Editoriales > ANÁLISIS

A recoger varas

Mucho, acaso demasiado tiempo tuvo la industria maquiladora de exportación asentada en Tamaulipas para mejorar sus procesos de producción y competir en los mercados internacionales con innovación y tecnología de punta; pero, no. 

Siguieron con sus sistemas casi primitivos, que ocupan mano de obra pobremente calificada y peor pagada. Gozaron de notables privilegios que no fueron compensados para bien de los aborígenes. La transferencia tecnológica fue inexistente.

A recoger varas

Matamoros fue uno de los pocos lugares en donde se buscó proteger, dentro de lo posible, al trabajador. Agapito González Cavazos fue considerado un cacique obrero; pero, sin lugar a dudas pudo impedir que en Matamoros se asentaran empresas patito cuyo objetivo fundamental era la explotación de la mano de obra. Para poder asentarse en la comarca, debían cumplir con ciertas normas, todas ellas razonables y convenientes para todos los involucrados en procesos fabriles.

Durante su gestión al frente de sector obrero, se logró establecer la semana laboral de 40 horas con pago de mil 500 pesos semanales, además de todas las prestaciones que señala la Ley Federal del Trabajo; quizá por ello tuvo las simpatías de los líderes de los organismos representativos del sector laboral de los Estados Unidos, quienes siempre le expresaron su total simpatía y apoyo.

El poderoso líder fue combatido por Salinas, como otros adalides populares en la entidad. Con el tiempo, las exigencias fueron disminuyendo y la normatividad se relajó; hasta hora, que con el cambio de gobierno y de régimen se está buscando que los beneficios de la industria maquiladora y del libre comercio se distribuyan con mayor equidad. 

No que los ricos se vuelvan pobres y los pobres puedan comprar un Ferrari; sino que, cuando menos, puedan poner manteca a los frijoles.

A través de los medios, se ha informado que la demanda de los trabajadores es de un aumento salarial del 20 por ciento, más un bono único por 32 mil pesos, lo que no es absurdo ni imposible para quienes han amasado fortunas incalculables con la explotación de la mano de obra inculta. 

Vale decir que durante las tres últimas décadas, el poder adquisitivo del salario mínimo perdió más de un 80 por ciento de su poder de compra. Por dar ejemplo: del 2016 al de 2017 el costo de la Canasta Alimenticia Recomendable subió 27.28 pesos, en tanto el salario mínimo sólo siete pesos. Hay quien arguye que en la industria maquiladora de exportación se pagan salarios por encima del mínimo general; sí, pero, muy por debajo de los ingresos de trabajadores del mismo nivel afuera.

Anda por ahí un representante del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (Index Nacional), de nombre Luis Aguirre Lang, quien tuvo la puntada de afirmar que el paro es ilegal y que debido a las pérdidas económicas por no entregar a tiempo los pedidos, se está orillando a 15 empresas a irse del país. 

Además, culpó al gobierno Federal de no intervenir para generar el estado de derecho. Es posible que en otras épocas ese petate de muerto asustara.

Pero, como bien lo manifestó el gobernador del Estado, Francisco García Cabeza de Vaca, en una declaración por medio de la cual les pidió no amagar con emigrar: "No crean que están aquí porque nos quieren mucho, están aquí porque les conviene, están aquí porque están generando dinero para sus accionistas, para los dueños del dinero, hay que ser muy claros con eso". ¡Sopas! Tanta razón tiene el gobernador, que ya la mayor parte de las maquiladoras han aceptado pagar.

No se les puede pedir el ejemplo de don Lalo en su panadería; pero, tampoco se puede permitir que sigan multiplicando sus caudales a costa de la miseria de los que sólo tienen sus manos para ganar el pan nuestro de cada día. 

Este don Lalo tiene en su negocio un cartel que dice: ""Este pan nos quedó del día anterior. Si estás sin trabajo y no tienes dinero, no es necesario que lo pagues, lleva lo justo y que alcance para todos. Habla con el administrador o quien esté en la caja. Es lo que haría nuestro padre. Don Lalo".

Qué diferente de la gallina de la tía Cleta, que, según Piporro, las mazorcas que no se comía la meaba.