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Gato al bofe

El caso da para tanto, que representantes de otros países están buscando sacar raja

Uno de los más intrincados problemas de la historia era el que se refiere a la limitación de sus fuentes, que si no eran testimoniales, tenían, por fuerza, que ser historiográfica, esto es, basadas en textos escritos por protagonistas u observadores directos o gráficas de los hechos. Por fortuna, ese gran erudito e historiador, don Alfonso Reyes Ochoa, trajo un tercer elemento probatorio: la inferencia, las pruebas derivadas de las circunstancias.

Ponía un ejemplo sencillo: Si alguien dice que los ejércitos iban vestidos de amarillo, todo lo que diga a partir de ahí cuando menos resulta muy cuestionable, porque ningún general vestiría a sus tropas de un color tan chillante que las hiciera visibles e identificables a larga distancia, además de la posibilidad de convertirlas en blanco fácil de piedras, lanzas, flechas o perdigones. Hacía, luego, una brillante disquisición al respecto de la inferencia.

Gato al bofe

Recordando a don Alfonso, habría que preguntarse: ¿Qué hacían tres mujeres jóvenes con catorce niños, inclusive bebés, en tres camionetas viajando por una carretera solitaria de la zona alta de la Sierra Madre Occidental en el estado de Sonora, cerca de los límites con el estado de Chihuahua? ¿Si a una de las camionetas se le pochó una llanta, no era más fácil pedir ayuda por teléfono celular o cambiar la llanta ponchada por la de refacción en lugar de que las otras dos camionetas se regresaran a pedir auxilio? El caso tiene fondo.

Mucho mar de fondo si se toma en cuenta que el grupo étnico al que pertenecen las mujeres y niños viajantes y los familiares que han dado declaraciones a los medios, son una escisión de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (mormones) que tiene como principal característica la poligamia, esto es que los varones tienen derecho a poseer (en el estricto sentido de la palabra posesión) varias esposas con las cuales tener hijos a pasto.

Quien quiera enterarse de la triste historia de este grupo y, de manera especial de la familia involucrada en el evento que se comenta, puede buscar la edición de ayer del periódico estadounidense The Washington Post, en donde se hace una reseña puntual de los avatares de esta comunidad que se ha visto envuelta en varios escándalos violentos que no corresponden a la imagen que pretende proyectar ni a la posición de su abogados.

Sin saber cómo ocurrieron los hechos, los detractores de la actual administración se han lanzado, como se decía antes, como gato al bofe, culpando al gobierno y a sus instancias de procuración de justicia por los crímenes perpetrados, sin tener evidencia alguna de qué asirse. Figuras populares relevantes que habían mantenido una actitud prudente, también han echado su gato a retozar y los partidos políticos de oposición más reaccionarios han encontrado mucha tela de dónde cortar sin saber lo que ocurrió. Que con pan lo coman.

El caso da para tanto, que representantes de otros países están buscando sacar raja y no ha faltado quien diga que si el gobierno mexicano no puede, entonces que vengan los cherifes a hacer el trabajo dado que los involucrados tienen doble nacionalidad, mexicana y estadounidense, porque, como publicó ayer el Diario de Chihuahua: “LeBarón era miembro de una rama fundamentalista de los mormones que se había separado de dicha organización al negarse a abandonar la poligamia, por lo que decidió irse a México”. 

Cuando grupos facciosos y mezquinos buscan desestabilizar a las instituciones nacionales aprovechando cualquier oportunidad, como ocurrió durante la pérdida de la mitad de territorio y con la traída de Maximiliano, entonces la inferencia lleva directo a la traición a la patria.