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Amor, no confrontación

Cuando en muchos de los corrillos informativos se esperaban pronunciamientos firmes, fuertes y contundentes sobre los asuntos políticos que afectan al continente, especialmente el caso de los migrantes, la desestabilización de Venezuela y otros temas álgidos, el Papa Francisco optó por dar un hermoso mensaje de aliento y esperanza al término de los trabajos de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se llevaron a cabo en Costa Rica, en donde estuvo para convivir con su grey.

Dijo, con voz amable: "El camino de Jesús hacia el Calvario es un camino de sufrimiento y soledad que continúa en nuestros días. Él camina, padece en tantos rostros que sufren la indiferencia satisfecha y anestesiante de nuestra sociedad, sociedad que consume y se consume, que ignora y se ignora en el dolor de sus hermanos. También nosotros, tus amigos Señor, nos dejamos llevar por la apatía, la inmovilidad. No son pocas las veces que el conformismo nos ha ganado y paralizado. Ha sido difícil reconocerte en el hermano sufriente: hemos desviado la mirada, para no ver; nos hemos refugiado en el ruido, para no oír; nos tapamos la boca, para no gritar".

Amor, no confrontación

Las palabras del Papa fueron dirigidas a los jóvenes católicos provenientes de todos los confines del planeta; pero, no son exclusivamente para ellos, sino para todos los hombres y mujeres, jóvenes y niños de buena voluntad cuya vida tiene la oportunidad de dedicarse a hacer el bien y a predicar con el ejemplo la paz como remedio para todos los males. En la aridez de la lucha por el dominio de los pueblos y de las personas, el mensaje del obispo de Roma cobra gran dimensión.

Difícil fue impedir el nudo en la garganta cuando dijo: "Padre, hoy el vía crucis de tu Hijo se prolonga: se prolonga en el grito sofocado de los niños a quienes se les impide nacer y de tantos otros a los que se les niega el derecho a tener infancia, familia; en los niños que no pueden jugar, cantar, soñar; se prolonga en las mujeres maltratadas, explotadas y abandonadas, despojadas y ninguneadas en su dignidad; en los ojos tristes de los jóvenes que ven arrebatadas sus esperanzas de futuro por falta de educación y trabajo digno; se prolonga en la angustia de rostros jóvenes, amigos nuestros que caen en las redes de gente sin escrúpulos ?entre ellas también se encuentran personas que dicen servirte, Señor?, redes de  explotación, de criminalidad y de abuso, que se alimentan de sus vidas".

Al término del evento, fue manifiesta la capacidad de convocatoria de los organizadores y del sentimiento que la jornada y la presencia del Papa produjo en los jóvenes. En la JMJ Panamá se inscribieron unos 19.500 voluntarios que cumplieron diversas funciones de servicio durante las jornadas de celebración. Dos mil voluntarios limpiaron la playa de la Costa Este de la basura acumulada. Los jóvenes recogieron y clasificaron los desechos a través de una increíble cadena humana y al ritmo de cantos y bailes muchos de ellos con el sabor del guapachoso son caribeño.

Y, como muestra de espíritu ecuménico del papado de Francisco, en Panamá, durante las Jornadas Mundiales de la Juventud, se dio lugar a un casi increíble encuentro multicultural y de fe que se manifestó cuando las comunidades judía y musulmana quisieron ser parte de esta fiesta juvenil y dispusieron sus lugares de culto para que los peregrinos pudieran pernoctar. Además, colocaron duchas portátiles y algunos voluntarios repartieron agua. Fue una convivencia de hermanos.

Siguió diciendo el Papa: "El vía crucis de tu Hijo se prolonga en tantos jóvenes y familias que, absorbidos en una espiral de muerte a causa de la droga, el alcohol, la prostitución y la trata, quedan privados no solo de futuro sino de presente. Y así como repartieron tus vestiduras, Señor, queda repartida y maltratada su dignidad. El vía crucis de tu Hijo se prolonga en jóvenes con rostros fruncidos que perdieron la capacidad de soñar, de crear e inventar el mañana y se "jubilan" con el sinsabor de la resignación y el conformismo, una de las drogas más consumidas en nuestro tiempo. Se prolonga en el dolor oculto e indignante de quienes, en vez de solidaridad por parte de una sociedad repleta de abundancia, encuentran rechazo, dolor y miseria, y además son señalados y tratados como los portadores y responsables de todo el mal social. La pasión de tu Hijo se prolonga en la resignada soledad de los ancianos que dejamos abandonados y descartados. Se prolonga en los pueblos originarios, a quienes se despoja de sus tierras, sus raíces y su cultura, silenciando y apagando toda la sabiduría que tienen y nos pueden aportar. Padre, el vía crucis de tu Hijo se prolonga en el grito de nuestra madre tierra, que está herida en sus entrañas por la contaminación de sus cielos, por la esterilidad en sus campos, por la suciedad de sus aguas, y que se ve pisoteada por el desprecio y el consumo enloquecido que supera toda razón".

Las palabras de Francisco en América fueron de amor, no de confrontación.