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El modelo económico-político

Una vez identificados los vicios del neoliberalismo y los estragos que ha provocado en prácticamente todo el planeta gracias a la globalización

Cuanta más información se proporcione acerca de los modelos económicos y políticos que están en vigor o que se proponen como alternativa para enfrentar los problemas de un país o de una región, se pueden esperar mejores resultados. Para la mayoría de los habitantes del planeta y de la colonia Juárez también, ha quedado claro que el experimento del neoliberalismo iniciado en Chile y luego adoptado por Inglaterra y Estados Unidos para imponerlo al mundo, ha sido un rotundo fiasco. Hizo mucho mal.

En México, fue más dramático porque Carlos Salinas creó una generación de nuevos súper ricos con la subasta de las empresas de Estado a los grandes capitalistas huehuenches y sus aliados. Así, un grupo compacto de 30 familias domina totalmente la economía del país, ya sea de manera directa o aliados con capitales transnacionales, dictando políticas económicas que tienen que ver con la precarización del trabajo, la negativa a acatar y cumplir obligaciones fiscales y vincular la producción con la demanda.

El modelo económico-político

Una vez identificados los vicios del neoliberalismo y los estragos que ha provocado en prácticamente todo el planeta gracias a la globalización, hasta sus promotores más recalcitrantes ha reconocido la necesidad de imponer algunas restricciones. Se han dado cuenta, una vez más, que el mejor indio no es el indio muerto, porque, entonces, no habrá quien pueda trabajar la tierra y mover a las industrias. 

Y, de nueva cuenta, aparece el modelo mexicano de economía mixta propuesto durante el Congreso Constituyente de Querétaro. Este fue un encarnizado campo de batalla de las ideas, librado por talentos notables que entendieron que los fallos del Estado (estatización de los bienes de producción), así como los fallos del mercado, se deben a: Información limitada; control limitado de las respuestas del mercado privado; control limitado del crecimiento de la burocracia y limitaciones propias del proceso político.

Tuvo que darse cauce a un nuevo modelo afincado en tres premisas sustantivas e ineludibles: en política, el nacionalismo revolucionario; en institucionalidad, democracia con justicia social y en economía, economía mixta con rectoría del Estado (muy, muy diferente del estatismo). Así se logró que durante la mayor parte del siglo XX, México creciera al 6%, con baja inflación y escasa devaluación. Al mismo tiempo, se crearon las grandes instituciones nacionales que han sido la salvación del país. 

No es válido decir que los trinchones constituyentes del 17, fueran los únicos que atendieron la fórmula que Richard Musgrave, uno de los grandes hacendistas del siglo XX, explicaba cuando decía que el Estado tenía tres brazos económicos. El primero era el brazo de la estabilización; su cometido era conseguir que la economía permaneciera en el nivel de pleno empleo con precios estables. La forma en que debía hacerse era el tema principal de la macroeconomía. El segundo era el brazo de la asignación. El Estado interviene en la forma en que la economía asigna los recursos: directamente comprando bienes y servicios como defensa y educación, e indirectamente, por medio de impuestos y subvenciones, que fomentan algunas actividades y reducen los incentivos para otras. El tercero, el brazo de la distribución; esto es la forma en que los bienes producidos por la sociedad se distribuyen entre sus miembros. Este brazo trata cuestiones como la igualdad y resuelve la disyuntiva equidad-eficiencia.

Y, es que en el siglo XIIX, Adam Smith (a quien suele considerarse el fundador de la economía moderna) escribió La riqueza de las naciones (1776), en la que defendió la idea de que el Estado debía desempeñar un papel limitado. Smith intentó de mostrar que la competencia y el ánimo de lucro llevaban a los individuos, en la búsqueda de sus propios intereses privados, a servir al interés público. El ánimo de lucro los inducía, compitiendo entre sí, a ofrecer los bienes que deseaban los demás. Sólo sobrevivían las empresas que producían lo que se deseaba y al precio más bajo posible. Smith, sostenía que: “la economía es llevada, como por mano invisible, a producir lo que se desea y de la mejor forma posible”.

Ya se vio que no. La amarga experiencia de los últimos 30 años ha mostrado que el libre mercado y todas las ideas del liberalismo y neoliberalismo económico, son tan equivocadas como perniciosas. Los mercados deben regularse en base a las necesidades y demandas de la población para servir a la gente.

40 mil millones de dólares costó el Paso Interoceánico Multimodal construido por José López Portillo y ha servido lo mismo que la Estela de Luz, monumento a la corrupción del becario de ingrata memoria. Ambos son parte de los negocios privados realizados al amparo de gobiernos omisos de su responsabilidad.