esfuerzo dirigido a fortalecer la industria que ha sido tradicionalmente la columna vertebral de la economía.

La producción de automóviles eléctricos ya es una realidad, no así su uso masivo porque siguen siendo muy caros, de donde se desprende que el uso de la gasolina como combustible tiene para rato largo; pero, llegado el momento, el petróleo se destinará a la producción de lubricantes, indispensables para todo tipo de trasmisión de fuerzas motrices, lo que, nuevamente, será una gran ventaja para el crudo mexicano. La densidad del petróleo es una y la viscosidad de los productos finales, es otra; sin embargo, se ha detectado alguna relación entre ambas y, una vez determinadas la estructura molecular de los componentes químicos de los fluidos y lubricantes, las enormes lagunas negras serán riqueza para los mexicanos.

Las cuestiones ambientales en el desarrollo de los recursos de petróleo pesado constituyen la parte importante del modelo de negocios que plantea la inversión del gobierno en la industria, incluyendo el saneamiento de las áreas explotadas, la recuperación de minerales para hacer uso de los materiales de desecho, la minimización del consumo de agua, los asuntos relacionados con las poblaciones nativas y la reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero. En todo ello se augura un gran porvenir.

Si todo ello no bastara para convencer a los reacios, sea por tontería o por interés, hay que decir que los yacimientos de petróleo pesado poseen una ventaja con respecto a sus contrapartes más livianas: su longevidad. Los campos de petróleo pesado pueden permanecer en producción durante 100 o más años, con una producción menos costosas que las técnicas de extracción no convencionales a las que apostaron los gobiernos irresponsables. El gasto de este día dará beneficios a las futuras generaciones.

Existe la posibilidad de que los críticos de la actual administración sean tan mezquinos que ni siquiera el beneficio de la duda calme sus ardores. Pero, no hay para dónde hacerse. El mundo ya cambio y los ahítos tendrán que dejar que los otros coman también y si es posible con manteca. Existen suficientes elementos de peso para comprender el tiempo presente como una fuerte crisis civilizatoria.

La inicua explotación del ser humano y de su hábitat para hinchar los bolsillos de la plutocracia ha dado lugar a la crisis ecológica en su forma más agresiva. Fue necesario haber sentido un coletazo real de los riesgos que implica seguir acumulando capital por encima de la vida de las personas y del planeta mismo como un ecosistema integral. Ya resulta innegable el agotamiento total de la gestión lucrativa del mundo. Gobernantes y empresarios vieron las barbas del vecino rasurar y no se inmutaron, ahora les toca asumir su responsabilidad.