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El exterminio

Esa madre sabia que es la sabia naturaleza, ha dispuesto mecanismos de protección para las especies que pueblan la tierra, de tal suerte que se mantenga permanentemente un equilibrio en los llamados ecosistemas. Un ejemplo de ello son, sin lugar a dudas, los hormigueros, que cuando se siente sobrepoblados, eliminan por la vía rápida del canibalismo a los menos aptos, sobre todo a los perezosos. Así se garantiza siempre un nivel de bienestar para todos, especialmente la reina.

Otras especies, como algunos mamíferos, se comen a sus crías para mejorar la especie o para perpetuar sus propios genes. El ejemplo más ilustrativo es el de los hámsteres,   que cuando la camada es de ocho o nueve bebés, la madre se come al menos a dos para alimentar y proteger al resto, dado que seis no es lo mismo que nueve. Pero, además, cuando los investigadores intentaron añadir un par de crías a la camada, la respuesta de la madre ha sido comerse dos más.

El exterminio

Por la importancia de la especie, considerada la del rey de la selva, entre los leones los machos líderes matan a los cachorros de otro macho de la manada una vez que lo desplazan del lugar de mando. Es una forma de asegurarse que tendrán descendencia: después de tener crías las hembras pasan 18 meses amamantando, y por ende no están listas para reproducirse. En cambio, si se matan los cachorros, las leonas se recuperan antes y están listas para volver a aparearse.

La evolución de la especie humana le ha permitido desarrollar el instinto paternal y el sacrificio de los individuos en sociedades que han crecido más allá de lo conveniente se da por otros medios distintos: la guerra, el duelo, la pena de muerte, las enfermedades, la intoxicación por sustancia o alimentos fuera de las normas establecidas. Mueren más personas en el mundo por diabetes, ese padecimiento crónico debido a la mala nutrición y sedentarismo, que por violencia criminal.

Sin embargo, debido a los avances de la ciencia, el ser humano vive más años y con una mejor calidad de vida, de tal suerte que el planeta parece en estos días un mundo sobrepoblado, sobre de personas mayores que llegan a edades avanzadas en condiciones físicas y mentales muy aceptables; pero, no tanto como para mantenerse activos, por lo que dependen de los jóvenes. Así, se ve como los países del llamado Tercer Mundo envían a sus jóvenes a las naciones viejas.

Algunos líderes y gobernantes lo han entendido a la perfección y sacan ventaja de ello, como es el caso de la canciller alemana Ángela Merkel, una dama de prendas excepcionales, que ha dicho que su país recibirá a medio millón de migrantes al año y ha dispuesto planes y programas para su inmediata incorporación a la vida productiva, logrando de esta suerte mano de obra calificada para sus industrias boyantes y diversificadas. En algunos casos, los jóvenes van a los servicios.

Cuando Jan Brewer era gobernadora de Arizona, emprendió una feroz batida e contra de los migrantes y no faltó un político de allá 'mesmo' que dijo: "espérate que esté más vieja, para ver quién le va a limpiar la cola". Así está pasando con el presidente de la nación más poderosa del orbe, que no ha logrado entender la importancia que tiene la migración de jóvenes hacia su país y, transgrediendo olímpicamente los ordenamientos jurídicos emprendió una campaña en su contra.

Una parte importante de la población estadunidense está preocupada por la conducción del poder en manos del Sr. Trump; pero, el resto de la humanidad está temblando de miedo porque no ha mostrado los elementos necesarios para administrar un potencial como el que tiene a su cargo. El año pasado dijo a través de su cuenta de Twitter que: "El mayor patrocinador del terrorismo podrá adquirir las armas más peligrosas en el mundo. Por eso anuncio que Estados Unidos se retirará del acuerdo nuclear de Irán", lo que no fue desaprovechado por la contraparte que también se ha retirado.

Rusia se retira al mismo tiempo que anuncia la incorporación a sus arsenales de los misiles hipersónicos match 5 (que viajan a cinco veces la velocidad del sonido, lo que los convierte en imparables). La guerra como factor de equilibrio poblacional, se convierte, por la locura, en la guerra de exterminio de la especie humana. Quizá ya ni las cucarachas sobrevivan esta vez.