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Se cebó el banquete

La idea se vendió como la gran panacea para conjurar los problemas de contaminación

Fue allá en el 2014, durante la visita que el gobernador de California, el claridoso y simpático Jerry Brown, hizo al Senado de la República, que recomendó tener mucho cuidado con la Reforma Energética, que incorporaba al sector privado en la generación, distribución y comercialización de electricidad. Utilizando el lenguaje coloquial al que es tan afecto, dijo: “Se los van a comer vivos”, en alusión directa a los problemas que había tenido la población de aquella entidad con los empresarios.

Más tarde, su secretario de Energía fue más explicito y narró cómo los concesionarios del servicio eléctrico, que se había privatizado para bajar costos de producción y tarifas para el consumidor, habían ideado una serie de problemas de muy diversa naturaleza; pero, principalmente apagones en horas pico en lugares estratégicos, afectando las actividades productivas en general y creando molestia a la gente. A tanto llegaron las presiones, que el gobierno tuvo que ceder y las facturas de luz llegaron a las nubes.

Se cebó el banquete

Como eran los tiempos del dominio absoluto de los partidos amafiados en el Pacto por México, que sólo atendían la voz del amo a través del personero de toda la vida, el impresentable Emilio Gamboa, ni quien hiciera caso a las palabras de advertencia dichas con absoluta buena fe por un político que ha demostrado que la política es el arte de servir buscando el bien mayor. Se perpetraron los cambios al texto constitucional, especialmente los artículos 27 y 28 que tienen que ver con el dominio del Estado.

Con el cuento absurdo de las energía limpias y renovables, se dio manga ancha al sector empresarial para que instalara parques eólicos y otras formas de generación de energía al margen del uso de los recursos petroleros. La idea se vendió como la gran panacea para conjurar los problemas de contaminación y se autorizaron asociaciones público-privadas en que, como siempre, se privatizaron las ganancias y se socializaron las pérdidas, dejando al estado tareas con alto nivel de incosteabilidad.

Para hablar de la experiencia en California, el reporte de la Comisión de Energía advirtió a finales del siglo pasado que: “La red de parques eólicos más extensa del mundo a principios de 1992 se encontraba en California; había 17.000 aerogeneradores de 25 kW a 50 kW instalados en sus terrenos montañosos que generaban el 1% de la energía consumida en California. Se calculaba que para el año 2000 la energía eólica podría suministrar el 20% de la electricidad requerida; pero, problemas de armónicos inherentes a la propia señal eléctrica no han permitido llegar a esta situación. Actualmente se llegó a la conclusión de que más de un 10% de energía eléctrica de tipo eólico conectada a la red puede originar perturbaciones y averías en determinados aparatos y equipos industriales, científicos y domésticos, por lo que parece ser, por el momento, un límite superior a no sobrepasar”. Eso se entendía hace 20 años. 

Al doblar la centuria, los aerogeneradores eran de dimensiones limitadas y, por lo mismo, el impacto ambiental era mínimo; pero, los estudios de esa época no son validos actualmente, donde los aparatos son más grandes, más ruidosos, más pesados, más potentes para generar mayor cantidad de electricidad en el menor tiempo posible. Los avances tecnológicos en el campo de la generación de fluido eléctrico con aerorotores, está enfocada a la eficientización de sus funcionamiento, dejando de lado todo lo que corresponde al impacto ambiental. En todo el mundo debieron ponerse límites al ensanche anárquico.

Recientemente se habló aquí de las restricciones que ha impuesto el gobierno de Cataluña a los parques eólicos, que ahora deben cumplir con una requisitoria amplia (desde 2013, no se ha instalado uno nuevo). Esta tiene que ver con 4 departamentos de la Generalidad competentes en materia ambiental, urbanística, paisajística, agrícola, energética y del patrimonio cultural; aspectos que analiza ese órgano a la hora de evaluar la viabilidad del emplazamiento de un proyecto antes de que inicie su tramitación, con el fin de determinar si existen elementos insalvables ya de inicio. “El objetivo es orientar a los promotores para que no pierdan tiempo ni dinero en proyectos de difícil viabilidad”.

Pues lo mismo ha hecho el gobierno de México para regular la operación de los parques eólicos y evitar que provoquen daños a los ecosistemas, al ser humano y a las operaciones de equipos diversos que utilizan el ciberespacio para funcionar debidamente tanto en la telecomunicación como en otras áreas.

Lo que no hizo la mafia del PxM, lo está haciendo el actual gobierno para cebar el banquete de los potentados y hacer prevalecer el interés de las mayorías de esta país. A veces, ni llorar es bueno.